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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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tardaba mucho en llenarse, porque el depósito<br />

tenía poca agua. El gran disco que transmitía<br />

a la bomba la fuerza del viento, estaba<br />

aquel día muy perezoso, moviéndose tan<br />

sólo a ratos con indolente majestad; y el<br />

aparato, después de gemir un instante como<br />

si trabajara de mala gana, quedaba inactivo<br />

en medio del silencio del campo. Ganas tenían<br />

las dos recogidas de seguir charlando;<br />

pero la monja no las dejaba y quiso ver cómo<br />

aclaraban la ropa. Después las amigas<br />

tuvieron que separarse, porque era jueves y<br />

<strong>Fortunata</strong> había de vestirse para recibir la<br />

visita de los de Rubín. Mauricia se quedó sola<br />

tendiendo la ropa.<br />

Maximiliano dijo categóricamente aquella<br />

tarde que por acuerdo de la familia y con<br />

asentimiento de la Superiora, en el próximo<br />

mes de Setiembre se daría por concluida la<br />

reclusión de <strong>Fortunata</strong>, y esta saldría para<br />

casarse. Las madres no tenían queja de ella<br />

y alababan su humildad y obediencia. No se<br />

distinguía, como Belén y Felisa, por su ar-

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