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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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que puso en peligro su vida; pero cuando<br />

salió de ella parecía un poco más fuerte; ya<br />

no era su respiración tan fatigosa ni sus corizas<br />

tan tenaces, y hasta los condenados raigones<br />

de sus muelas parecían más civilizados.<br />

No usaba ya el ioduro tan a pasto ni el<br />

canuto de brea, y sólo las jaquecas persistían,<br />

como esos amigos machacones cuya visita<br />

periódica causa espanto. Juan Pablo estaba<br />

entonces en el Cuartel Real, y doña Lupe<br />

dejaba a Maximiliano en libertad, porque le<br />

creía inaccesible a los vicios [21] por razón<br />

de su pobreza física, de su natural apático y<br />

de la timidez que era el resultado de aquellas<br />

desventajas. Y además de libertad, dábale su<br />

tía algún dinero para sus placeres de mozo,<br />

segura de que no había de gastarlo sino con<br />

mucho pulso. Inclinábase el chico a economizar,<br />

y tenía una hucha de barro en la cual iba<br />

metiendo las monedas de plata y algún centén<br />

de oro que le daban sus hermanos cuando<br />

venían a Madrid. En la ropa era muy mirado,<br />

y gustaba de hacerse trajes baratos y

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