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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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que va de Julio a Septiembre. Tenía muy<br />

poco pelo, casi se puede decir ninguno; pero<br />

no usaba peluca. Para librar su cabeza de las<br />

corrientes frías de la iglesia, llevaba en el<br />

bolsillo un gorro negro, y se lo calaba al entrar.<br />

Era gran madrugador, y por la mañanita<br />

con la fresca se iba a Santa Cruz, luego a<br />

Santo Tomás y por fin a San Ginés. Después<br />

de oír varias misas en cada una de estas<br />

iglesias, calado el gorro hasta las orejas, y<br />

de echar un parrafito con beatos o sacristanes,<br />

iba de capilla en capilla rezando diferentes<br />

oraciones. Al despedirse, saludaba con la<br />

mano a las imágenes, como se saluda a un<br />

amigo que está en el balcón, y luego tomaba<br />

su agua bendita, fuera gorro, y a la calle.<br />

En 1869, cuando demolieron la iglesia de<br />

Santa Cruz, Estupiñá pasó muy malos ratos.<br />

[93] Ni el pájaro a quien destruyen su nido,<br />

ni el hombre a quien arrojan de la morada en<br />

que nació, ponen cara más afligida que la<br />

que él ponía viendo caer entre nubes de polvo<br />

los pedazos de cascote. Por aquello de ser

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