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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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- ¡Qué bribona! Si es atroz… le entran esos<br />

toques, y no sabe lo que dice.<br />

- Doña Guillermina no se acobardó por esto,<br />

ni renunció a llevársela. Se fue pian pianino,<br />

y se sentó en la puerta, en un guardacantón<br />

que hay allí. Todos los días iba a ponerse<br />

en el mismo sitio, como un centinela.<br />

El pastor y la pastora le decían que pasara y<br />

ella contestaba que muchas gracias… Y por<br />

fin ayer se volvieron las tornas, porque Mauricia<br />

se enfureció, y acometiendo a doña<br />

Malvina le llenó la cara de arañazos… D.<br />

Horacio llama a los de Orden Público, y la<br />

tarasca se mete en la capilla, rompe el púlpito,<br />

vuelca el tintero, hace pedazos todos los<br />

libros, arma una barricada con las sillas, y<br />

coge la copa en que ellos comulgan, y… la<br />

profana del modo más indecente. Costó trabajo<br />

echarla a la calle… Al salir, ¡tras!… doña<br />

Guillermina, que me le echa un cordel al pescuezo<br />

y se la lleva. Todo esto lo ha contado<br />

Aparisi, que lo sabe por el mismo D. Horacio<br />

y por doña Guillermina, y porque tuvo que

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