30.04.2013 Views

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

No tenían la menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> estaban. Por los ruidos sabían que había muy cerca <strong>un</strong>a<br />

carretera para camiones pesados. También parecía haber <strong>un</strong>a tienda <strong>de</strong> vereda, con<br />

alcoholes y músicas, que permanecía abierta hasta tar<strong>de</strong>. A veces se escuchaba <strong>un</strong><br />

altoparlante que lo mismo convocaba a actos políticos o religiosos, o transmitía conciertos<br />

atronadores. En varias ocasiones oyeron las consignas <strong>de</strong> las campañas electorales para la<br />

próxima Asamblea Constituyente. Con más frecuencia se oían zumbidos <strong>de</strong> aviones<br />

pequeños que <strong>de</strong>colaban y aterrizaban a poca distancia, lo cual hacía pensar que estaban por<br />

los lados <strong>de</strong> Guaymaral, <strong>un</strong> aeropuerto para aviones <strong>de</strong> pista corta a veinte kilómetros al<br />

norte <strong>de</strong> Bogotá. Maruja, familiarizada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niña con el clima <strong>de</strong> la sabana, sentía que el<br />

frío <strong>de</strong> su cuarto no era <strong>de</strong> campo abierto sino <strong>de</strong> ciudad. A<strong>de</strong>más, las precauciones<br />

excesivas <strong>de</strong> los guardianes eran sólo comprensibles si estaban en <strong>un</strong> núcleo urbano.<br />

Lo más sorpren<strong>de</strong>nte era el estruendo ocasional <strong>de</strong> <strong>un</strong> helicóptero tan cercano, que parecía<br />

encima <strong>de</strong> la casa. Marina Montoya <strong>de</strong>cía que allí llegaba <strong>un</strong> oficial <strong>de</strong>l ejército responsable<br />

<strong>de</strong> los <strong>secuestro</strong>s. Con el paso <strong>de</strong> los días habían <strong>de</strong> acostumbrarse a aquel ruido, pues en<br />

los meses que duró el cautiverio el helicóptero aterrizó por lo menos <strong>un</strong>a vez al mes, y las<br />

rehenes no dudaron <strong>de</strong> que tenía que ver con ellas.<br />

Era imposible distinguir los límites entre la verdad y la contagiosa fantasía <strong>de</strong> Marina.<br />

Decía que Pacho Santos y Diana Turbay estaban en otros cuartos <strong>de</strong> la misma casa, <strong>de</strong><br />

modo que el militar <strong>de</strong>l helicóptero se ocupaba <strong>de</strong> los tres casos al mismo tiempo durante<br />

cada visita. En <strong>un</strong>a ocasión oyeron <strong>un</strong>os ruidos alarmantes en el patio. El mayordomo<br />

insultaba a su mujer entre ór<strong>de</strong>nes atro~ pelladas <strong>de</strong> que lo alzaran <strong>de</strong> aquí, que lo trajeran<br />

para acá, que lo voltearan para arriba, como si trataran <strong>de</strong> meter <strong>un</strong> cadáver don<strong>de</strong> no cabía.<br />

Marina, en sus <strong>de</strong>lirios tenebrosos, pensó que tal vez habían <strong>de</strong>scuartizado a Francisco<br />

Santos y estaban enterrándolo a pedazos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las baldosas <strong>de</strong> la cocina. «Cuando<br />

empiezan las matanzas no paran -<strong>de</strong>cía-. Las próximas seremos nosotras.» Fue <strong>un</strong>a noche<br />

<strong>de</strong> espantos, hasta que supieron por casualidad que habían cambiado <strong>de</strong> lugar <strong>un</strong>a lavadora<br />

primitiva que no podían cargar entre cuatro.<br />

De noche el silencio era total. Sólo interrumpido por <strong>un</strong> gallo loco sin sentido <strong>de</strong> las horas<br />

que cantaba cuando quería. Se oían ladridos en el horizonte, y <strong>un</strong>o muy cercano que les<br />

pareció <strong>de</strong> <strong>un</strong> perro guardián amaestrado. Maruja empezó mal. Se enroscó en el colchón,<br />

cerró los ojos, y durante varios días no volvió a abrirlos sino lo indispensable tratando <strong>de</strong><br />

pensar con claridad. No es que pudiera dormir ocho horas seguidas sino que dormía apenas<br />

media hora, y al <strong>de</strong>spertar se encontraba otra vez con la angustia que la acechaba en la<br />

realidad. Era <strong>un</strong> miedo permanente: la sensación física <strong>de</strong> <strong>un</strong> cordón templado en el<br />

estómago, siempre a p<strong>un</strong>to <strong>de</strong> reventarse para volverse pánico. Maruja pasaba la película<br />

completa <strong>de</strong> su vida para agarrarse <strong>de</strong> los buenos recuerdos, pero siempre se imponían los<br />

ingratos.<br />

En <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los tres viajes que había hecho a Colombia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Yakarta, Luis Carlos Galán le<br />

había pedido en el curso <strong>de</strong> <strong>un</strong> almuerzo privado que lo ayudara en la dirección <strong>de</strong> su<br />

próxima campaña presi<strong>de</strong>ncial. Ella había sido su asesora <strong>de</strong> imagen en <strong>un</strong>a campaña<br />

anterior, había viajado con su hermana Gloria por todo el país, habían celebrado tri<strong>un</strong>fos,<br />

sobrellevado <strong>de</strong>rrotas y sorteado riesgos, <strong>de</strong> modo que la oferta era lógica. Maruja se sintió<br />

justificada y complacida. Pero al final <strong>de</strong>l almuerzo notó. en Galán <strong>un</strong> gesto in<strong>de</strong>finido, <strong>un</strong>a<br />

luz sobrenatural: la clarivi<strong>de</strong>ncia instantánea y certera <strong>de</strong> que iban a matarlo. Fue algo tan<br />

revelador que convenció a su marido <strong>de</strong> regresar a Colombia, a pesar <strong>de</strong> que el general<br />

Maza Márquez lo había prevenido sin ning<strong>un</strong>a explicación <strong>de</strong> los riesgos <strong>de</strong> muerte que lo

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!