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Lengua para docentes - Región Educativa 11

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Estas son algunas de las razones por las que, a lo largo de los módulos <strong>para</strong><br />

alumnos, la oración ha sido tomada como una unidad que se aísla dentro de un<br />

texto <strong>para</strong> organizar la información que se desarrolla en éste. Pero esto siempre<br />

se presenta sin perder la perspectiva de que una oración -salvo que se constituya<br />

en enunciado- se integra en un texto y éste representa el soporte interno de toda<br />

unidad de comunicación representada por el enunciado. Este tiene, a diferencia<br />

de la oración aislada, suelta, un marco contextual que sustenta el sentido<br />

desarrollado en el mismo. Como ya ha quedado explicitado, un enunciado<br />

tiene un emisor, un destinatario, una intención y una finalidad.<br />

Sin embargo, una oración o una palabra pueden, en una situación de comunicación<br />

determinada, constituirse en un enunciado completo, concluso, que<br />

se baste a sí mismo. Se puede tomar como ejemplo:<br />

Ya son las cuatro.<br />

Se trata de una oración. Lo que plantea literalmente es que ha llegado una<br />

hora precisa. Pero sin reponerse los elementos básicos de toda situación de<br />

comunicación (emisor/destinatario/intención/finalidad), el sentido de lo dicho<br />

no se manifiesta en plenitud. ¿Quién dice “ya son las cuatro”? ¿A quién se lo<br />

dice? ¿Por qué lo dice? Podría tratarse de diferentes mensajes dependiendo de<br />

estos factores: un profesor, diciendo esto a sus alumnos, da por finalizada su<br />

clase, ya que tanto él como ellos saben que el horario de trabajo finaliza a esa<br />

hora. Bien podría tratarse de un periodista deportivo que, con la misma<br />

oración, dirigiéndose a la audiencia radial o televisiva, anuncie sin más que el<br />

partido esperado está por comenzar. El sentido de las palabras organizadas en<br />

la estructura de dicha oración se manifiesta en direcciones diferentes. Es<br />

entonces cuando una oración aislada, al insertarse en una encuadre contextual,<br />

deja de ser sólo una unidad de lengua <strong>para</strong> ser un enunciado.<br />

Lo mismo puede ocurrir con una palabra. Puede verse en este ejemplo:<br />

Basta. Suficiente.<br />

Si se piensa en dicho encuadre situacional de quién lo dice, a quién y con qué<br />

finalidad, surgen diferentes posibilidades: una madre a su hijo, poniendo un<br />

límite a sus travesuras; un profesor al alumno que está en situación de examen;<br />

un joven que no quiere escuchar más explicaciones por parte de su novia, etc.<br />

Si cada una de esas palabras se enmarca en un determinada situación, y se<br />

tienen en cuenta los factores que intervienen en el momento de la enunciación,<br />

ya no son unidades abstractas, sino que pasan a constituirse en unidades de<br />

comunicación, en enunciados.<br />

En las últimas décadas, el trabajo en el área <strong>Lengua</strong> se organizaba desde la<br />

Lingüística de la frase y consistía en un análisis pormenorizado de las estructuras<br />

que la integran. Dicho abordaje se hacía desde un punto de vista absolutamente<br />

formal, dejando de lado los aspectos contextuales que funcionan abriendo<br />

un campo que hace de lo dicho algo significativo.<br />

Es importante, sin embargo, que el alumno, aun dentro de esta propuesta de<br />

trabajo, pueda reconocer la oración y el funcionamiento elemental sobre el que<br />

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