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gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

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negativa a intervenir en <strong>un</strong>a guerra <strong>de</strong> la cual ya se sentían a salvo, pero poco a poco se<br />

hicieron más reflexivos.<br />

-Está bien, pues -concluyó Jorge Luis-. Nosotros le mandamos el mensaje a Pablo y le<br />

<strong>de</strong>cimos que usted estuvo aquí. Pero lo que le aconsejo es que hable con mi papá. Está en la<br />

hacienda <strong>de</strong> La Loma y le dará mucho gusto hablar con usted.<br />

De modo que Villamizar fue a la hacienda con la familia en pleno, y sólo con los dos<br />

escoltas que había llevado <strong>de</strong> Bogotá, pues a los Ochoa les pareció <strong>de</strong>masiado visible el<br />

aparato <strong>de</strong> seguridad. Llegaron hasta el portal, y caminaron a pie como <strong>un</strong> kilómetro hacia<br />

la casa por <strong>un</strong> sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> árboles frondosos y bien cuidados. Varios hombres sin armas a la<br />

vista les cerraron el paso a los escoltas y los invitaron a cambiar <strong>de</strong> rumbo. Hubo <strong>un</strong><br />

instante <strong>de</strong> zozobra, pero los <strong>de</strong> la casa calmaron a los forasteros con buenas maneras y<br />

mejores razones.<br />

-Caminen y coman algo por aquí -les dijeron-, que el doctor tiene que hablar con don Fabio.<br />

Al final <strong>de</strong> la arboleda estaba la plazoleta y al fondo la casa gran<strong>de</strong> y en or<strong>de</strong>n. En la<br />

terraza, que dominaba las pra<strong>de</strong>ras hasta el horizonte, el viejo patriarca esperaba la visita.<br />

Con él estaba el resto <strong>de</strong> la familia, todas mujeres y casi todas <strong>de</strong> luto por sus muertos en la<br />

guerra. A<strong>un</strong>que era la hora <strong>de</strong> la siesta, habían preparado toda clase <strong>de</strong> cosas <strong>de</strong> comer y <strong>de</strong><br />

beber.<br />

Villamizar se dio cuenta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el saludo <strong>de</strong> que don Fabio tenía ya <strong>un</strong> informe completo <strong>de</strong><br />

la conversación en la cárcel. Eso abrevió los preámbulos. Villamizar se limitó a repetir que<br />

el recru<strong>de</strong>cimiento <strong>de</strong> la guerra podría perjudicar mucho más a su familia, numerosa y<br />

próspera, que no estaba acusada <strong>de</strong> homicidio ni terrorismo. Por lo pronto tres <strong>de</strong> sus hijos<br />

estaban a salvo, pero el porvenir era impre<strong>de</strong>cible. Así que nadie <strong>de</strong>bería estar más<br />

interesado que ellos en el logro <strong>de</strong> la paz, y eso no sería posible mientras Escobar no<br />

siguiera el ejemplo <strong>de</strong> sus hijos.<br />

Don Fabio lo escuchó con <strong>un</strong>a atención plácida, aprobando con leves movimientos <strong>de</strong><br />

cabeza lo que le parecía acertado. Luego, con frases breves y cont<strong>un</strong><strong>de</strong>ntes como epitafios,<br />

dijo en cinco minutos lo que pensaba. Cualquier cosa que se hiciera -dijo- se encontraría al<br />

final con que faltaba lo más importante: hablar con Escobar en persona. «De modo que lo<br />

mejor es empezar por ahí», dijo. Pensaba que Villamizar era el a<strong>de</strong>cuado para intentarlo,<br />

porque Escobar sólo creía en hombres cuya palabra fuera <strong>de</strong> oro.<br />

-Y usted lo es -concluyó don Fabio-. El problema es <strong>de</strong>mostrárselo.<br />

La visita había empezado en la cárcel a las diez <strong>de</strong> la mañana y terminó a las seis <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong><br />

en La Loma. Su mayor logro fue romper el hielo entre Villamizar y los Ochoa para el<br />

propósito común -ya acordado con el gobierno- <strong>de</strong> que Escobar se entregara a la justicia.<br />

Esa certidumbre le dio ánimos a Villamizar para transmitirle sus impresiones al presi<strong>de</strong>nte.<br />

Pero al llegar a Bogotá se encontró con la mala <strong>noticia</strong> <strong>de</strong> que también el presi<strong>de</strong>nte estaba<br />

sufriendo en carne propia el dolor <strong>de</strong> <strong>un</strong> <strong>secuestro</strong>.<br />

Así era: Fort<strong>un</strong>ato Gaviria Trujillo, su primo hermano y amigo más querido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

infancia, había sido raptado en su finca <strong>de</strong> Pereira por cuatro encapuchados con fusiles. El<br />

presi<strong>de</strong>nte no canceló el compromiso <strong>de</strong> <strong>un</strong> consejo regional <strong>de</strong> gobernadores en la isla <strong>de</strong><br />

San Andrés, y se fue la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l viernes aún sin confirmar si los secuestradores <strong>de</strong> su primo

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