gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
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cédula que había usado en <strong>un</strong> viejo oficio notarial, y <strong>de</strong>clarara al mismo tiempo que no<br />
podía mostrarla porque se le había extraviado.<br />
El Mono <strong>de</strong>spertó a Villamizar a las doce <strong>de</strong> la noche <strong>de</strong>l 18 <strong>de</strong> j<strong>un</strong>io para que subiera a<br />
aten<strong>de</strong>r <strong>un</strong>a llamada <strong>de</strong> emergencia. Era muy tar<strong>de</strong>, pero el apartamento <strong>de</strong> Azeneth parecía<br />
<strong>un</strong> infierno feliz, con el acor<strong>de</strong>ón <strong>de</strong> Higidio Cuadrado y su combo <strong>de</strong> vallenatos.<br />
Villamizar tuvo que abrirse camino a codazos por entre la fronda frenética <strong>de</strong> la más alta<br />
chismografía cultural. Azeneth, en su estilo típico, le cerró el paso.<br />
-Ya sé quién es la que lo llama -le dijo-. Y cuí<strong>de</strong>se, porque si se <strong>de</strong>scuida lo van a capar.<br />
Lo <strong>de</strong>jó en el dormitorio en el momento en que sonó el teléfono. En medio <strong>de</strong>l estruendo<br />
que estremecía la casa Villamizar alcanzó a oír apenas lo esencial:<br />
-Listo, véngase para Me<strong>de</strong>llín mañana temprano.<br />
A las siete <strong>de</strong> la mañana, Rafael Pardo puso <strong>un</strong> avión <strong>de</strong> la Aeronáutica Civil a disposición<br />
<strong>de</strong> la comitiva oficial que asistiría a la entrega. Villamizar, temeroso <strong>de</strong> <strong>un</strong>a filtración<br />
prematura, se presentó en la casa <strong>de</strong>l padre García Herreros a las cinco <strong>de</strong> la mañana. Lo<br />
encontró en el oratorio, con la ruana inconsútil sobre la sotana, cuando acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir la<br />
misa.<br />
-Bueno, padre, camine -le dijo-. Nos vamos para Me<strong>de</strong>llín porque Escobar se va a entregar.<br />
En el avión -a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ellos- viajaron Fernando García Herreros, <strong>un</strong> sobrino <strong>de</strong>l padre que<br />
actuaba como su asistente ocasional; Jaime Vázquez, <strong>de</strong> la Consejería <strong>de</strong> Información; el<br />
doctor Carlos Gustavo Arrieta, procurador general <strong>de</strong> la república y el doctor Jaime<br />
Córdoba Triviño, procurador <strong>de</strong>legado para los Derechos Humanos. En el aeropuerto Olaya<br />
Herrera, en pleno centro <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín, los esperaban María Lía y Martha Nieves Ochoa.<br />
La comitiva oficial fue llevada a la gobernación. Villamizar y el padre se fueron al<br />
apartamento <strong>de</strong> María Lía para <strong>de</strong>say<strong>un</strong>ar mientras se cumplían los últimos trámites <strong>de</strong> la<br />
entrega. Allí supo que Escobar ya iba en camino, a veces en carro y a veces haciendo<br />
ro<strong>de</strong>os a pie, para eludir los frecuentes retenes <strong>de</strong> la policía. Era experto en esos azares.<br />
El padre tenía otra vez los nervios <strong>de</strong> p<strong>un</strong>ta. Se le cayó <strong>un</strong> lente <strong>de</strong> contacto, lo pisó, y se<br />
exasperó a tal grado que Martha Nieves tuvo que llevarlo a la óptica San Ignacio, don<strong>de</strong> le<br />
resolvieron el problema con <strong>un</strong>as gafas normales. La ciudad estaba plagada <strong>de</strong> retenes<br />
rigurosos, y los <strong>de</strong>tuvieron en casi todos, pero no para requisarlos, sino para agra<strong>de</strong>cerle al<br />
padre lo que hacía por la felicidad <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Pues en aquella ciudad don<strong>de</strong> todo era<br />
posible, la <strong>noticia</strong> más secreta <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do era ya <strong>de</strong> dominio público.<br />
El Mono llegó al apartamento <strong>de</strong> María Lía a las dos y media <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, vestido como para<br />
<strong>un</strong> paseo campestre, con <strong>un</strong>a chaquetita <strong>de</strong> tierra caliente y zapatos blandos.<br />
-Listo -le dijo a Villamizar-. Nos vamos para la gobernación. Váyase usted por su lado y yo<br />
llego por otro.<br />
Se fue solo en su carro. Villamizar, el padre García Fierreros y Martha Nieves se fueron en<br />
el <strong>de</strong> María Lía. Frente a la gobernación se bajaron los dos hombres. Las mujeres<br />
permanecieron esperando fuera. El Mono no era ya el técnico frío y eficaz, sino que trataba