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Nuestra democracia.pdf - Programa de las Naciones Unidas para el ...

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RECUADRO 4.2<br />

El <strong>de</strong>bilitamiento <strong>de</strong>l lazo entre <strong>el</strong>ectores y partidos<br />

La vigencia <strong>de</strong> <strong>las</strong> divisiones partidarias, su<br />

r<strong>el</strong>ativa legibilidad, la capacidad que tenían<br />

los <strong>el</strong>ectores <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntifi carse con <strong>el</strong>los, en<br />

otro momento habían permitido a la prueba<br />

<strong>el</strong>ectoral conservar una r<strong>el</strong>ativa centralidad<br />

en <strong>el</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>mocrático. Estas características<br />

se disiparon a partir <strong>de</strong> fi nes <strong>de</strong> los años<br />

setenta. La aparición <strong>de</strong> un <strong>el</strong>ector consi<strong>de</strong>-<br />

DÉFICITS DE LA DEMOCRACIA LATINOAMERICANA 107<br />

rado más “estratega”, y <strong>el</strong> <strong>de</strong>bilitamiento <strong>de</strong><br />

los sentimientos <strong>de</strong> pertenencia a un campo<br />

bien <strong>de</strong>terminado contribuyeron esencialmente<br />

a este movimiento. El retroceso <strong>de</strong> la<br />

noción <strong>de</strong> programa político, consecuencia<br />

automática <strong>de</strong> la inscripción en un universo<br />

más inestable, a <strong>las</strong> presiones externas más<br />

fuertes, prolongó los efectos.<br />

Fuente: Pierre Rosanvallon, La crisis <strong>de</strong> la representación política en América Latina. Documento pre<strong>para</strong>do<br />

<strong>para</strong> <strong>el</strong> proyecto.<br />

que plantean <strong>para</strong> la sociedad. Si <strong>las</strong> contiendas <strong>el</strong>ectorales carecen <strong>de</strong> contenido, <strong>el</strong><br />

votante simplemente no pue<strong>de</strong> escoger entre opciones sustantivas, y los candidatos<br />

que son <strong>el</strong>ectos sólo pue<strong>de</strong>n ser representantes en un sentido formal. No representan<br />

una opción <strong>de</strong> sociedad, no se <strong>de</strong>lega en <strong>el</strong>los la construcción <strong>de</strong> un cierto <strong>de</strong>stino <strong>para</strong><br />

<strong>el</strong> conjunto. Aquí radica un primer aspecto <strong>de</strong> la crisis <strong>de</strong> partidos y <strong>de</strong> su representación<br />

(véase recuadro 4.2).<br />

Es difícil imaginar un cambio en la r<strong>el</strong>ación ciudadano-partidos si no se modifi ca la<br />

pobreza <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> los programas <strong>el</strong>ectorales. En muchos países, esos programas,<br />

que <strong>de</strong>berían especifi car <strong>el</strong> contenido concreto <strong>de</strong> <strong>las</strong> opciones <strong>de</strong>l votante<br />

y los términos <strong>de</strong>l contrato <strong>el</strong>ectoral, son precarios, mínimos genéricos y enuncian<br />

más bien objetivos generales (“combatiremos la pobreza, promoveremos la<br />

educación, salud <strong>para</strong> todos, un salto <strong>de</strong> crecimiento, mantendremos la economía<br />

sana y equilibrada…”) que <strong>las</strong> políticas públicas <strong>para</strong> alcanzarlos. ¿Alguien<br />

podría estar en favor <strong>de</strong> la pobreza, contra la educación, por más inseguridad pública,<br />

en favor <strong>de</strong> la infl ación, pro corrupción, por un alto <strong>de</strong>sequilibrio macroeconómico?<br />

La calidad <strong>de</strong> la opción se resiente, <strong>el</strong> <strong>de</strong>bate práctico se torna en ataques personales<br />

o generalida<strong>de</strong>s y muchos sienten que tienen que <strong>el</strong>egir entre opciones que sólo se<br />

distinguen por los individuos que <strong>las</strong> encabezan. En numerosas campañas <strong>el</strong>ectorales,<br />

la mayoría <strong>de</strong> los candidatos reiteran los mismos objetivos, pero no explican los medios<br />

<strong>para</strong> alcanzarlos. Todo se resume, <strong>de</strong> ese modo, en la convicción <strong>de</strong> que este y no aqu<strong>el</strong><br />

podrá gobernar mejor. Así, la pobreza programática es generalmente reemplazada por<br />

<strong>el</strong> voto al individuo, al candidato, al lí<strong>de</strong>r. Se <strong>de</strong>lega entonces en un lí<strong>de</strong>r, no en <strong>el</strong> ejecutor<br />

<strong>de</strong> una opción <strong>de</strong> la sociedad. El lí<strong>de</strong>r no es <strong>el</strong> mejor ejecutor, es lo que vale por sí<br />

mismo.<br />

Aunque la raíz <strong>de</strong> esta situación es compleja, la mayoría <strong>de</strong> <strong>las</strong> veces la dirigencia<br />

política construye su oferta al <strong>el</strong>ectorado con base en <strong>las</strong> encuestas y <strong>de</strong> forma reactiva<br />

y no propositiva. No li<strong>de</strong>ra programáticamente, sino que trata <strong>de</strong> retomar <strong>las</strong> <strong>de</strong>man-

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