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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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esto le ponía en ascuas. Ocurriósele entonces<br />

[413] lo que se le ocurre a cualquier celoso,<br />

salir un día, diciendo que iba a la farmacia, y<br />

volver en seguida. Hízolo una vez, y no sorprendió<br />

nada: <strong>Fortunata</strong> estaba en la cocina.<br />

Repitió la treta, y lo mismo: estaba cosiendo.<br />

A la tercera, <strong>Fortunata</strong> había salido. Dos<br />

horas después entró, trayendo un paquete<br />

en la mano. "¿Que de dónde vengo? Pues de<br />

comprar unas cosillas. ¿No me dijiste que<br />

querías una corbata? Mírala".<br />

Una noche entró Maximiliano bastante excitado.<br />

Le tomó la mano a su mujer, y haciéndola<br />

sentar a su lado, le dijo a boca de jarro:<br />

"Hoy he conocido a ese pillo que te deshonró".<br />

<strong>Fortunata</strong> se quedó como muerta.<br />

"Pues qué… ¿no está enfermo?".<br />

Se le escapó esta espontaneidad, y cuando<br />

quiso contenerla ya era tarde. Hacía una semana<br />

que Santa Cruz no iba a las citas, y le<br />

había enviado, por medio de Cirila, un recadito.<br />

Se había caído del caballo en la Casa de

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