El medio pelo en la sociedad argentina.pdf - Stella Maris Córdoba
El medio pelo en la sociedad argentina.pdf - Stella Maris Córdoba
El medio pelo en la sociedad argentina.pdf - Stella Maris Córdoba
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Arturo Jauretche <strong>El</strong> <strong>medio</strong> <strong>pelo</strong> <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>sociedad</strong> arg<strong>en</strong>tina<br />
nove<strong>la</strong>. Había toda una literatura popu<strong>la</strong>r que difundía esa cre<strong>en</strong>cia y el rumor de supuestos escándalos<br />
llegaba a los ambi<strong>en</strong>tes de c<strong>la</strong>se media que se confortaban con <strong>la</strong> imag<strong>en</strong> de su superioridad ética). 3<br />
Por otra parte, <strong>la</strong> ciudad era más chica y eso hacía más fácil <strong>la</strong> difer<strong>en</strong>ciación de los niveles y que<br />
recayese el ridículo sobre el que int<strong>en</strong>taba franquearlo a través de <strong>la</strong> simu<strong>la</strong>ción de un status. La c<strong>la</strong>se media<br />
t<strong>en</strong>ía sus propias pautas y no deseaba cambiar<strong>la</strong>s por <strong>la</strong>s de una <strong>sociedad</strong> que consideraba <strong>en</strong><br />
descomposición. Sus gustos y cultura de barrio conformaban sus aspiraciones estéticas, sin que <strong>la</strong><br />
deslumbrase <strong>la</strong> atracción de <strong>la</strong> vida mundana que veía reflejada <strong>en</strong> los periódicos, ni el esteticismo<br />
afrane<strong>la</strong>do que creía propio de un mundo distinto al suyo y del que se s<strong>en</strong>tía completam<strong>en</strong>te extraño. No<br />
existía <strong>en</strong> <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se media ni el snobismo ni <strong>la</strong> tilinguería que resultan siempre del afán de imitación. Existía sí<br />
el guarango por inadaptación a <strong>la</strong>s pautas de <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se, <strong>en</strong> los que no habían logrado cumplir todos los<br />
extremos del status, o <strong>en</strong> los triunfadores de <strong>la</strong> fortuna <strong>en</strong> rápido asc<strong>en</strong>so y cuyas aceleradas variaciones de<br />
posición les impedían el "afiatami<strong>en</strong>to". Porque el guarango es un personaje inevitable de una <strong>sociedad</strong> <strong>en</strong><br />
asc<strong>en</strong>so; casi el precio que se paga por el éxito personal. 4<br />
Existía lo cache. (Segovia <strong>en</strong> su "Diccionario de arg<strong>en</strong>tinismos": dícese de <strong>la</strong> persona o casa<br />
mal arreg<strong>la</strong>da y sin gracia y gusto <strong>en</strong> el adorno. Igualm<strong>en</strong>te Granada. Garzón <strong>en</strong> su "Diccionario<br />
arg<strong>en</strong>tino" trae <strong>la</strong> misma acepción particu<strong>la</strong>rizándose con <strong>la</strong>s pr<strong>en</strong>das fem<strong>en</strong>inas). Pero <strong>la</strong> cachería<br />
como expresión de mal gusto era g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te individual. Más frecu<strong>en</strong>te era lo cursi si se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de<br />
por tal lo que con apari<strong>en</strong>cia de elegancia o riqueza es ridículo y de mal gusto. Pero esta cursería o<br />
3<br />
Sebreli (Op. Cit.) dice que ciertos sectores de <strong>la</strong> burguesía industrial miran con desdén e indifer<strong>en</strong>cia a <strong>la</strong> vieja burguesía<br />
ociosa, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral <strong>la</strong> compuesta por juerguistas, arruinados, corrompidos, viciosos, etc. La observación es cierta y válida para <strong>la</strong>s<br />
antiguas burguesías pero hay que ubicar<strong>la</strong> <strong>en</strong> el tiempo; es uno de los anacronismos <strong>en</strong> que incurre Sebreli atribuy<strong>en</strong>do vig<strong>en</strong>cia<br />
contemporánea, y viceversa, a situaciones de distinta época como a <strong>la</strong>s anteriores a 1930 y <strong>la</strong>s de estos últimos veinte años, <strong>en</strong> que<br />
han variado <strong>la</strong> composición de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses, <strong>la</strong>s ideas morales y políticas, y <strong>la</strong> estructura económica <strong>en</strong> que todo esto reposa. Ahora<br />
salvo Beatriz Guido y el “<strong>medio</strong> <strong>pelo</strong>” nadie ti<strong>en</strong>e esa imag<strong>en</strong> de <strong>la</strong> alta <strong>sociedad</strong> <strong>la</strong> que se explica por el comportami<strong>en</strong>to de <strong>la</strong><br />
