Lectura y bibliotecas escolares - OEI
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Anne Marie Chartier<br />
reformados de Europa y en los Estados de Norteamérica en donde se refugiaron las comunidades<br />
disidentes huyendo de las persecuciones se redactó una nueva literatura para edificación de los<br />
fieles, tanto en prosa (comentarios de la Biblia) cuanto en verso (los himnos que se cantaban en el<br />
templo 18 ). El examen de ingreso en la comunidad religiosa es la confirmación, que se celebra a los<br />
catorce o quince años 19 , de forma tal que el período de instrucción religiosa de los niños es prolongado.<br />
Crece con rapidez la cantidad de jóvenes con capacidad para leer y una cultura bíblica<br />
basada en los libros se convierte en el meollo de la literacy, palabra que nombra mucho más que<br />
la alfabetización elemental puesto que incluye los “conocimientos” adquiridos en ese período de<br />
aprendizaje 20 . La corriente pietista fomenta la lectura intensiva de la Biblia en familia y la redacción<br />
de un diario espiritual que entra en el ámbito del examen de conciencia: y así la escritura y la<br />
lectura se refuerzan mutuamente 21 .<br />
En la Europa católica del Sur también se enseña el catecismo en la lengua propia, así como las<br />
oraciones cotidianas 22 , pero la comunión es a los doce años 23 . Se reduce mucho el tiempo de instrucción<br />
y a muchos niños apenas si les da tiempo a mal leer, por lo que el clero da preferencia a la<br />
memoria oral en las oraciones y a la participación preceptiva en los ritos religiosos. Salvo en las ciuricas<br />
y legendarias de los primeros santos y mártires de la cristiandad y el origen de las fiestas litúrgicas<br />
(Navidad, Epifanía, Anunciación, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés). Se usaba en los sermones<br />
(relatos edificantes y milagrosos, vidas ejemplares) y constituía un acervo de cultura compartida.<br />
18<br />
En 1720, en la ciudad sueca de Rättvik, de 3.400 habitantes, el libro de himnos que se usaba en el<br />
templo tenía cerca de mil páginas, y el 92% de las familias contaba con un ejemplar; el 28%, tenía dos;<br />
el 34%, tres o más. La tasa de lectores se acercaba, a la sazón, al 80%. E. Johansson, Women and the<br />
tradition of reading around 1700. Examples from Sweden and Germany, en Women and Literacy yesterday,<br />
today and to-morrow, Symposium for Study of Education in Developing Countries, Estocolmo, junio de<br />
1989, Estocolmo, Svenska Unescorådets Skriftserie, n.º 1/1992, pp. 77-94.<br />
19<br />
En Suecia y en Finlandia, para recibir la confirmación hay que saber leer y decir el catecismo; y desde<br />
1686 la partida de confirmación hace falta para casarse, ser testigo en un juicio y firmar un documento<br />
público. Por lo tanto, un analfabeto está prácticamente fuera de la ley. Egil Johansson, “The history of literacy<br />
in Sweden”, en Harvey Graff (ed.), Literacy and social development in the West. A reader, Cambridge,<br />
Cambridge University Press, 1981, pp. 151-182.<br />
20<br />
En el famoso abecedario inglés que se exportó a Estados Unidos, el New England Primer (1792), a cada<br />
una de las viñetas bíblicas que ilustran todas y cada una de las letras corresponde un pareado.<br />
A: In Adam’s Fall/We sinned all [Por culpa de Adán / somos todos pecadores]<br />
B: Heaven to find/ The Bible Mind [En hallar el cielo / piensa la Biblia]<br />
C: Christ crucify’d/ For sinners dy’d [Cristo crucificado / murió por los pecadores] (etc.).<br />
21<br />
David Hall, “Readers and reading in America: historical and critical perspectives”, Proceedings of the<br />
American Antiquarian Society, 103, parte 2, 1994, pp. 327-357.<br />
22<br />
Los misioneros traducen las oraciones y el catecismo a las lenguas locales de Europa (en Francia, al<br />
vasco, al catalán, al bretón, al alsaciano) y en América a las lenguas indias. Cuando se impuso la lengua<br />
nacional en las escuelas públicas, fue un motivo de disensión entre la Iglesia católica y el Estado. Ver, en<br />
lo referido a Francia, M. De Certeau, D. Julia y J. Revel, Une politique de la langue: la révolution française<br />
et les patois, París, Gallimard, 1975; en lo referido a México, C. Castañeda, L. E. Galván y L. Martínez<br />
Moctezuma (eds.), <strong>Lectura</strong>s y lectores en la historia de México, México, CIESAS, 2004.<br />
23<br />
Serán patentes los efectos hasta finales del siglo x x. En los países protestantes la escolarización normal<br />
dura hasta los 14 o 15 años, mientras que en los países católicos los niños dejan la escuela a los 11 o 12<br />
años, cuando hacen la comunión.<br />
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