Lectura y bibliotecas escolares - OEI
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Entornos lectores y comunidades lectoras: una ecuación directa<br />
de leyes nacionales –no necesariamente dirigidas al fomento del libro y la lectura– que permitan<br />
obtener recursos para el sostenimiento de los entornos lectores de proximidad, es el caso de la<br />
Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología (LOCTI) que, en Venezuela, ha abierto las posibilidades de<br />
financiamiento para proyectos de esta naturaleza.<br />
Sin lugar a dudas, el financiamiento es uno de los temas más complicados. Si la transferencia es<br />
a gobiernos locales o nacionales, el sostenimiento puede estar garantizado. El caso de la red de<br />
escuelas rurales del estado Guárico es un ejemplo claro. Ello nos lleva a reiterar la importancia<br />
del trabajo conjunto del sector público y privado, inevitable cuando se trata de transferencias a las<br />
mismas comunidades y a repetir que la promoción de la lectura es un trabajo en red.<br />
PERSPECTIVAS: FORTALEZAS Y DEBILIDADES<br />
Considerar los entornos lectores de proximidad como redes primarias de lectura, dentro de las<br />
políticas públicas de lectura, garantiza mayor penetración de las mismas más allá de los espacios<br />
convencionales, pues permiten flexibilizar las premisas, ampliar el radio de acción y aumentar la<br />
capacidad de respuesta, gracias a la cercanía con la gente. La innovación y la creatividad en la que<br />
se sustentan enriquecen las líneas de acción de las propuestas macros, gracias a una concepción<br />
estética de la lectura, no solo como espacio placentero, sino como el lugar posible para la elaboración<br />
individual y social, la solución de conflictos y la práctica ciudadana.<br />
En estas experiencias, las necesidades de elaboración como objetivos permitieron crear redes<br />
comunitarias, interrelacionadas en torno a la lectura y los libros, en los que el sentido de apropiación<br />
ha sido clave del éxito. Sin embargo, el tema de la sostenibilidad representa uno de los más<br />
difíciles. Sin la sensibilización real hacia la lectura, sin la valoración de la misma y un compromiso<br />
por parte de las instituciones públicas que puedan apoyar estas iniciativas en el tiempo, se hace<br />
difícil su sustentabilidad.<br />
El peligro de la dispersión de las acciones que conspira contra el logro de los objetivos puede<br />
ser conjurado si se articula el trabajo en red junto a la escuela y la biblioteca, sectores públicos<br />
y privados, la sociedad civil y la familia. Sin esta articulación, sin asumir el valor de la lectura,<br />
sin la apropiación necesaria por parte de todos sus actores, no se sustentan entornos lectores de<br />
proximidad ni políticas públicas de lectura.<br />
CONCLUSIÓN<br />
El carácter emancipador de la lectura se adquiere por el derecho y el poder que implica, pero no<br />
puede ser impuesto desde un sistema unidireccional sustentado en modelos teóricos, que no incluyan<br />
los saberes tradicionales y culturales propios, fundamentalmente sincréticos en los países<br />
iberoamericanos. En ese sentido, los entornos lectores de proximidad constituyen una red primaria<br />
que toma en cuenta el contexto en el entendido que la realidad es un agente modificador.<br />
A partir de las experiencias expuestas, que se sustentan en la valoración social de la lectura, podemos<br />
suscribir que la formulación de políticas públicas de lectura debe estar sustentada en la articulación<br />
de redes que involucren a todos los sectores del circuito del libro y la lectura, el sistema<br />
bibliotecario integral, la tradición cultural y comunitaria con sus saberes, la familia y la escuela,<br />
en el entendido que la práctica lectora es una experiencia histórica y socialmente situada. Solo<br />
así articulando e integrando la cultura propia y del mundo con el objetivo común de desarrollar<br />
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