Lectura y bibliotecas escolares - OEI
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Lo que leen los jóvenes y las instituciones educativas: de la transmisión a la mediación<br />
lo tanto, a usar los libros, no a disfrutar de ellos; a utilizarlos, no a amarlos 37 ”. Al escribir estas<br />
líneas, el director de la enseñanza primaria francesa sabe que va contracorriente de los directores<br />
de escuelas normales, que temen que los maestros jóvenes pierdan el tiempo con lecturas<br />
frívolas (novelas de aventuras) o pierdan el alma con lecturas inmorales (novelas de amor).<br />
Desde que las autoridades civiles quitaron a la Iglesia católica el monopolio de la instrucción,<br />
el contenido de los libros de texto se establece ateniéndose a los indiscutibles conocimientos de<br />
la ciencia. Cuando el ministro dispone que en todas las escuelas haya un armario biblioteca 38<br />
para que los ex alumnos de las escuelas rurales tengan a su alcance lecturas instructivas y útiles,<br />
quiere combatir la influencia nefasta de los libros que venden los buhoneros y de los almanaques,<br />
perpetuadores de creencias populares erróneas que obstaculizan los avances del progreso.<br />
Los títulos seleccionados se refieren a técnicas agrícolas, economía doméstica, química aplicada<br />
e historia natural.<br />
Los conflictos políticos entre la Iglesia y el Estado repercuten, pues, durante mucho tiempo en<br />
la cultura y las lecturas <strong>escolares</strong>. Las historias tomadas de la Biblia, que hallamos en los países<br />
protestantes, no tienen cabida en las escuelas laicas de países que cuentan aún con muchos católicos:<br />
si se autorizase la lectura de “José vendido por sus hermanos”, ¿cómo prohibir el milagro<br />
de San Antonio de Padua, que predicaba a los peces, o la leyenda de San Nicolás, que resucitó a<br />
tres niños? Esas historias maravillosas gustarían mucho a los niños, pero una cosa es contarlas<br />
en casa, después de cenar, y otra mandarlas leer a los alumnos en libros de texto con el visto bueno<br />
de los organismos oficiales. Al pasar de lo oral a lo escrito, la historia cambia de rango. Para<br />
unos maestros formados en la escuela de los conocimientos objetivos, leer en clase “historias”<br />
así equivaldría a convertirlas en “historias verdaderas”. En un momento en que los cenáculos<br />
eruditos y la opinión pública debaten la existencia histórica de Jesús y sus milagros 39 , los libros<br />
<strong>escolares</strong> no pueden brindar sino textos “que expongan verdades objetivas”. Los cuentos populares<br />
40 quedan, pues, eliminados también, pues sería como si la escuela avalase la existencia de esas<br />
brujas, espectros y hombres lobo que viven aún en las creencias campesinas. Los únicos relatos<br />
que hallan favor ante el ministro 41 son, por una parte, las grandes obras clásicas de la literatura<br />
(El Quijote, Los viajes de Gulliver, Robinsón Crusoe, el Teatro escogido de Molière y de Corneille)<br />
y, por otra, las biografías de los protagonistas preclaros de la historia de Francia. Los libros juveniles<br />
no pueden, pues, abrirse camino en la escuela más que apoyándose en la literatura y en<br />
la historia.<br />
37<br />
Ferdinand Buisson, Prólogo del Catalogue de livres destinés aux lectures récréatives, París, 1888.<br />
38<br />
Circulares del ministro Rouland en 1860 y 1863.<br />
39<br />
Ernest Renan (1832-1892), profesor de hebreo en el Colegio de Francia, publica en 1863 La vida de Jesús,<br />
que fue todo un escándalo. En esa biografía, Jesús es un sabio de la Antigüedad. La Iglesia condena<br />
en el acto el libro, que se convierte en todo un éxito de ventas (14. ª edición en 1864, 150.000 ejemplares<br />
vendidos). Isabelle Parinet, “Un éxito en las librerías, La vida de Jesús de Renan”, en R. Chartier y H. J.<br />
Martin, Histoire de l’édition française, vol. 3, París, Fayard-Le Cercle de la Librairie, 1990, pp. 441-443.<br />
40<br />
Charles Perrault publicó Cuentos de la Madre Oca en 1697; los hermanos Grimm publicaron la edición<br />
abreviada, Cuentos de infancia y hogar, en 1822; la traducción al inglés se publicó en 1823; luego se tradujeron<br />
a todas las lenguas europeas.<br />
41<br />
Obras citadas en una lista de 1868. Jean Hébrard, “Las <strong>bibliotecas</strong> <strong>escolares</strong>”, en Dominique Varry (dir.),<br />
Histoire des bibliothèques françaises, tomo II, 1789-1914, Promodis-Editions du Cercle de la Librairie,<br />
pp. 549-577.<br />
38