ÍndiceIBERCAJA - Ibercaja Obra Social
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El encargado de llevarle a Goya la carta de Palafox debió de ser Juan Lorenzo Calvo de Rozas, comerciante madrileño<br />
que se había refugiado en Zaragoza tras los sucesos del Dos de Mayo, y que había sido nombrado intendente del Reino<br />
de Aragón por Palafox. Calvo de Rozas había llegado a Madrid en septiembre con el fin de incorporarse, como representante<br />
de Aragón, a la Junta Central Suprema que, presidida por el anciano conde de Floridablanca, se constituyó<br />
en Aranjuez el 25 de septiembre.<br />
La actitud patriota de Goya es indiscutible. Antes de partir hacia Zaragoza escribió el 2 de octubre a José Munárriz, secretario<br />
de la Real Academia de San Fernando. En la carta avisaba de su inmediata marcha a la capital aragonesa, reclamado<br />
por Palafox, «a lo que no puedo excusar por interesarme tanto en la gloria de mi patria», y de que no podría<br />
pasar a la Academia a colocar en el salón de sesiones el retrato ecuestre del rey Fernando VII que había terminado,<br />
encargando a otro colaborador suyo, José Tol, el hacerlo cuando estuviese seca la pintura.<br />
En Madrid se hizo una suscripción popular solicitada por Calvo de Rozas e impulsada por los directores de los Cinco<br />
Gremios a fin de pertrechar al ejército de Aragón. Como refiere Agustín Alcaide Ibieca, cronista y defensor de Zaragoza,<br />
en el tomo segundo de su Historia de los dos Sitios que pusieron a Zaragoza en los años 1808 y 1809 las tropas de<br />
Napoleón (Madrid, 1830-1831), los madrileños «entregaron con el mayor desinterés camisas, dinero y alhajas para<br />
surtir de lo necesario al ejército de Aragón». Sabemos que Goya colaboró en la suscripción, donando 21 varas de lienzo,<br />
es decir, todo el lienzo que tenía para pintar, con el fin de que se hiciesen vendas para los soldados heridos. Así apareció<br />
recogido en la Gazeta de Madrid del 11 de octubre de 1808, cuando ya había salido Goya camino de Zaragoza<br />
para cumplir los deseos de Palafox.<br />
El viaje de Goya a Zaragoza en octubre debió de ser lento, duro y estuvo lleno de peligros por las circunstancias bélicas.<br />
Como estaba completamente sordo desde la grave enfermedad padecida en 1793, se vio obligado a que le acompañara<br />
su joven discípulo Luis Gil Ranz, que lo era también de la Academia de San Fernando desde su ingreso en octubre<br />
de 1799. Luis Gil Ranz, que tenía 21 años, había nacido en Renales (Guadalajara) en 1887 y era sobrino del librero<br />
Elías Ranz, instalado en Madrid, y muy posiblemente también lo era del destacado jurista Antonio Ranz Romanillos,<br />
tan vinculado a Zaragoza por formación académica y por haber sido ministro y oidor de su Real Audiencia entre 1791<br />
y finales de 1800. Desde antes de 1803 Gil Ranz cobraba una pensión de 400 ducados (16.000 r.v.) anuales «para<br />
que se instruyera en el dibujo y pintura al lado y dirección de don Francisco de Goya», como se dice en carta del pintor<br />
Jacinto Gómez a Pedro Cifuentes del 20 de junio de 1803. En el logro de esa pensión, sin duda, tendría que ver<br />
su tío Antonio Ranz Romanillos.<br />
A últimos de octubre, como señala Agustín Alcaide, llegaron a Zaragoza Goya y Gil Ranz. Algo antes lo habían hecho<br />
los pintores de Cámara Juan Gálvez y Fernando Brambila, profesores de la Academia de San Fernando, que habían<br />
ido a Zaragoza para dibujar las ruinas de la ciudad y los retratos de los héroes y defensores con los que harían la famosa<br />
colección de grabados conocida como las Ruinas de Zaragoza, editada en Cádiz en 1812-1813. Tras entrevistarse Goya<br />
con Palafox y con otras autoridades, pudieron comprobar con sus ojos los destrozos sufridos durante el sitio al hacer<br />
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