indicaba- la única exigencia real y perentoria en aquel momento era la <strong>de</strong> no ser extraditados. De modo que no le pareció imposible obtener esa precisión para el <strong>de</strong>creto. Pero antes le exigió a Guido Parra la misma franqueza y <strong>de</strong>terminación que los Extraditables exigían. Quiso saber, primero, hasta dón<strong>de</strong> estaba Parra autorizado para negociar, y seg<strong>un</strong>do, cuánto tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> arreglado el <strong>de</strong>creto liberarían a los rehenes. Guido Parra fue formal. -Veinticuatro horas <strong>de</strong>spués están fuera -dijo. -Todos, por supuesto -dijo Villamizar. -Todos.
5 Un mes <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>secuestro</strong> <strong>de</strong> Maruja y Beatriz se había resquebrajado el régimen absurdo <strong>de</strong>l cautiverio. Ya no pedían permiso para levantarse, y cada quien se servía su café o cambiaba los canales <strong>de</strong> televisión. Lo que se hablaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuarto seguía siendo en susurros pero los movimientos se habían vuelto más espontáneos. Maruja no tenía que sofocarse con la almohada para toser, a<strong>un</strong>que tomaba las precauciones mínimas para que no la oyeran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera. El almuerzo y la comida seguían iguales, con los mismos frijoles, las mismas lentejas, las mismas piltrafas <strong>de</strong> carne reseca y <strong>un</strong>a sopa <strong>de</strong> paquete ordinario. Los guardianes hablaban mucho entre ellos sin más precauciones que los susurros. Se intercambiaban <strong>noticia</strong>s sangrientas, <strong>de</strong> cuánto habían ganado por cazar policías en las noches <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín, <strong>de</strong> sus proezas <strong>de</strong> machos y sus dramas <strong>de</strong> amor. Maruja había logrado convencerlos <strong>de</strong> que en el caso <strong>de</strong> <strong>un</strong> rescate armado era más realista que las protegieran para asegurarse al menos <strong>un</strong> tratamiento digno y <strong>un</strong> juicio compasivo. Al principio parecían indiferentes, pues eran fatalistas irredimibles, pero la táctica <strong>de</strong> ablandamiento logró que no mantuvieran encañonadas a sus cautivas mientras dormían, y que escondieran las armas envueltas en <strong>un</strong>a bayetilla <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l televisor. Esa <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia reciproca, y el sufrimiento común, terminaron por imponer a las relaciones alg<strong>un</strong>os visos <strong>de</strong> humanidad. Maruja, por su temperamento, no se guardaba nada que pudiera amargarla. Se <strong>de</strong>sahogaba con los guardianes, que estaban hechos para pelear, y los encaraba con <strong>un</strong>a <strong>de</strong>terminación escalofriante: «Máterne». Alg<strong>un</strong>as veces se <strong>de</strong>sahogó con Marina, cuyas complacencias con los guardianes la indignaban y cuyas fantasías apocalípticas la sacaban <strong>de</strong> quicio. A veces levantaba la vista, sin motivo alg<strong>un</strong>o, y hacía <strong>un</strong> comentario <strong>de</strong>smoralizador o <strong>un</strong> vaticinio siniestro. -Detrás <strong>de</strong> ese patio hay <strong>un</strong> taller para los automóviles <strong>de</strong> los sicarios -dijo alg<strong>un</strong>a vez-. Allí están todos, <strong>de</strong> día y <strong>de</strong> noche, armados <strong>de</strong> escopetas, listos para venir a matarnos. El tropiezo más grave, sin embargo, ocurrió <strong>un</strong>a tar<strong>de</strong> en que Marina soltó sus improperios habituales contra los periodistas, porque no la mencionaron en <strong>un</strong> programa <strong>de</strong> televisión sobre los secuestrados. -Todos son <strong>un</strong>os hijos <strong>de</strong> puta -dijo. Maruja se le enfrentó. -Eso sí que no -le replicó, enfurecida-. Respete. Marina no replicó y más tar<strong>de</strong>, en <strong>un</strong> instante <strong>de</strong> sosiego, le pidió perdón. En realidad, estaba en <strong>un</strong>. m<strong>un</strong>do aparte. Tenía <strong>un</strong>os sesenta y cuatro años, y había sido <strong>de</strong> <strong>un</strong>a belleza notable, con <strong>un</strong>os hermosos ojos negros y gran<strong>de</strong>s, y <strong>un</strong>a cabellera plateada que conservaba su brillo a<strong>un</strong> en la <strong>de</strong>sgracia. Estaba en los huesos. Cuando llegaron Beatriz y Maruja tenía casi dos meses <strong>de</strong> no hablar con nadie distinto <strong>de</strong> sus guardianes, y necesitó tiempo y
