NuestraIdentidad_GeorgeKnight
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Nuestra identidad I Origen y desarrollo<br />
sentimiento de culpabilidad. El pecado trajo consigo el dolor,<br />
pero el dolor en sf mismo no es pecado'. Melvill identifica las<br />
pasiones ['propensiones pecaminosas'] como la inclinaci6n o<br />
la 'tendencia' a pecar. En su resumen, Melvill argumenta que<br />
antes de la cafda, Adan no tenfa ni las 'simples flaquezas' ni<br />
las 'tendencias pecaminosas' [pasiones] con las cuales nacemos;<br />
y que Cristo asumi6 las primeras, pero no las segundds"<br />
(Min, diciembre de 1989, 7-8).<br />
En otras palabras, Melvill sostenfa que el Cristo encarnado<br />
no era ni como Adan antes de la cafda, ni tampoco como<br />
la humanidad cafda luego de la entrada del pecado. Esa misma<br />
parece ser la posici6n que Elena G. de White sustentaba.<br />
De hecho, la explicaci6n de Melvill encaja muy bien con la<br />
declaraci6n de ella que tanto incomod6 a Jones en el Congreso<br />
de la Asociaci6n General de 1895: Cristo "se hermana<br />
con nuestras flaquezas [las' simples flaquezas'], pero no alimenta<br />
pasiones [las 'propensiones pecaminosas' de Melvill]<br />
semejantes a las nuestras" (2T 202).<br />
Tal como senalaramos con anterioridad, Jones trat6 de<br />
explicar dicha declaracio'n; pero en el proceso puso en entredicho<br />
su principal argumento de que no existfa ni una "pizca de<br />
diferencia" entre Cristo y los demas seres humanos. Sin embargo,<br />
ni Jones ni sus colegas parecieron haberse dado cuenta de<br />
to que implicaban sus explicaciones. Como resultado, continuaron<br />
expresando su especifica percepci6n teol6gica acerca de<br />
la naturaleza humana de Cristo y la integraron a su interpretaci6n<br />
de los acontecimientos de los ultimos dfas. De ahf que<br />
Waggoner escribiera en 1901: "Antes que tregue el fin, y en el<br />
momento de la segunda venida de Cristo, debera haber un pueblo<br />
en la tierra, no necesariamente numeroso en proporci6n a<br />
los habitantes del planeta; sin embargo, to suficientemente grande<br />
como para ser reconocido en todo el mundo, en quien 'toda<br />
la bondad de Dios' se habea de manifestar tal como to hizo en