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gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

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-Es que cuando mataron a los otros Priscos sucedió lo mismo -dijo-: <strong>un</strong>a mariposa negra<br />

estuvo pegada tres días en la puerta <strong>de</strong>l baño.<br />

Maruja recordó los oscuros presentimientos <strong>de</strong> Marina, pero se hizo la <strong>de</strong>sentendida.<br />

-¿Y eso qué quiere <strong>de</strong>cir? -preg<strong>un</strong>tó.<br />

-No sé -dijo el mayordomo-, pero <strong>de</strong>be ser <strong>de</strong> muy mal agüero porque entonces fue que<br />

mataron a doña Marina.<br />

-¿La <strong>de</strong> ahora es negra o carmelita? -le preg<strong>un</strong>tó Maruja.<br />

-Carmelita -dijo el mayordomo.<br />

-Entonces es buena -dijo Maruja-. Las <strong>de</strong> mal agüero son las negras.<br />

El propósito <strong>de</strong> asustarla no se cumplió. Maruja conocía a su marido, su modo <strong>de</strong> pensar y<br />

proce<strong>de</strong>r, y no creía que anduviera tan extraviado como para quitarle el sueño a <strong>un</strong>a<br />

mariposa. Sabía, sobre todo, que ni él ni Beatriz <strong>de</strong>jarían escapar ningún dato útil para <strong>un</strong><br />

intento <strong>de</strong> rescate armado. Sin embargo, acostumbrada a interpretar sus altibajos íntimos<br />

como <strong>un</strong> reflejo <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do exterior, no <strong>de</strong>scartó que cinco muertes <strong>de</strong> <strong>un</strong>a misma familia<br />

en <strong>un</strong> mes tuvieran terribles consecuencias para los dos últimos secuestrados.<br />

El rumor <strong>de</strong> que la Asamblea Constituyente tenía dudas sobre la extradición, por el<br />

contrario, <strong>de</strong>bió aliviar a los Extraditables. El 28 <strong>de</strong> febrero, en <strong>un</strong>a visita Oficial a los<br />

Estados Unidos el presi<strong>de</strong>nte Gaviria se <strong>de</strong>claró partidario <strong>de</strong>cidido <strong>de</strong> mantenerla a toda<br />

costa, pero no causó alarma: la no extradición era ya <strong>un</strong> sentimiento nacional muy<br />

arraigado que no necesitaba <strong>de</strong> sobornos ni intimidaciones para imponerse.<br />

Maruja seguía aquellos acontecimientos con atención, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>un</strong>a rutina que parecía ser<br />

<strong>un</strong> mismo día repetido. De pronto, mientras jugaban dominó con los guardianes, el Trompo<br />

cerró el juego y recogió las fichas por última vez.<br />

-Mañana nos vamos -dijo.<br />

Maruja no quiso creerlo, pero el hijo <strong>de</strong> la maestra se lo confirmó.<br />

-En serio -dijo-. Mañana viene el grupo <strong>de</strong> Barrabás.<br />

Éste fue el principio <strong>de</strong> lo que Maruja había <strong>de</strong> recordar como su marzo negro. Así como<br />

los guardianes que se iban parecían instruidos para aliviar la con<strong>de</strong>na, los que llegaron<br />

estaban sin duda entrenados para volverla insoportable. Irrumpieron como <strong>un</strong> temblor <strong>de</strong><br />

tierra. El Monje, largo, escuálido, y más sombrío y ensimismado que la última vez. Los<br />

otros, los <strong>de</strong> siempre, como si n<strong>un</strong>ca se hubieran ido. Barrabás los dirigía con ínfulas <strong>de</strong><br />

matón <strong>de</strong> cine, impartiendo ór<strong>de</strong>nes militares para encontrar el escondrijo <strong>de</strong> algo que no<br />

existía, o fingiendo buscarlo para amedrentar a su víctima. Voltearon el cuarto al revés con<br />

técnicas brutales. Desbarataron la cama, <strong>de</strong>striparon el colchón y lo rellenaron tan mal que<br />

costaba trabajo seguir durmiendo en <strong>un</strong> lecho <strong>de</strong> nudos.<br />

La vida cotidiana regresó al viejo estilo <strong>de</strong> mantener las armas listas para disparar si las<br />

ór<strong>de</strong>nes no se cumplían <strong>de</strong> inmediato. Barrabás no le hablaba a Maruja sin ap<strong>un</strong>tarle a la<br />

cabeza con la ametralladora. Ella, como siempre, lo plantó con la amenaza <strong>de</strong> acusarlo con<br />

sus jefes.<br />

-No es verdad que me voy a morir sólo porque a usted se le fue <strong>un</strong>a bala -le dijo-. Estese<br />

quieto o me quejo.

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