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Lectura y bibliotecas escolares - OEI

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Anne Marie Chartier<br />

lidad 10 . El resultado fue que los pedagogos y los bibliotecarios franceses, españoles, italianos y latinoamericanos<br />

que fueron a ver a sus colegas ingleses o norteamericanos volvieron casi siempre<br />

maravillados 11 . En 1924, al inaugurar la primera biblioteca francesa para niños, el conservador<br />

Eugène Morel le dirige a Norteamérica esta vehemente plegaria: “Lo que te pedimos [América] es<br />

ese celo apostólico que tuvieron los hombres y mujeres que en tu suelo crearon la biblioteca libre<br />

y, dentro de esta, desde hace treinta años, esa cosa única ¡la biblioteca para niños! 12 ”.<br />

Las <strong>bibliotecas</strong> grandes solo existen en las ciudades. Ese retraso que tantas veces se comprueba<br />

en los países latinos ¿se deberá acaso a la pobreza de las escuelas rurales y a la indiferencia de<br />

los padres campesinos? De hecho, hallamos una tendencia idéntica hacia las instituciones cuyo<br />

cometido es la lectura en Alemania y en los países nórdicos, que cuentan con zonas rurales particularmente<br />

extensas. Se sigue avanzando por este camino hasta nuestros días: en Dinamarca, en<br />

el Reino Unido, en Finlandia más de la mitad de la población frecuenta las <strong>bibliotecas</strong>, los ingleses<br />

sacan de ellas 10 libros al año; los daneses, 15 13 ; no puede, pues, extrañarnos que los niños tengan<br />

un trato frecuente con la literatura juvenil. Los historiadores de la cultura suelen resumir estas<br />

diferencias oponiendo la Europa del Norte a la Europa del Sur, es decir, los países protestantes<br />

a los católicos. ¿Cómo es posible que la religión protestante haya podido fomentar en los niños<br />

la lectura de novelas de aventuras y de cuentos de hadas? Entraría dentro de lo posible suponer a<br />

priori que el puritanismo podría haber tenido efectos contrarios, puesto que condena los relatos<br />

de milagros, las supersticiones y las leyendas con mayor ahínco que el catolicismo, que los toleraba<br />

o intentaba cristianizarlos.<br />

EDUCACIÓN CRISTIANA Y CULTURA DEL LIBRO EN LOS PAÍSES<br />

PROTESTANTES Y CATÓLICOS<br />

Para entender este rasgo característico del occidente de Europa y de los países que colonizó 14<br />

hay que volver a la primera escolarización masiva. Tras la Reforma del siglo xvi, todo el mundo<br />

tiene que poder hacer profesión clara de su fe, saber el credo y decir sin equivocarse (“de carrerilla”)<br />

las oraciones de su culto o de su parroquia. Por lo tanto, el catecismo, que aprenden los niños<br />

10<br />

En Inglaterra, con los impuestos locales se financian <strong>bibliotecas</strong> desde 1850. En 1902, la ciudad de<br />

Leeds cuenta con una biblioteca central y 14 anejas que abren a diario. Muchos lectores autodidactos<br />

escribieron sus memorias y cuentan que intentaban con frecuencia aprender de memoria lo que leían (la<br />

Biblia, poesía, pero también novelas y libros científicos). Ver Martyn Lyons, “Los nuevos lectores del siglo<br />

XX Mujeres, niños, obreros”, en G. Carvallo y R. Chartier, Historia de la lectura en el mundo occidental,<br />

Madrid, Taurus, 1998, pp. 473-518.<br />

11<br />

Jean Hassenforder, Développement comparé des bibliothèques publiques en France, en Grande-Bretagne<br />

et aux Etats-Unis (1830-1914), París, 1967.<br />

12<br />

Texto publicado en Revue des bibliothèques, tomo 32, 1925, p. 82. La responsable de la biblioteca es<br />

Marguerite Gruny, sobrina de Eugène Morel.<br />

13<br />

Martine Poulain (dir.), Les bibliothèques publiques en Europe, Editions du Cercle de la Librairie, 1992;<br />

Public library statistics 1990-1 Actuals, CIFPA, Londres, Statistical Information Service, 1992.<br />

14<br />

No hablaremos de la lectura juvenil en los países asiáticos debido a las peculiaridades de las culturas de<br />

referencia (religiosas, literarias), de las autoridades tutelares (administrativas y científicas) y de las lenguas<br />

(de sistemas no alfabéticos) No obstante, en el ejemplo del Japón hallamos semejanzas inesperadas. Ver<br />

Christian Galan, L’enseignement de la lecture au Japon. Politique et éducation, Toulouse, Presses Universitaires<br />

du Mirail, 2001.<br />

31

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