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gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

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Richard, arrodillado j<strong>un</strong>to a Diana, levantó los brazos, y dijo: «¡No disparen!». Uno <strong>de</strong> los<br />

agentes lo miró on <strong>un</strong>a cara <strong>de</strong> gran sorpresa y le preg<strong>un</strong>tó:<br />

-¿Dón<strong>de</strong> está Pablo?<br />

-No sé -dijo Richard-. Soy Richard Becerra, el periodista. Aquí está Diana Turbay y está<br />

herida.<br />

-Compruébelo-dijo <strong>un</strong> agente.<br />

Richard le mostró la cédula <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad. Ellos y alg<strong>un</strong>os campesinos que surgieron <strong>de</strong> las<br />

breñas ayudaron a transportar a Diana en <strong>un</strong>a hamaca improvisada con <strong>un</strong>a sábana, y la<br />

acostaron <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l helicóptero. El dolor se le había vuelto insoportable, pero estaba<br />

tranquila y lúcida, y sabía que iba a morir.<br />

Media hora <strong>de</strong>spués, el ex presi<strong>de</strong>nte Turbay recibió <strong>un</strong>a llamada <strong>de</strong> <strong>un</strong>a fuente militar, para<br />

<strong>de</strong>cirle que su hija Diana y Francisco Santos habían sido rescatados en Me<strong>de</strong>llín mediante<br />

<strong>un</strong> operativo <strong>de</strong>l Cuerpo Elite. De inmediato llamó a Hernando Santos, que lanzó <strong>un</strong> alarido<br />

<strong>de</strong> victoria, y or<strong>de</strong>nó a los telefonistas <strong>de</strong> su periódico que dieran la <strong>noticia</strong> a toda la familia<br />

dispersa. Luego llamó al apartamento <strong>de</strong> Alberto Villamizar, y le retransmitió la <strong>noticia</strong> tal<br />

como se la habían dado. «¡Qué maravilla! », gritó Villamizar. Su júbilo era sincero, pero<br />

enseguida cayó en la cuenta <strong>de</strong> que <strong>un</strong>a vez liberados Pacho y Diana las únicas ejecutables<br />

que quedaban en manos <strong>de</strong> Escobar eran Maruja y Beatriz.<br />

Mientras hacía llamadas <strong>de</strong> urgencia encendió el radio y comprobó que la <strong>noticia</strong> no estaba<br />

todavía en el aire. Iba a marcar el número <strong>de</strong> Rafael Pardo, cuando el teléfono volvió a<br />

timbrar. Era otra vez Hernando Santos para <strong>de</strong>cirle <strong>de</strong>scorazonado que Turbay había<br />

corregido la primera <strong>noticia</strong>. El liberado no era Francisco Santos sino el camarógrafo<br />

Richard Becerra, y Diana estaba mal herida. Sin embargo, a Hernando Santos no lo<br />

perturbaba tanto el error, como la consternación <strong>de</strong> Turbay por haberle causado <strong>un</strong>a falsa<br />

alegría.<br />

Martha Lupe Rojas no estaba en su casa cuando la llamaron <strong>de</strong>l noticiero para darle la<br />

<strong>noticia</strong> <strong>de</strong> que Richard había sido liberado. Había ido a casa <strong>de</strong> sus hermanos, y estaba tan<br />

pendiente <strong>de</strong> las <strong>noticia</strong>s que se llevó su radio portátil inseparable. Pero aquel día, por<br />

primera vez <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el <strong>secuestro</strong>, no f<strong>un</strong>cionó.<br />

En el taxi que la llevaba al noticiero cuando alguien le dio la <strong>noticia</strong> <strong>de</strong> que su hijo estaba a<br />

salvo, la voz familiar <strong>de</strong>l periodista Juan Gossaín la puso en la realidad: las informaciones<br />

<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín eran todavía muy confusas. Se había comprobado que Diana Turbay estaba<br />

muerta, pero no había nada claro sobre Richard Becerra. Martha Lupe empezó a rezar en<br />

voz baja: «Dios mío haz que las balas le pasen por <strong>un</strong> lado y no lo toquen». En ese<br />

momento, Richard llamó a su casa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín para contarle que estaba a salvo, y no la<br />

encontró. Pero el grito emocionado <strong>de</strong> Gossaín le <strong>de</strong>volvió el alma a Martha Lupe:<br />

-¡Extra! ¡Extra! ¡El camarógrafo Richard Becerra está vivo!<br />

Martha Lupe se echó a llorar, y no pudo controlarse hasta tar<strong>de</strong> en la noche, cuando recibió<br />

a su hijo en la redacción <strong>de</strong>l noticiero Criptón. Hoy lo recuerda: «Estaba en los puros<br />

huesos, pálido y barbudo, pero vivo».<br />

Rafael Pardo había recibido la <strong>noticia</strong> minutos antes en su oficina por <strong>un</strong>a llamada <strong>de</strong> <strong>un</strong><br />

periodista amigo que quería confirmar <strong>un</strong>a versión <strong>de</strong>l rescate. Llamó al general Maza<br />

Márquez y luego al director <strong>de</strong> la policía, general Gómez Padilla, y ning<strong>un</strong>o sabía <strong>de</strong>

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