gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Pablo Escobar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus inicios <strong>de</strong> traficante, y se les señalaba como los creadores <strong>de</strong>l<br />
sicariato entre los adolescentes <strong>de</strong> la com<strong>un</strong>a nororiental <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Se <strong>de</strong>cía que dirigían<br />
<strong>un</strong>a banda <strong>de</strong> niños matones encargada <strong>de</strong> los trabajos más sucios, y entre éstos la custodia<br />
<strong>de</strong> los secuestrados. En cambio, el cuerpo médico tenía al doctor Conrado como <strong>un</strong><br />
profesional honorable, y su única sombra era ser o haber sido el médico <strong>de</strong> cabecera <strong>de</strong><br />
Pablo Escobar. Llegó a cara <strong>de</strong>scubierta, y sorprendió a Hero Buss con <strong>un</strong> saludo en buen<br />
alemán:<br />
-Hallo Hero, wie geht's <strong>un</strong>s.<br />
Fue <strong>un</strong>a visita provi<strong>de</strong>ncial para Juan Vitta, no por el diagnóstico -estrés avanzado- sino por<br />
su pasión <strong>de</strong> lector. Lo único que le recetó fue <strong>un</strong> jarabe <strong>de</strong> buenas lecturas. Todo lo<br />
contrario <strong>de</strong> las <strong>noticia</strong>s políticas <strong>de</strong>l doctor Prisco Lopera que a los cautivos les sentaron<br />
como <strong>un</strong>a pócima para matar al más sano.<br />
El malestar <strong>de</strong> Diana se agravó en noviembre. dolor <strong>de</strong> cabeza intenso, cólicos<br />
espasmódicos, <strong>de</strong>presión severa, pero no hay indicios en su diario <strong>de</strong> que el médico la<br />
hubiera visitado. Pensó que tal vez fuera <strong>un</strong>a <strong>de</strong>presión por la parálisis <strong>de</strong> su situación, que<br />
iba haciéndose más incierta a medida que se agotaba el año. «Aquí los tiempos corren<br />
distinto <strong>de</strong> lo que estamos acostumbrados a manejar -escribió-. No hay afanes para nada.»<br />
Una nota <strong>de</strong> esa época dio cuenta <strong>de</strong>l pesimismo que la abrumaba: «He logrado hacer <strong>un</strong>a<br />
revisión <strong>de</strong> lo que ha sido mi vida hasta hoy: ¡cuántos amores, cuánta inmadurez para tomar<br />
<strong>de</strong>cisiones importantes, cuánto tiempo gastado en cosas que no han valido la pena!». Su<br />
profesión tuvo <strong>un</strong> lugar especial en ese drástico examen <strong>de</strong> conciencia: «A<strong>un</strong>que tengo cada<br />
vez más firmes mis convicciones sobre lo que es y <strong>de</strong>be ser el ejercicio <strong>de</strong>l periodismo, no<br />
veo con claridad mi espacio». Las dudas no salvaban ni a su propia revista, «que he visto<br />
tan pobre no sólo comercialmente sino editorialmente». Y sentenció con pulso firme: «Le<br />
falta prof<strong>un</strong>didad y análisis».<br />
Los días <strong>de</strong> todos los rehenes por separado se iban entonces en esperar a don Pacho, cuyas<br />
visitas siempre an<strong>un</strong>ciadas y pocas veces cumplidas eran la medida <strong>de</strong>l tiempo. Oían las<br />
avionetas y helicópteros que sobrevolaban la casa, y les <strong>de</strong>jaban la impresión <strong>de</strong> ser<br />
exploraciones <strong>de</strong> rutina. En cambio, cada sobrevuelo provocaba la movilización <strong>de</strong> los<br />
guardianes, que se aprestaban con sus armas <strong>de</strong> guerra en posición <strong>de</strong> combate. Los rehenes<br />
sabían, por an<strong>un</strong>cios reiterados, que en caso <strong>de</strong> <strong>un</strong> ataque armado los guardianes<br />
empezarían por matarlos a ellos.<br />
A pesar <strong>de</strong> todo, noviembre terminó con alg<strong>un</strong>a esperanza. Se disiparon las dudas que<br />
inquietaban a Azucena Liévano: sus síntomas eran <strong>un</strong> falso embarazo provocado tal vez por<br />
la tensión nerviosa. Pero no lo celebró. Al contrario: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l susto inicial, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />
tener <strong>un</strong> hijo se le había convertido en <strong>un</strong>a ilusión que se prometió revivir tan pronto como<br />
saliera libre. Diana, por su parte, vio signos <strong>de</strong> esperanza en <strong>de</strong>claraciones <strong>de</strong> los Notables y<br />
<strong>de</strong> Guido Parra sobre las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>un</strong> acuerdo.<br />
El resto <strong>de</strong> noviembre había sido <strong>de</strong> acomodación para Maruja y Beatriz. Cada <strong>un</strong>a a su<br />
modo se forjó <strong>un</strong>a estrategia <strong>de</strong> supervivencia. Beatriz, que es valiente y <strong>de</strong> carácter, se<br />
refugió en el consuelo <strong>de</strong> minimizar la realidad. Soportó muy bien los primeros diez días,<br />
pero pronto tomó conciencia <strong>de</strong> que la situación era más compleja y azarosa, y se enfrentó<br />
<strong>de</strong> medio lado a la adversidad. Maruja, que es <strong>un</strong>a analítica fría a<strong>un</strong> contra su optimismo<br />
casi irracional, se había dado cuenta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento <strong>de</strong> que estaba frente a <strong>un</strong>a<br />
realidad ajena a sus recursos, y que el <strong>secuestro</strong> sería largo y difícil. Se escondió <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>