gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Se dio cuenta <strong>de</strong> que el hermano la había reconocido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> que ella se i<strong>de</strong>ntificara.<br />
Oyó <strong>un</strong> suspiro hondo y áspero, corno el <strong>de</strong> <strong>un</strong> gato, y enseguida la preg<strong>un</strong>ta sin <strong>un</strong>a<br />
mínima alteración <strong>de</strong> la voz:<br />
-¿Dón<strong>de</strong> está?<br />
-En mi casa -dijo Beatriz.<br />
-Perfecto -dijo Villamizar-. Estoy ahí en diez minutos. Mientras tanto, no hable con nadie.<br />
Llegó p<strong>un</strong>tual. La llamada <strong>de</strong> Beatriz lo sorprendió cuando estaba por rendirse. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
la alegría <strong>de</strong> ver a la hermana y <strong>de</strong> tener la primera y única <strong>noticia</strong> directa <strong>de</strong> la esposa<br />
cautiva, lo movía la urgencia <strong>de</strong> preparar a Beatriz antes <strong>de</strong> que llegaran los periodistas y la<br />
policía. Su hijo Andrés, que tiene <strong>un</strong>a vocación irresistible <strong>de</strong> corredor <strong>de</strong> automóviles, lo<br />
llevó en el tiempo justo.<br />
Los ánimos se habían serenado. Beatriz estaba en la sala, con su marido y sus hijos, y con<br />
su madre y sus dos hermanas, que escuchaban ávidos su relato. A Alberto le pareció pálida<br />
por el largo encierro y más joven que antes, y con <strong>un</strong> aire <strong>de</strong> colegiala por la suda<strong>de</strong>ra<br />
<strong>de</strong>portiva, la cola <strong>de</strong> caballo y los zapatos planos. Trató <strong>de</strong> llorar, pero él se lo impidió,<br />
ansioso por saber <strong>de</strong> Maruja. «Tenga por seguro que está bien -le dijo Beatriz-. La cosa allá<br />
es difícil pero se aguanta, y Maruja es muy valiente.» Y enseguida trató <strong>de</strong> resolver la<br />
preocupación que la atormentaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía quince días.<br />
-¿Sabes el teléfono <strong>de</strong> Marina? -preg<strong>un</strong>tó.<br />
Villamizar pensó que tal vez lo menos brutal sería la verdad.<br />
-La mataron -dijo.<br />
El dolor <strong>de</strong> la mala <strong>noticia</strong> se le conf<strong>un</strong>dió a Beatriz con <strong>un</strong> pavor retroactivo. Si lo hubiera<br />
sabido dos horas antes tal vez no habría resistido el viaje <strong>de</strong> la liberación. Lloró hasta<br />
saciarse. Mientras tanto, Villamizar tomó precauciones para que no entrara nadie mientras<br />
se ponían <strong>de</strong> acuerdo sobre <strong>un</strong>a versión pública <strong>de</strong>l <strong>secuestro</strong> que no pusiera en riesgo a los<br />
otros secuestrados.<br />
Los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l cautiverio permitían formarse <strong>un</strong>a i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la casa don<strong>de</strong> estaba la prisión.<br />
Para proteger a Maruja, Beatriz <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>cir a la prensa que el viaje <strong>de</strong> regreso había durado<br />
más <strong>de</strong> tres horas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún lugar <strong>de</strong> tierra templada. A<strong>un</strong>que la verdad era otra: la<br />
distancia real, las cuestas <strong>de</strong>l camino, la música <strong>de</strong> los altoparlantes que los fines <strong>de</strong> semana<br />
tronaba casi hasta el amanecer, el ruido <strong>de</strong> los aviones, el clima, todo indicaba que era <strong>un</strong><br />
barrio urbano. Por otra parte, habría bastado con interrogar a cuatro o cinco curas <strong>de</strong>l sector<br />
para <strong>de</strong>scubrir cuál fue el que exorcizó la casa.<br />
Otros errores aún más torpes revelaban pistas para intentar <strong>un</strong> rescate armado con el<br />
mínimo <strong>de</strong> riesgos. La hora <strong>de</strong>bía ser las seis <strong>de</strong> la mañana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l cambio <strong>de</strong> turno,<br />
pues los guardianes <strong>de</strong> reemplazo no dormían bien durante la noche y caían rendidos por<br />
los suelos sin preocuparse <strong>de</strong> sus armas. Otro dato importante era la geografía <strong>de</strong> la casa, y<br />
en especial la puerta <strong>de</strong>l patio, don<strong>de</strong> alg<strong>un</strong>a vez vieron <strong>un</strong> guardián armado, y el perro era<br />
más sobornable <strong>de</strong> lo que hacían creer sus ladridos. Era imposible prever si alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />
lugar no había a<strong>de</strong>más <strong>un</strong> cinturón <strong>de</strong> seguridad, a<strong>un</strong>que el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l régimen interno no<br />
inducía a creerlo, y en todo caso habría sido fácil averiguarlo <strong>un</strong>a vez localizada la casa.<br />
Después <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> Diana Turbay se confiaba menos que n<strong>un</strong>ca en el éxito <strong>de</strong> los