30.04.2013 Views

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>un</strong>a máscara <strong>de</strong> seda amarilla que hacía juego con su atuendo. Es difícil creer en la seriedad<br />

<strong>de</strong> <strong>un</strong> médico encapuchado, pero aquél <strong>de</strong>mostró <strong>de</strong> entrada que conocía bien su oficio.<br />

Tenía <strong>un</strong>a seguridad tranquilizante. Llevaba <strong>un</strong> estuche <strong>de</strong> cuero fino, gran<strong>de</strong> como <strong>un</strong>a<br />

maleta <strong>de</strong> viaje, con el fonendoscopio, el tensiómetro, <strong>un</strong> electrocardiógrafo <strong>de</strong> baterías, <strong>un</strong><br />

laboratorio portátil para análisis a domicilio, y otros recursos para emergencias. Examinó a<br />

fondo a las tres rehenes, y les hizo análisis <strong>de</strong> orina y <strong>de</strong> sangre en el laboratorio portátil.<br />

Mientras la examinaba, el médico le dijo en secreto a Maruja: «Me siento la persona más<br />

avergonzada <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do por tener que verla a usted en esta situación. Quiero <strong>de</strong>cirle que<br />

estoy aquí por la fuerza. Fui muy amigo y partidario <strong>de</strong>l doctor Luis Carlos Galán, y voté<br />

por él. Usted no se merece este sufrimiento, pero trate <strong>de</strong> sobrellevarlo. La serenidad es<br />

buena para su salud». Maruja apreció sus explicaciones, pero no pudo superar el asombro<br />

por su elasticidad moral. A Beatriz le repitió el discurso exacto.<br />

El diagnóstico para ambas fue <strong>un</strong> estrés severo y <strong>un</strong> principio <strong>de</strong> <strong>de</strong>snutrición, para lo cual<br />

or<strong>de</strong>nó enriquecer y balancear la dieta. A Maruja le encontró problemas circulatorios y <strong>un</strong>a<br />

infección vesical <strong>de</strong> cuidado, y le prescribió <strong>un</strong> tratamiento a base <strong>de</strong> Vasotón, diuréticos y<br />

pastillas calmantes. A Beatriz le recetó sedante para entretener la úlcera gástrica. A Marina<br />

-a quien ya había visto antes-, se limitó a darle consejos para que se preocupara más por su<br />

propia salud, pero no la encontró muy receptiva. A las tres les or<strong>de</strong>nó caminar a buen paso<br />

por lo menos <strong>un</strong>a hora diaria. ..<br />

A partir <strong>de</strong> entonces a cada <strong>un</strong>a les dieron <strong>un</strong>a caja <strong>de</strong> veinte pastillas <strong>de</strong> <strong>un</strong> tranquilizante<br />

para tomar <strong>un</strong>a por la mañana, otra al mediodía y otra antes <strong>de</strong> dormir. En caso extremo<br />

podían cambiarlo por <strong>un</strong> barbitúrico fulminante que les permitió escapar a muchos horrores<br />

<strong>de</strong>l encierro. Bastaba <strong>un</strong> cuarto <strong>de</strong> pastilla para quedar sin sentido antes <strong>de</strong> contar hasta<br />

cuatro.<br />

Des<strong>de</strong> la <strong>un</strong>a <strong>de</strong> aquella madrugada empezaron a caminar en el patio oscuro con los<br />

asustados guardianes que las mantenían bajo la mira <strong>de</strong> sus metralletas sin seguro. Se<br />

marearon a la primera vuelta, sobre todo Maruja, que <strong>de</strong>bió sostenerse <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s para<br />

no caer. Con la ayuda <strong>de</strong> los guardianes, y a veces con Damaris, terminaron por<br />

acostumbrarse. Al cabo <strong>de</strong> dos semanas Maruja llegó a dar con paso rápido hasta mil<br />

vueltas contadas: dos kilómetros. El estado <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong> todas mejoró, y con él la concordia<br />

doméstica.<br />

El patio fue el. único lugar <strong>de</strong> la casa que conocieron a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l cuarto. Estaba en tinieblas<br />

mientras duraban los paseos, pero en las noches claras se alcanzaba a ver <strong>un</strong> lava<strong>de</strong>ro<br />

gran<strong>de</strong> y medio en ruinas, con ropa puesta a secar en alambres y <strong>un</strong> gran <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

cajones rotos y trastos en <strong>de</strong>suso. Sobre la marquesina <strong>de</strong>l lava<strong>de</strong>ro había <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do piso<br />

con <strong>un</strong>a ventana clausurada y los vidrios polvorientos tapados con cortinas <strong>de</strong> periódicos.<br />

Las secuestradas pensaban que era allí don<strong>de</strong> dormían los guardianes que no estaban <strong>de</strong><br />

turno. Había <strong>un</strong>a puerta hacia la cocina, otra hacia el cuarto <strong>de</strong> las secuestradas, y <strong>un</strong> portón<br />

<strong>de</strong> tablas viejas que no llegaba hasta el suelo. Era el portón <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do. Más tar<strong>de</strong> se darían<br />

cuenta <strong>de</strong> que daba a <strong>un</strong> potrero apacible don<strong>de</strong> pacían cor<strong>de</strong>ros pascuales y gallinas<br />

<strong>de</strong>sperdigadas. Parecía muy fácil <strong>de</strong> abrirlo para evadirse, pero estaba guardado por <strong>un</strong><br />

pastor alemán <strong>de</strong> aspecto insobornable. Sin embargo, Maruja se hizo amiga <strong>de</strong> él, hasta el<br />

p<strong>un</strong>to <strong>de</strong> que no ladraba cuando se acercaba a acariciarlo.<br />

Diana se quedó a solas consigo misma cuando liberaron a Azucena. Veía televisión, oía<br />

radio, a veces leía la prensa, y con más interés que n<strong>un</strong>ca, pero conocer las <strong>noticia</strong>s sin<br />

tener con quién comentarlas era lo único peor que no saberlas. El trato <strong>de</strong> sus guardianes le<br />

parecía bueno, y reconocía el esfuerzo que hacían para complacerla. «No quiero ni es fácil

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!