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ÍndiceIBERCAJA - Ibercaja Obra Social

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escrito a la Academia, de fecha 27 de marzo de 1814, y en nueva situación política, ya expulsado el rey intruso y los<br />

ocupantes franceses de España, Goya vuelva a reclamar el pago de los 9.000 reales por el retrato ecuestre de Fernando<br />

VII, alegando escasez y necesidad de subsistir, dirá que «hubiera sido inútil e imprudente hacer reclamación<br />

alguna de semejante cantidad» en aquellas circunstancias, olvidándose de que ya lo había hecho en mayo de 1809,<br />

y de forma harto imprudente, cuando su actitud patriota sería conocida por todos aquellos que en la Academia o fuera<br />

de ella sabían de su marcha a Zaragoza llamado por Palafox en octubre del año anterior.<br />

Goya tampoco asistiría a la junta extraordinaria de la Academia de San Fernando del 4 de septiembre de 1809, en la<br />

que se dio a conocer el decreto del 18 de agosto por el que cesaban en sus funciones todos los empleados de cualquier<br />

ramo de la administración civil o judicial que no hubiesen sido especialmente nombrados por José I o por sus ministros.<br />

A los profesores de la Academia se les habilitaba «por ahora» para seguir ejerciendo sus funciones, pero todos<br />

los que deseasen continuar en sus puestos estarían obligados a remitir sus antiguos nombramientos acompañados de<br />

nuevas solicitudes.<br />

Durante la ocupación francesa y el gobierno josefino tuvo Goya que contemporizar, bien a su pesar. En 1809 permaneció<br />

totalmente al margen, preparando seguramente los primeros grabados de los «Desastres», pero en 1810 se vería<br />

en la obligación de asistir a la junta extraordinaria de la Academia del 15 de junio en la que el protector, marqués de<br />

Almenara, recibió en audiencia a los directores, tenientes directores y académicos de mérito, que le presentaron un<br />

memorial rogándole que se abriesen de nuevo los estudios, cerrados desde diciembre de 1808. Ya no volvería Goya<br />

a asistir a ninguna de las cinco juntas que se celebraron durante el gobierno intruso, ni tampoco a las nueve siguientes<br />

bajo las autoridades constitucionales, pero sí asistió a las juntas generales celebradas el 18 de junio, 5 de julio,<br />

presidida ésta por el rey Fernando VII, y 17 de julio de 1814, como era habitual en los que habían dejado de ser directores<br />

ejercientes. Recordemos que desde su renuncia en abril de 1797, debido a su sordera que le imposibilitaba para<br />

el ejercicio de la enseñanza, Goya era director honorario de Pintura.<br />

La necesidad de sobrevivir –desde 1808 Goya no cobraba su sueldo de pintor de Cámara, pues Carlos IV había dejado<br />

de ser rey de España y el nuevo monarca intruso José I había elegido a Mariano Maella como su pintor de Cámara–<br />

y de contemporizar con las nuevas autoridades, obligó al patriota Goya a hacer retratos en 1810-1811 de algunos<br />

prohombres del gobierno josefino, como el ministro de Justicia Manuel Romero, o el eclesiástico afrancesado Juan Antonio<br />

Llorente, que fue comisario de la Santa Cruzada, así como los del general francés Nicolás Guyé y de su sobrino Víctor,<br />

o el de la marquesita de Montehermoso, entre otros. Además, pintó la Alegoría de la Villa de Madrid, con el retrato<br />

de José I en un medallón, por encargo del ayuntamiento de la Villa y Corte, y por el que cobró 15.000 reales, de los<br />

que se le hizo un adelanto dada la mala situación económica del pintor. La notoriedad artística de Goya le supuso la<br />

concesión por José I, el 11 de marzo de 1811, de la Real Orden de España, conocida por el color de su cinta como la<br />

Orden «de la Berenjena», condecoración que nunca lució públicamente el pintor aragonés, como manifestó el propio<br />

pintor en 1814 y ratificaron Fernando de la Serna, Antonio Gámir y el párroco de San Martín, que testificaron en su<br />

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