gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
El relato fue dicho con energía y precisión, y con la esperanza <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar el interés <strong>de</strong>l<br />
presi<strong>de</strong>nte, pero no <strong>de</strong>scubrió ni <strong>un</strong>a señal <strong>de</strong> compasión. «Era como <strong>un</strong> bloque <strong>de</strong> hielo»,<br />
diría más tar<strong>de</strong> evocando aquel día. Sin saber por qué ni en qué instante, y sin po<strong>de</strong>r<br />
evitarlo, empezó a llorar. Entonces se le revolvió el temperamento que había logrado<br />
dominar, y cambió por com~ pleto <strong>de</strong> tema y <strong>de</strong> modo. Le reclamó al presi<strong>de</strong>nte su<br />
indiferencia y su frialdad por no cumplir con la obligación constitucional <strong>de</strong> salvar las vidas<br />
<strong>de</strong> los secuestrados.<br />
-Póngase a pensar -concluyó-, si la niña suya hubiera estado en estas circ<strong>un</strong>stancias. ¿Qué<br />
habría hecho usted?<br />
Lo miró directo a los ojos, pero estaba ya tan exaltada que el presi<strong>de</strong>nte no pudo<br />
interrumpirla. Él mismo lo contaría más tar<strong>de</strong>: «Me preg<strong>un</strong>taba, pero no me daba tiempo <strong>de</strong><br />
contestar». Nydia, en efecto, le cerró el paso con otra preg<strong>un</strong>ta: «¿Usted no cree, señor<br />
presi<strong>de</strong>nte, que se equivocó en el manejo que le dio a este problema?». El presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>jó<br />
ver por primera vez <strong>un</strong>a sombra <strong>de</strong> duda. «N<strong>un</strong>ca había sufrido tanto», diría años <strong>de</strong>spués.<br />
Pero sólo pestañeó, y dijo con su voz natural:<br />
-Es posible.<br />
Nydia se puso <strong>de</strong> pie, le dio la mano en silencio, y salió <strong>de</strong> la oficina antes <strong>de</strong> que él pudiera<br />
abrirle la puerta. Miguel Silva entró entonces en el <strong>de</strong>spacho y encontró al presi<strong>de</strong>nte muy<br />
impresionado con la historia <strong>de</strong>l sicario muerto. Pero reaccionó con la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> escribir<br />
<strong>un</strong>a carta privada al procurador general para que investigara el caso y se hiciera justicia.<br />
La mayoría <strong>de</strong> las personas coincidían en que la acción había sido para capturar a Escobar o<br />
a <strong>un</strong> capo importante, pero que a<strong>un</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esa lógica fue <strong>un</strong>a estupi<strong>de</strong>z y <strong>un</strong> fracaso<br />
irreparable. Según la versión inmediata <strong>de</strong> la policía, Diana había muerto en <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong><br />
<strong>un</strong> operativo <strong>de</strong> búsqueda con apoyo <strong>de</strong> helicópteros y personal <strong>de</strong> tierra. Sin proponérselo<br />
se encontraron con el comando que llevaba a Diana Turbay y al camarógrafo Richard<br />
Becerra. En la huida, <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los secuestradores le disparó a Diana por la espalda y le<br />
fracturó la espina dorsal. El camarógrafo salió ileso. Diana fue trasladada al Hospital<br />
General <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín en <strong>un</strong> helicóptero <strong>de</strong> la policía, y allí murió a las cuatro y treinta y<br />
cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />
La versión <strong>de</strong> Pablo Escobar era muy distinta y coincidía en sus p<strong>un</strong>tos esenciales con la<br />
que Nydia le contó al presi<strong>de</strong>nte. Según él, la policía había hecho el operativo a sabiendas<br />
<strong>de</strong> que los secuestrados estaban en el lugar. La información se la habían arrancado bajo<br />
tortura a dos sicarios suyos que i<strong>de</strong>ntificó con sus nombres reales y números <strong>de</strong> cédula.<br />
Estos, según el com<strong>un</strong>icado, habían sido aprehendidos y torturados por la policía, y <strong>un</strong>o <strong>de</strong><br />
ellos había guiado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>un</strong> helicóptero a los jefes <strong>de</strong>l operativo. Dijo que Diana fue muerta<br />
por la policía cuando huía <strong>de</strong>l combate, ya liberada por sus captores. Dijo, por último, que<br />
en la escaramuza habían muerto también tres campesinos inocentes que la policía presentó<br />
a la prensa como sicarios caídos en combate. Este informe <strong>de</strong>bió darle a Escobar las<br />
satisfacciones que esperaba en cuanto a sus <strong>de</strong>n<strong>un</strong>cias <strong>de</strong> violaciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos humanos<br />
por parte <strong>de</strong> la policía.<br />
Richard Becerra el único testigo disponible, fue asediado por los periodistas la misma<br />
noche <strong>de</strong> la tragedia en <strong>un</strong> salón <strong>de</strong> la Dirección General <strong>de</strong> Policía en Bogotá. Estaba<br />
todavía con la chamarra <strong>de</strong> cuero negro con que lo habían secuestrado y con el sombrero <strong>de</strong>