ÍndiceIBERCAJA - Ibercaja Obra Social
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un recorrido por las ruinas de la ciudad y conocer, por las narraciones de los zaragozanos, la lucha encarnizada y la<br />
heroica defensa hecha por éstos frente a los invasores franceses. Les contarían los supervivientes con toda clase de<br />
detalles las vicisitudes y dureza de los combates y el heroísmo de muchos de los defensores. Lo que Goya vio y lo que<br />
le narraron gracias al discípulo-intérprete le causaría hondo pesar. Con toda esa información Goya se dispuso a preparar<br />
dibujos sobre los efectos de la destrucción bélica, con los que después pintar en cuadros las escenas más relevantes<br />
de la defensa de la capital aragonesa.<br />
Sabemos por Alcaide Ibieca que a lo largo del mes de noviembre Goya, aparte de los dibujos, preparó dos bocetos, y<br />
en uno de ellos representó «el hecho de arrastrar los muchachos, en el choque del 4 de agosto, por las calles del Coso,<br />
los cadáveres franceses». Ese día, los atacantes franceses rompieron las defensas zaragozanas y penetraron en la ciudad<br />
hasta el céntrico Coso, pero el pueblo zaragozano en una reacción heroica rechazó a los atacantes, causándoles<br />
muchos muertos y heridos, entre ellos el general Verdier, uno de los jefes del ejército sitiador. También realizó Goya<br />
un dibujo que representaba a Agustina Zaragoza, conocida después como de Aragón, que, según refiere en su diario<br />
Lady Holland, conservó con otros de Goya el general Palafox en su habitación, hasta que, tras la capitulación de Zaragoza<br />
en febrero de 1809, fueron destruidos por los oficiales franceses con sus sables. Asimismo haría unos primeros<br />
esbozos dibujados de la cabeza de Palafox, que le sirviesen para hacerle un retrato de cuerpo entero. Pero eso no se<br />
pudo llevar a efecto hasta 1814, en que Goya pintó el célebre retrato de José de Palafox a caballo, que posee el Museo<br />
del Prado. Entre los dibujos que le inspiró la situación zaragozana estarían también algunos preparatorios de varias escenas<br />
que utilizaría después para «Los Desastres de la Guerra».<br />
A finales de noviembre de 1808, tras la derrota de las tropas de Castaños y Palafox en Tudela ante el ejército francés<br />
del mariscal Lannes, sucedida el 23 de dicho mes, Goya y Luis Gil Ranz salieron huyendo hacia Fuendetodos (Zaragoza),<br />
el pueblo natal de Goya, y distante seis leguas al sur de Zaragoza (en la actualidad a 44 km), pues los ejércitos<br />
napoleónicos se disponían a llevar a cabo el Segundo Sitio de Zaragoza, y maestro y discípulo temerían quedar<br />
atrapados en la ciudad cercada, sin posibilidad de retornar a Madrid. En Fuendetodos vivía desde 1789 su hermano<br />
Tomás Goya, antiguo dorador y pintor, con su familia, dedicado ahora a cultivar las tierras familiares de los Lucientes<br />
y otras que había adquirido con ayuda de su hermano Francisco. Tomás Goya, que moriría en 1822 ó 1823, estaba<br />
viudo de su esposa Polonia Elizondo, fallecida en 1799 ó 1800, y tenía dos hijas, Joaquina y Rafaela, que se desposaron<br />
con jóvenes de Fuendetodos; la primera con Nazario Mozota, escribano real de Fuendetodos primero, y escribano<br />
de Cámara del Crimen de la Real Audiencia de Zaragoza desde 1802, que fue cuando se trasladaron a Zaragoza;<br />
la segunda, Rafaela, casó en 1798 con Ramón Mozota, labrador, y tuvieron una decena de hijos, de los que sólo dos<br />
niñas llegarían a adultas. Así pues, cuando Goya llegó a finales de noviembre de 1808 a Fuendetodos, su hermano<br />
Tomás vivía con su hija Rafaela, su marido Ramón, y las tres niñas que tenían por entonces. Ellos fueron los que acogieron<br />
al pintor y a su joven discípulo, que llegarían al pueblo llenos de miedo por lo que estaba aconteciendo en Zaragoza<br />
y lo que se avecinaba.<br />
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