Lectura y bibliotecas escolares - OEI
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Teresa Colomer<br />
se en algún lugar y la escuela debe ofrecer a todos la oportunidad de crearse un horizonte de<br />
lecturas sobre el cual proyectar e inscribir las propias.<br />
• Asegurar el conocimiento, aunque sea a diferentes niveles, de algunos de los textos “clásicos”<br />
que sirven como referentes de la colectividad. La función de “traspaso patrimonial” continúa<br />
siendo una de las más sentidas por parte de la escuela y no se trata de prescindir de ella, sino<br />
de actualizarla de manera reflexiva, por ejemplo, teniendo en cuenta el grado de complejidad<br />
intercultural y de globalización de las sociedades actuales que pueden llevar a la recepción de<br />
obras universales y de las culturas en contacto.<br />
• Enseñar la manera de abordar textos inicialmente difíciles para el lector. O sea, ofrecer la experiencia<br />
de lectura de textos lingüísticamente complejos, alejados temporalmente o de significado<br />
poco transparente, y mostrar a los lectores qué pueden hacer para entender los libros en<br />
profundidad y con espíritu crítico. La lectura guiada es una actividad propia de la escuela que<br />
tiene que renovarse con lo que sabemos sobre las formas individuales y sociales de construir el<br />
aprendizaje. Pero dar espacio a la construcción compartida o más protagonismo a los alumnos,<br />
como sería deseable, no significa abandonar el papel de enseñarles qué es lo que deben hacer<br />
(ellos) para entender un texto.<br />
• Asegurar una cierta sistematización sobre el funcionamiento de los sistemas ficcionales y<br />
literarios de la sociedad. La escuela es el lugar adecuado para analizar, conceptualizar y adquirir<br />
esquemas mentales que organicen la comprensión explícita de cómo funcionan las<br />
cosas.<br />
LAS FORMAS DE ACCESO A LA LITERATURA: ORALIDAD, LECTURA<br />
Y ESCRITURA<br />
El acceso a los textos y la discusión sobre ellos conforman el núcleo de la educación literaria. Los<br />
textos se reciben de forma oral o escrita y, en estos momentos, también a través del uso de las<br />
nuevas tecnologías que facilitan experiencias audiovisuales de poemas y otros textos. Asimismo,<br />
el uso creciente de las pantallas (de la televisión, el cine, la consola o la computadora) ofrece a<br />
los niños formas de ficción y familiarización con elementos y obras literarias que colaboran activamente<br />
en la construcción de todo un conjunto de saberes y competencias literarias. Con esa<br />
inmersión textual hay que contar, en las proporciones correspondientes a cada contexto, para<br />
prever lo mucho que los niños actuales pueden saber de manera previa y paralela a la actividad<br />
escolar.<br />
Los estudios educativos sobre lectura escolar hace décadas que señalan la importancia de dedicar<br />
un tiempo de lectura individual en la escuela y muchos países hace años que desarrollan<br />
programas en este sentido. Las propuestas de la LOE en España en 2006, por ejemplo, acaban<br />
de instaurar un tiempo de lectura en cada una de las asignaturas del currículo. Pero, aparte del<br />
vínculo con los diferentes aprendizajes específicos de cada área, la lectura literaria es la que incide<br />
más fácilmente en la adquisición de muchas de las habilidades de lectura que tienen que dominar<br />
los alumnos y la que tiene más relación con la creación de hábitos permanentes de lectura. Así,<br />
pues, tanto para la enseñanza literaria como para el acceso al escrito, es conveniente extender la<br />
previsión de un tiempo dentro del horario escolar para fomentar la lectura literaria autónoma,<br />
sea en la biblioteca escolar o en el aula, y hacerlo en las formas y modalidades que aconsejan la<br />
investigación y la experiencia acumulada por la práctica educativa.<br />
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