- Page 1 and 2:
Noticia de un Secuestro Gabriel Gar
- Page 3 and 4:
1 Antes de entrar en el automóvil
- Page 5 and 6: hasta el automóvil estacionado det
- Page 7 and 8: Calera, ni pasaron por ningún ret
- Page 9 and 10: ebé como de dos años. A su derech
- Page 11 and 12: 2 El primer miembro de la familia q
- Page 13 and 14: La cajita pasó esa misma noche a f
- Page 15 and 16: Luis Carlos Galán, de quien fue je
- Page 17 and 18: acogedor junto a un invernadero de
- Page 19 and 20: armamento que llevaban no era para
- Page 21 and 22: -Aquí El Tiempo. La noticia salió
- Page 23 and 24: del secuestro. Media hora después
- Page 25 and 26: Un amigo al que le habían pregunta
- Page 27 and 28: No tenían la menor idea de dónde
- Page 29 and 30: -Ronco dormida y no me doy cuenta -
- Page 31 and 32: fondo. Nunca se preocuparon de que
- Page 33 and 34: -bromeaban-. Se demora un poco por
- Page 35 and 36: que si un comando de la policía as
- Page 37 and 38: lo que tuviera que cocinar para el
- Page 39 and 40: sí misma como un caracol en su con
- Page 41 and 42: hielo de la nevera, y tenía la fac
- Page 43 and 44: su campaña electoral para la presi
- Page 45 and 46: Extraditables denunciaran con prueb
- Page 47 and 48: La amistad de Hernando Santos con e
- Page 49 and 50: como le toca, y nosotros como padre
- Page 51 and 52: Antes de un mes volvió Nydia a con
- Page 53 and 54: que nos vamos a dejar engañar otra
- Page 55: 2047 debía ser reformado. Para emp
- Page 59 and 60: urbano. El gallo loco que cantaba a
- Page 61 and 62: dieciséis kilos. Le devolvieron el
- Page 63 and 64: interpretaciones ligeras. Su ánimo
- Page 65 and 66: primera etapa de la campaña, hasta
- Page 67 and 68: describir lo que siento cada minuto
- Page 69 and 70: sin dramatismo los dolores innecesa
- Page 71 and 72: -¿La van a matar? El Monje se cris
- Page 73 and 74: 6 Al amanecer del día siguiente, j
- Page 75 and 76: de Pablo Escobar, o eran sus partid
- Page 77 and 78: En cambio, los tres hermanos Ochoa
- Page 79 and 80: mesura -ha dicho Nydia-. Pero uno s
- Page 81 and 82: estaban en el cuarto de Diana comen
- Page 83 and 84: operativo de rescate. Al rato lo ll
- Page 85 and 86: El relato fue dicho con energía y
- Page 87 and 88: interés público, así como Escoba
- Page 89 and 90: 7 Maruja y Beatriz no se habían en
- Page 91 and 92: ¿Qué será?». Maruja interrumpi
- Page 93 and 94: Ésa había sido su vida hasta el A
- Page 95 and 96: El análisis de Maruja parecía raz
- Page 97 and 98: -Por aquí hay muchos retenes -le d
- Page 99 and 100: Se dio cuenta de que el hermano la
- Page 101 and 102: para evitar que algún laboratorio
- Page 103 and 104: 8 El problema era cómo encontrar a
- Page 105 and 106: Así empezó un segundo secuestro d
- Page 107 and 108:
negativa a intervenir en una guerra
- Page 109 and 110:
tienen mejor excusa para seguir hac
- Page 111 and 112:
«Cuando acabaron de sonar los disp
- Page 113 and 114:
ecíproco, de confianza mutua, en e
- Page 115 and 116:
mantenía abierto al gobierno un ca
- Page 117 and 118:
9 Sola en el cuarto, Maruja tomó c
- Page 119 and 120:
varias veces con sus voces de alien
- Page 121 and 122:
-Es que cuando mataron a los otros
- Page 123 and 124:
-Ustedes matan a sus amigos, sus am
- Page 125 and 126:
Pacho había perdido toda esperanza
- Page 127 and 128:
Por fortuna, el malentendido sirvi
- Page 129 and 130:
de la muerte de Marina. Mantenía c
- Page 131 and 132:
estorbaban más que la basura y el
- Page 133 and 134:
eiteración constante de esa acusac
- Page 135 and 136:
secuestrados. Villamizar no cree qu
- Page 137 and 138:
que ver con ella el mar de Coveñas
- Page 139 and 140:
le preguntó qué iba a hacer despu
- Page 141 and 142:
-Yo me voy -dijo-, esta vaina es un
- Page 143 and 144:
-Padre -le dijeron ellos-, usted no
- Page 145 and 146:
11 Maruja oyó el comunicado de los
- Page 147 and 148:
Preguntas, y la jornada se hizo ins
- Page 149 and 150:
por sus enemigos propios y por el c
- Page 151 and 152:
-¡Ya, ya! -instó el Doctor a Maru
- Page 153 and 154:
-¡Mamá! ¿Dónde estás? Alberto
- Page 155 and 156:
Pacho Santos había oído la notici
- Page 157 and 158:
EPÍLOGO A las nueve de la mañana
- Page 159 and 160:
aclaró que Maruja no añoraba el a
- Page 161 and 162:
cédula que había usado en un viej
- Page 163 and 164:
primero a quien saludó antes de se
- Page 165 and 166:
dijo. Pero Villamizar podía estar
- Page 167:
persona a la que el patrón le hab