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Lengua para docentes - Región Educativa 11

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Los cuentos de hadas nunca han sido literatura <strong>para</strong> niños. Eran<br />

narrados por adultos <strong>para</strong> placer y edificación de jóvenes y viejos;<br />

hablaban del destino del hombre, de las pruebas y tribulaciones que<br />

había que afrontar, de sus miedos y esperanzas, de sus relaciones con el<br />

prójimo y con lo sobrenatural, y todo ello bajo una forma que a todos les<br />

permitía escuchar el cuento con delectación y al mismo tiempo<br />

reflexionar acerca de su profundo significado.<br />

En contradicción con lo que se creyó como verdadero durante millares<br />

de años, a lo largo de estos dos últimos siglos y solamente en el mundo<br />

occidental, la idea de que estas historias son adecuadas sobre todo <strong>para</strong><br />

niños y poco pueden aportar a los adultos se ha hecho preponderante.<br />

Cabe lamentar esta escisión entre los gustos literarios de los niños y los de<br />

sus padres, mediante la cual tiende a ensancharse la frontera que se<strong>para</strong><br />

unas experiencias tan ricas de significación <strong>para</strong> los unos como <strong>para</strong> los<br />

otros (...). El gran auge de las películas del oeste y, más recientemente, de<br />

las de ciencia-ficción, como La guerra de las galaxias, que no son en<br />

esencia sino cuentos de hadas disfrazados con ropaje moderno o<br />

científico, nos induce a pensar que estos temas actuales, lo mismo que los<br />

antiguos, tienen mucho que ofrecer tanto a los jóvenes como a los menos<br />

jóvenes.<br />

Aunque los cuentos de hadas puedan sufrir variación en sus detalles,<br />

según las culturas, por todo el mundo se repiten las mismas intrigas<br />

fundamentales. La historia larga e ininterrumpida de estos cuentos, la<br />

similitud de sus temas, incluso en civilizaciones bien diferentes bajo otros<br />

aspectos, nos están indicando que nunca ni en ninguna parte ha sido el<br />

hombre capaz de hacer frente a los avatares de la vida sin recurrir a<br />

fantasías que, al tiempo que lo alegraban y confortaban, aportaban un<br />

alivio imaginario a las tensiones y zozobras de su opresivo entorno. El<br />

argumento de los cuentos de hadas pone asimismo de relieve que el ser<br />

humano, por doquier y siempre, ha necesitado fantasear y magnificar,<br />

recurriendo a la imaginación, las pruebas que se disponía a afrontar<br />

(...). Y, sobre todo, parece que el hombre ha sentido siempre la necesidad<br />

de buscar protección y aliento en las fantasías que le prometían resolver<br />

favorablemente sus trances de dificultad más graves y desesperados; y esta<br />

esperanza en un desenlace feliz le permitía mantener la creencia de que<br />

acabaría por vivir en paz y satisfecho con su suerte.<br />

Asimismo, cuando a lo largo de las diferentes etapas de su historia, se<br />

creía incapaz de luchar a solas contra los rigores de la vida, el hombre se<br />

ha impulsado a inventar fuerzas y personajes de signo opuesto. Cada<br />

hada buena o cada animal compasivo, como el Gato con Botas, tiene su<br />

correlato en un hada maléfica o en un ogro que amenaza la vida del<br />

héroe; también hay seres infames que gozan engañándolo y muchos otros<br />

que lo aprovechan <strong>para</strong> descargar sobre él sus propias desgracias (...)<br />

En numerosos cuentos de hadas, el héroe o la heroína toman forma de<br />

animal, como el príncipe de La Bella y la bestia o la princesa de La<br />

cierva del bosque (...). No hay forma alguna de angustia que en<br />

cualquiera de los cuentos de hadas no se materialice bajo una apariencia<br />

dramática; por otra parte, tales cuentos nos prometen que acabaremos<br />

por liberarnos de nuestras zozobras y que veremos compensados los<br />

sufrimientos a que nos han sometido. De tal manera que no solamente<br />

encontramos en el texto la expresión de nuestros supremos temores sino<br />

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