Lectura y bibliotecas escolares - OEI
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Delia Lerner<br />
tiva para el aprendizaje, ya que los niños tienen a su cargo el estudio de un tema que solo ellos<br />
abordarán en el aula y que luego comunicarán, pero se trata de una situación cuya coordinación<br />
resulta difícil y precisamente por eso es imprescindible afinar las condiciones didácticas en que<br />
se desarrolla.<br />
Ahora bien, ¿cómo evitar que los niños se limiten a yuxtaponer lo dicho por otros?, ¿cómo promover<br />
que adopten un punto de vista propio en relación con el tema acerca del cual escriben?,<br />
¿cómo lograr, en suma, que la escritura contribuya efectivamente a profundizar el aprendizaje?<br />
Al revisar las condiciones en que originalmente proponíamos la escritura, tomamos conciencia<br />
ante todo de que era necesario que los alumnos conocieran mejor su tema antes de comenzar a<br />
escribir. En efecto, si bien el trabajo realizado en lectura –con intenso apoyo del docente– hacía<br />
posible que todos se aproximaran a comprender los textos leídos, no se había reservado un espacio<br />
para el estudio. Una cosa es comprender los textos y otra cosa es apropiarse del tema sobre el<br />
que se está leyendo.<br />
Diferenciamos entonces tres situaciones, que se realizarían en este orden: toma de notas de cada<br />
uno de los textos; estudio del tema; planificación y producción del texto propio.<br />
1. La toma de notas se realiza durante una segunda o tercera lectura del texto, después de haber<br />
realizado una lectura global que permite aproximarse al tema. A partir de las notas que los<br />
alumnos han tomado, el docente dialoga con ellos por escrito: les hace algunas preguntas que<br />
orientan hacia una relectura cuidadosa del material leído y otras que los incitan a incluir sus<br />
inquietudes e impresiones personales sobre el tema.<br />
2. Los alumnos estudian, preparan una breve exposición oral sobre lo aprendido y la realizan 10 ,<br />
contando siempre con el apoyo del docente. Durante la exposición, los oyentes preguntan<br />
cuando no entienden, requieren la información suplementaria que necesitan, expresan sus reacciones<br />
frente a la cuestión.<br />
3. Mientras los alumnos planifican y escriben, el maestro lee lo que van produciendo y sostiene<br />
rápidas conversaciones con ellos para ayudarlos a organizar sus ideas, para sugerirles que revisen<br />
los materiales leídos u orientarlos en la relectura cuando han dejado de lado un aspecto<br />
relevante o cuando es posible establecer una nueva relación, para recordarles los interrogantes<br />
que ellos mismos se habían planteado en relación con el tema y sugerirles formas de hacerlos<br />
presentes en el texto, para alentarlos a incluir sus sentimientos u opiniones, a configurar el<br />
texto desde su perspectiva personal.<br />
Los diálogos sostenidos con el docente y los compañeros, así como el constante ir y venir entre<br />
la lectura y la escritura a partir de los interrogantes de sus interlocutores, contribuyen a la reorganización<br />
y profundización del conocimiento. Los alumnos adquieren también un mayor control<br />
sobre sus interpretaciones, aprenden a “vigilarlas”, releen para verificar o reinterpretar, para<br />
enriquecer su representación del tema. Además, aprenden a citar –diferenciando lo citado de lo<br />
escrito por ellos– y, sobre todo, comienzan a incluir su propia voz.<br />
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Las parejas se reúnen de a dos y cada una dirige su exposición a la otra. De este modo, el tiempo de<br />
clase requerido es limitado.<br />
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