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esi<strong>de</strong>ncias urbanas <strong>de</strong> Pablo Escobar en Me<strong>de</strong>llín, y que el chofer hubiera dado muchas<br />

vueltas para que el padre creyera que iban muy lejos <strong>de</strong> La Loma.<br />

Contó que lo recibieron en el jardín <strong>un</strong>os veinte hombres con las armas a la vista, a los<br />

cuales regañó por su mala vida y sus reticencias para entregarse. Pablo Escobar en persona<br />

lo esperó en la terraza, vestido con <strong>un</strong> conj<strong>un</strong>to <strong>de</strong> algodón blanco <strong>de</strong> andar por casa, y <strong>un</strong>a<br />

barba muy negra y larga. El miedo confesado por el padre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que llegó a La Loma, y<br />

luego en la incertidumbre <strong>de</strong>l viaje, se disipó al verlo.<br />

-Pablo -le dijo-, vengo a que arreglemos esta vaina.<br />

Escobar le correspondió con igual cordialidad y con <strong>un</strong> gran respeto. Se sentaron en dos <strong>de</strong><br />

los sillones <strong>de</strong> cretona floreada <strong>de</strong> la sala, frente a frente, y con el ánimo dispuesto para <strong>un</strong>a<br />

larga charla <strong>de</strong> viejos amigos. El padre se tomó <strong>un</strong> whisky que acabó <strong>de</strong> calmarlo, mientras<br />

Escobar se bebió <strong>un</strong> jugo <strong>de</strong> frutas sorbo a sorbo y con todo su tiempo. Pero la duración<br />

prevista <strong>de</strong> la visita se redujo a tres cuartos <strong>de</strong> hora por la impaciencia natural <strong>de</strong>l padre y el<br />

estilo oral <strong>de</strong> Escobar, tan conciso y cortante como el <strong>de</strong> sus cartas.<br />

Preocupado por las lag<strong>un</strong>as mentales <strong>de</strong>l padre, Villamizar lo había instruido para que<br />

tomara notas <strong>de</strong> la conversación. Así lo hizo, pero al parecer fue más lejos. Con el pretexto<br />

<strong>de</strong> su mala memoria, le pedía a Escobar que escribiera <strong>de</strong> su puño y letra sus propuestas<br />

esenciales, y <strong>un</strong>a vez escritas se las hacía cambiar o tachar con el argumento <strong>de</strong> que eran<br />

imposibles <strong>de</strong> cumplir. Fue así como Escobar minimizó el tema obsesivo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>stitución<br />

<strong>de</strong> los policías acusados por él <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> <strong>de</strong>smanes, y se concentró en la seguridad<br />

<strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong> reclusión.<br />

El padre contó que le había preg<strong>un</strong>tado a Escobar si era el autor <strong>de</strong> los atentados contra<br />

cuatro candidatos presi<strong>de</strong>nciales. Él le contestó en diagonal que le atribuían crímenes que<br />

no había cometido. Le aseguró que no había podido impedir el <strong>de</strong>l profesor Low Mutra,<br />

cometido el 30 <strong>de</strong> abril pasado en <strong>un</strong>a calle <strong>de</strong> Bogotá, porque era <strong>un</strong>a or<strong>de</strong>n dada <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

mucho antes y no hubo modo <strong>de</strong> cambiarla. En cuanto a la liberación <strong>de</strong> Maruja y Pacho<br />

eludió <strong>de</strong>cir algo que pudiera comprometerlo como autor, pero dijo que los Extraditables<br />

los mantenían en condiciones normales y con buena salud, y serían liberados tan pronto<br />

como se acordaran los términos <strong>de</strong> la entrega. En particular sobre Pacho, dijo con seriedad:<br />

«Ése está feliz con su <strong>secuestro</strong>». Por último reconoció la buena fe <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte Gaviria y<br />

expresó su complacencia <strong>de</strong> llegar a <strong>un</strong> acuerdo. Ese papel, escrito a veces por el padre, y la<br />

mayor parte corregida y mejor explicada por Escobar <strong>de</strong> su puño y letra, fue la primera<br />

propuesta formal <strong>de</strong> la entrega.<br />

El padre se había levantado para <strong>de</strong>spedirse cuando se le cayó <strong>un</strong>a <strong>de</strong> las lentillas <strong>de</strong><br />

contacto. Trató <strong>de</strong> ponérsela, Escobar lo ayudó, solicitaron auxilios <strong>de</strong> los empleados, pero<br />

fue inútil. El padre estaba <strong>de</strong>sesperado. «No hay nada que hacer -dijo-. La única que pue<strong>de</strong><br />

es Paulina.» Para su sorpresa, Escobar sabía muy bien quién era ella, y sabía dón<strong>de</strong> estaba<br />

en aquel momento.<br />

-No se preocupe, padre -dijo-. Si quiere la mandamos a traer.<br />

Pero el padre no soportaba más la ansiedad <strong>de</strong> regresar y prefirió irse sin los lentes. Antes<br />

<strong>de</strong> los adioses, Escobar le pidió la bendición para <strong>un</strong>a medallita <strong>de</strong> oro que llevaba al<br />

cuello. El padre lo hizo en el jardín asediado por los escoltas.

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