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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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nagre; pero en esto engañaba aquel rostro<br />

como otros muchos que hacen creer lo que<br />

no es. Era Nicanora una infeliz mujer, de<br />

más bondad que entendimiento, probada en<br />

las luchas de la vida, que había sido para ella<br />

una batalla sin victorias ni respiro alguno. Ya<br />

no se defendía más que con [306] la paciencia,<br />

y de tanto mirarle la cara a la adversidad<br />

debía de provenirle aquel alargamiento de<br />

morros que la afeaba considerablemente. La<br />

Venus de Médicis tenía los párpados enfermos,<br />

rojos y siempre húmedos, privados de<br />

pestañas, por lo cual decían de ella que con<br />

un ojo lloraba a su padre y con otro a su<br />

madre.<br />

<strong>Jacinta</strong> no sabía a quién compadecer más,<br />

si a Nicanora por ser como era, o a su marido<br />

por creerla Venus cuando se electrizaba.<br />

Ido estaba muy cohibido delante de las dos<br />

damas. Como la silla en que doña Guillermina<br />

se sentó empezase a exhalar ciertos quejidos<br />

y a hacer desperezos, anunciando quizás<br />

que se iba a deshacer, D. José salió co-

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