ÍndiceIBERCAJA - Ibercaja Obra Social
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dediquen a este objeto, prevengo a V. (al párroco) haga notorio en el distrito de su cargo y en las misas del domingo, que<br />
cualquier paisano que desde aquí en adelante justificará haber muerto un francés, será recompensado con ciento sesenta<br />
reales vellón, pagaderos de cualquier fondo público, que haya en su pueblo, por privilegiado que sea; y cuando ni aun así<br />
hubiese caudal, le será satisfecha dicha suma por un fondo particular que al intento se ha remitido ya en el Estado Mayor<br />
de este Ejército (contrario al francés), debiendo bastar para justificación de haber ejecutado la muerte de un enemigo, certificación<br />
de la justicia o del párroco del pueblo a cuya inmediación la hubiere hecho, y que al mismo tiempo presente una<br />
prenda de vestuario del difunto. Será también recompensado con ciento veinte reales vellón cualquier paisano que presentare<br />
a los jefes militares un itinerario del ejército enemigo, y tomando certificación que lo acredite, le será satisfecha dicha<br />
gratificación en los mismos términos que se han prescrito en el apartado antecedente. Los individuos de los cuerpos de preferencia<br />
y reserva que en particular quisieren dedicarse a hostilizar al enemigo y promover su deserción, podrán hacerlo, obteniendo<br />
antes el beneplácito de V.; y además de las recompensas que quedan indicadas por cada enemigo que mataren o<br />
presentaren, se les bonificarán durante el tiempo que se empleen a este servicio. Recomiendo a V. aliente el espíritu de aquellos<br />
que se presenten a tan útil empresa, asegurándoles que será infalible la recompensa; y que si hubiere alguno que se<br />
distinga con especialidad, ya sea dando muerte a muchos enemigos, o ya proporcionándoles la deserción y presentación,<br />
será premiado en justa recompensa’ [sic]».<br />
Sin embargo cada vez se veía más difícil que por la fuerza de los explosivos o de las armas se pudiera entrar en las fortalezas<br />
de los franceses. Por eso la idea de matar por envenenamiento, ya sea de los caballos primero, o de los mismos soldados,<br />
fue la más aplaudida por algunos de los alocados antifranceses. De ahí viene la llamada «conspiración de los venenos».<br />
Ahora, desgraciadamente para nuestra historia, el gran protagonista será Mn. Coret. De él tenemos un singular y famoso<br />
«paquete», un «lote» que fue encontrado por un comisario llamado De Beaumont, y que a la vez incluye muchos documentos<br />
autógrafos que podrían constituir un auténtico tratado de cómo engañar al enemigo. Aunque Coret nos dice en la instancia<br />
enviada al obispo de Barcelona Sichar que esta acción no motivó ninguna víctima, sabemos que emponzoñó el pan de la<br />
Ciudadela de Barcelona, el aguardiente de Tarragona, el vino del castillo de Llinars, y las cisternas de Hostalric y Mataró.<br />
Cuando todos estos soldados y sus caballos –según afirmaba Coret– estuvieran moribundos, entonces entrarían las tropas<br />
de Lacy a sus fortalezas militares. Pero esto nunca sucedió. Mn. Coret avisaba a los ya envenenados para que buscaran refuerzos<br />
y expulsaran a los soldados de Lacy. Sin embargo sí se causaron muertos y se produjeron no pocos quebraderos de cabeza.<br />
Transcribimos a continuación algunos párrafos muy significativos de cómo se tramaban los envenenamientos y qué se pretendía<br />
con ellos.<br />
«Lacy se ha complicado en extremo haciendo entrar un fiel español a trabajar en la Ciutadella de Barcelona para preparar<br />
la cosa (el veneno) y espera de momento avisos. Luego que estuviera todo a punto se informaría a Lacy del día y hora en<br />
que operaría su remedio (veneno), o sea el efecto nocivo de los venenos. Entonces empezarían las señales para entrar el<br />
ejército en la Ciutadella. Coret las hará desde la cumbre de una azotea, lanzando cohetes, y haciendo brillar antorchas o<br />
fuegos artificiales. Estas señales que deberá repetir el Señor Matas en Tiana en la montaña «l'Hombre» (Turó de l’Home),<br />
y varios observadores también en la cumbre de otras. Así se habrán, con la mayor prontitud, trasladado a Lacy todas las circunstancias<br />
por pequeñas que sean de este gran asunto. Al primer aviso que Coret hiciera después de que ya estuvieran mori-<br />
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