misma que ha disminuido su boato y reservado para <strong>la</strong> intimidad fiestas y expansiones. A su vez <strong>la</strong> pr<strong>en</strong>sa ha reducido su "Vida<br />
Social", <strong>la</strong> atracción que repres<strong>en</strong>taba y ha sido ganado por los héroes del deporte, <strong>la</strong> cinematografía, <strong>la</strong> radio y <strong>la</strong> televisión que<br />
interesan mucho más al gran público. La única cli<strong>en</strong>te<strong>la</strong> que resta es el m”<strong>medio</strong> <strong>pelo</strong>”, pero ya no con curiosidad de “C<strong>en</strong>ici<strong>en</strong>ta”;<br />
más bi<strong>en</strong> como <strong>medio</strong> de estar “a <strong>la</strong> page” sobre lo que es bi<strong>en</strong>.<br />
4<br />
En "Filo, Contrafilo y Punta" (Ed. Pampa y Cielo - 1965) me refiero al guarango y su contrafigura el tilingo.<br />
"No sabemos si guarango y tilingo son términos nuestros. No hemos consultado a <strong>la</strong> Academia. Pero indiscutiblem<strong>en</strong>te<br />
son tipos nuestros y recíprocos.”<br />
"<strong>El</strong> tilingo es al guarango lo que el polvo de <strong>la</strong> tal<strong>la</strong> al diamante. O <strong>la</strong> viruta a <strong>la</strong> madera. Producto de un exceso de pulido,<br />
o de <strong>la</strong> garlopa que se pasa. Es <strong>la</strong> difer<strong>en</strong>cia que hay <strong>en</strong>tre tomar el vaso "a <strong>la</strong> que te criaste" y tomarlo con <strong>la</strong>s puntas del índice y<br />
el pulgar y con el meñique apuntando a <strong>la</strong> distancia.<br />
Pero digamos que <strong>en</strong> el guarango está cont<strong>en</strong>ido el bril<strong>la</strong>nte y también <strong>la</strong> madera para el mueble. En el tilingo nada. En el<br />
guarango hay pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te lo que puede ser. <strong>El</strong> tilingo es una frustración. Una decad<strong>en</strong>cia sin haber pasado por <strong>la</strong> pl<strong>en</strong>itud."<br />
"Si el guarango es un cons<strong>en</strong>tido, satisfecho de sí mismo y exultante de esa satisfacción, el tilingo es un acomplejado. <strong>El</strong><br />
guarango es <strong>la</strong> cantidad sin calidad. <strong>El</strong> tilingo es <strong>la</strong> calidad sin el ser. La pura forma que no pudo ser forma. <strong>El</strong> guarango pisa fuerte<br />
porque ti<strong>en</strong>e donde pisar. <strong>El</strong> tilingo ni siquiera pisa: pasa, se desliza. Por eso el tilingo es un producto típico de lo colonial. Los<br />
imperios dan guarangos, sobre todo, cuando se hac<strong>en</strong> demasiado pronto. <strong>El</strong> caso de los EE.UU., por ejemplo".<br />
"Cuando el guarango ti<strong>en</strong>e p<strong>la</strong>ta no hab<strong>la</strong> más que de Nueva York. Antes hab<strong>la</strong>ba de Londres como el tilingo de París.<br />
Hab<strong>la</strong> también de técnica y aspira a ser socio del Club Americano. Compra palos de golf pero sufre terriblem<strong>en</strong>te porque no puede<br />
ir al fútbol. Al tilingo ya se le pasó <strong>la</strong> época del golf desde que los guarangos andan con los palos. <strong>El</strong> tilingo sigue <strong>en</strong> París y más<br />
bi<strong>en</strong> se dirige hacia Ori<strong>en</strong>te. Pasa por Rabindranath Tagore y Lanza del Vasto con unos granos de pimi<strong>en</strong>ta Mao-Tse-Tung. Se<br />
acica<strong>la</strong> con descuido para que no esté del todo aus<strong>en</strong>te Sartre. Como <strong>la</strong> cocina francesa es un puntito "fessandé". Carga con el<br />
guarango como una desgracia nacional, de esa nación que es su "oficina". A veces ti<strong>en</strong>e preocupaciones sociales, y se agobia,<br />
como si llevara "<strong>la</strong> pesada carga del hombre b<strong>la</strong>nco". Pero el "cabecita negra" no es bastante oscuro. Prefiere ocuparse de otros<br />
colores más remotos. Y que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> demandas concretas.<br />
"<strong>El</strong> guarango lo irrita. También irrita el guarango a los guarangos que ya son importantes. Entonces se juntan los<br />
guarangos importantes con los tilingos. No hay que olvidar que el tilingo sale del guarango por exceso de garlopa. Tilingos y<br />
guarangos unidos contra los otros guarangos terminan por mezc<strong>la</strong>rse y se vuelv<strong>en</strong> contra el país que no es ni guarango ni tilingo. Y<br />
esa es <strong>la</strong> explicación psicológica de algunas revoluciones cuyas raíces son económicas y sociales pero utilizan estos instrum<strong>en</strong>tos,<br />
porque los que manejan el país desde afuera sab<strong>en</strong> cuales son nuestros puntos débiles".<br />
118