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Lectura y bibliotecas escolares - OEI

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Lo que leen los jóvenes y las instituciones educativas: de la transmisión a la mediación<br />

buen samaritano. Esas referencias van ocupando cada vez menos espacio a medida que se otorga<br />

más protagonismo a los relatos profanos, pero no se suprimen. Son historias que forman parte de<br />

la cultura social común y son “textos que hay que entender” y tienen valor ético y educativo. Se<br />

les da el trato de textos literarios “verídicos”, no de ficciones.<br />

En realidad hay centros <strong>escolares</strong> católicos donde son habituales estos usos: en los colegios de<br />

jesuitas, en donde enseñan latín y griego, cuando hay que leer a los autores clásicos, la rebelión<br />

de los Titanes, la ira de Aquiles o el genio militar de César, el propósito es desde luego hacerse con<br />

la cultura que comparten las élites y captar la moraleja de la historia. Los profesores colocan al<br />

mismo nivel mitos religiosos (la victoria de Zeus sobre los Titanes), ficciones poéticas (la victoria<br />

de los griegos en Troya) y acontecimientos históricos (las victorias de César en las Galias), pese<br />

a que sean diferentes “tipos de verdad”, puesto que se trata de textos que pertenecen al mismo<br />

patrimonio clásico. Pero nos hallamos ante una enseñanza característica de la cultura humanista<br />

erudita, que no implica postura doctrinal alguna en lo referente al dogma. A ese modelo se atiene<br />

el obispo Fénélon cuando escribe en francés una obra formativa que se nutre de la mitología<br />

antigua: Telémaco 33 : el hijo de Ulises, que va a buscar a su padre, pasa por las pruebas que han de<br />

convertirlo en un soberano culto y prudente. El Telémaco, este modelo de obras ad usum delphini<br />

34 , cruzó las fronteras de las lenguas (se tradujo ya en el siglo xviii al portugués y al castellano)<br />

y la barrera de las clases sociales: fue la única novela presente en las escuelas primarias francesas<br />

hasta 1850.<br />

EL PAPEL DE LA FICCIÓN Y DE LA IMAGEN EN LA EDUCACIÓN FAMILIAR<br />

Hay, pues, que distinguir entre las prácticas <strong>escolares</strong> y las familiares, el trabajo y el ocio, los mandatos<br />

colectivos de las autoridades espirituales y los gustos de los padres, que velan por la educación<br />

de sus hijos como mejor les parece. ¿Qué publican los editores que apuntan, sobre todo,<br />

a hacerse con la clientela de las familias acomodadas? Para satisfacer sus expectativas, idean las<br />

nuevas formas de la literatura juvenil, que tardarán varias generaciones en entrar en las escuelas:<br />

libros de estampas, cuentecitos morales, novelas de aventuras. Los primeros tomos de viñetas,<br />

que consisten en abecedarios ilustrados 35 , tienen el cometido de familiarizar a los pequeños con<br />

el alfabeto. Por entonces, los niños, que aprendían a leer en casa con su madre o con un profesor<br />

particular, “empezaban con las letras” a partir de los tres o cuatro años. No hay más camino<br />

posible a esa edad que la pedagogía del juego; los dibujos estimulan la atención inconstante y las<br />

interacciones con el adulto vinculan la forma y el nombre de la letra inicial al nombre de lo representado.<br />

En los países anglosajones, los abecedarios siguen recurriendo durante mucho tiempo a<br />

referencias cristianas (A de Adán, B de Biblia, C de Cristo o de cruz), a las que acompañan unas<br />

viñetas pequeñas, junto a otras versiones profanas (A de Archer o de Apple, B de Book o de Bee).<br />

33<br />

Compuesto entre 1694 y 1696, el Telémaco usa toda la mitología que aparece en Homero y Virgilio y<br />

esboza el gobierno del soberano ideal. Se tradujo decenas de veces durante el siglo x v i i i, y en los años<br />

1821-1825 ocupa el tercer lugar en la lista de los best-sellers (después de las Fábulas de La Fontaine y<br />

el Catecismo histórico del padre Fleury). Martyn Lyons, “Los best-sellers”, en R. Chartier y H. J. Martin,<br />

Histoire de l’édition française, tomo 3, París, Fayard-Cercle de la Librairie, 1990, pp. 413-437.<br />

34<br />

En las colecciones ad usum delphini [destinadas al delfín] hallamos obras clásicas adaptadas para el<br />

príncipe (decantadas, con moraleja añadida, abreviadas) o escritas para él: son las primeras colecciones<br />

juveniles.<br />

35<br />

Ségolène Le Men, Les abécédaires illustrés du XIXe siècle, París, Promodis, 1985.<br />

36

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