gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Así empezó <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do <strong>secuestro</strong> <strong>de</strong> Maruja y <strong>un</strong>a guerra distinta para Villamizar. Es<br />
probable que Escobar hubiera tenido la intención <strong>de</strong> soltarla con Beatriz, pero la tragedia <strong>de</strong><br />
Diana Turbay <strong>de</strong>bió trastornarle los planes. Aparte <strong>de</strong> cargar con la culpa <strong>de</strong> <strong>un</strong>a muerte<br />
que no or<strong>de</strong>nó, el asesinato <strong>de</strong> Diana <strong>de</strong>bió ser <strong>un</strong> <strong>de</strong>sastre para él, porque le quitó <strong>un</strong>a<br />
pieza <strong>de</strong> <strong>un</strong> valor inestimable y acabó <strong>de</strong> complicarle la vida. A<strong>de</strong>más, la acción <strong>de</strong> la<br />
policía se recru<strong>de</strong>ció entonces con tal intensidad que lo obligó a sumergirse hasta el fondo.<br />
Muerta Marina, se había quedado con Diana, Pacho, Maruja y Beatriz. Si entonces hubiera<br />
resuelto asesinar a <strong>un</strong>o tal vez hubiera sido Beatriz. Libre Beatriz y muerta Diana, le<br />
quedaban dos: Pacho y Maruja. Quizás él hubiera preferido preservar a Pacho por su valor<br />
<strong>de</strong> cambio, pero Maruja había adquirido <strong>un</strong> precio imprevisto e incalculable por la<br />
persistencia <strong>de</strong> Villamizar para mantener vivos los contactos hasta que el gobierno se<br />
<strong>de</strong>cidió a hacer <strong>un</strong> <strong>de</strong>creto más explícito. También para Escobar la única tabla <strong>de</strong> salvación<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces fue la mediación <strong>de</strong> Villamizar, y lo único que podía garantizarla era la<br />
retención <strong>de</strong> Maruja. Estaban con<strong>de</strong>nados el <strong>un</strong>o al otro.<br />
Villamizar empezó por visitar a doña Nydia Quintero para conocer <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> su<br />
experiencia. La encontró generosa, resuelta, con <strong>un</strong> luto sereno. Ella le contó sus<br />
conversaciones con las hermanas Ochoa, con el viejo patriarca, con Fabio en la cárcel.<br />
Daba la impresión <strong>de</strong> haber asimilado la muerte atroz <strong>de</strong> la hija y no la recordaba por dolor<br />
ni por venganza sino para que fuera útil en el logro <strong>de</strong> la paz. Con ese espíritu le dio a<br />
Villamizar <strong>un</strong>a carta para Pablo Escobar en la que expresaba su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que la muerte <strong>de</strong><br />
Diana pudiera servir para que ningún otro colombiano volviera a sentir el dolor que ella<br />
sentía. Empezaba por admitir que el gobierno no podía <strong>de</strong>tener los allanamientos contra la<br />
<strong>de</strong>lincuencia, pero sí podía evitar que se intentara el rescate <strong>de</strong> los rehenes, pues los<br />
familiares sabían, el gobierno sabía y todo el m<strong>un</strong>do sabía que si en <strong>un</strong> allanamiento<br />
tropezaban con los secuestrados se podía producir <strong>un</strong>a tragedia irreparable, como ya había<br />
sucedido con su hija. «Por eso vengo ante usted -<strong>de</strong>cía la carta- a suplicarle con el corazón<br />
in<strong>un</strong>dado <strong>de</strong> dolor, <strong>de</strong> perdón y <strong>de</strong> bondad, que libere a Maruja y a Francisco.» Y terminó<br />
con <strong>un</strong>a solicitud sorpren<strong>de</strong>nte: «Deme a mí la razón <strong>de</strong> que usted no quería que Diana<br />
muriera». Meses <strong>de</strong>spués, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cárcel, Escobar hizo público su asombro <strong>de</strong> que Nydia le<br />
hubiera escrito aquella carta sin recriminaciones ni rencores. «Cuánto me duele -escribió<br />
Escobarno haber tenido el valor para respon<strong>de</strong>rle.»<br />
Villamizar se fue a Itagüí para visitar a los tres hermanos Ochoa, con la carta <strong>de</strong> Nydia y<br />
los po<strong>de</strong>res no escritos <strong>de</strong>l gobierno. Lo acompañaron dos escoltas <strong>de</strong> DAS, y la policía <strong>de</strong><br />
Me<strong>de</strong>llín los reforzó con otros seis. Encontró a los Ochoa apenas instalados en la cárcel <strong>de</strong><br />
alta seguridad con tres controles escalonados, lentos y repetitivos, cuyos muros <strong>de</strong> adobes<br />
pelados daban la impresión <strong>de</strong> <strong>un</strong>a iglesia sin terminar. Los corredores <strong>de</strong>siertos, las<br />
escaleras angostas con barandas <strong>de</strong> tubos amarillos, las alarmas a la vista, terminaban en <strong>un</strong><br />
pabellón <strong>de</strong>l tercer piso don<strong>de</strong> los tres hermanos Ochoa <strong>de</strong>scontaban los años <strong>de</strong> sus<br />
con<strong>de</strong>nas fabricando primores <strong>de</strong> talabarteros: sillas <strong>de</strong> montar y toda clase <strong>de</strong> arneses <strong>de</strong><br />
caballería. Allí estaba la familia en pleno: los hijos, los cuñados, las hermanas. Martha<br />
Nieves, la más activa, y María Lía, la esposa <strong>de</strong> Jorge Luis, hacían los honores con la<br />
hospitalidad ejemplar <strong>de</strong> los paisas.<br />
La llegada coincidió con la hora <strong>de</strong>l almuerzo, que se sirvió en <strong>un</strong> galpón abierto al fondo<br />
<strong>de</strong>l patio, con carteles <strong>de</strong> artistas <strong>de</strong> cine en las pare<strong>de</strong>s, <strong>un</strong> equipo profesional <strong>de</strong> cultura<br />
física y <strong>un</strong> mesón <strong>de</strong> comer para doce personas. Por <strong>un</strong> acuerdo <strong>de</strong> seguridad la comida se<br />
preparaba en la cercana hacienda <strong>de</strong> La Loma, resi<strong>de</strong>ncia oficial <strong>de</strong> la familia, y aquel día