Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

cuando la oigo, me aporrean los oídos con la
mano del almirez".
Había resuelto Fortunata, de acuerdo con
su tía Segunda, albergarse en la casa de esta,
que vivía otra vez en la Cava. Allá se encaminó
desde la calle de Don Pedro, y antes
de entrar en el portal de la pollería, el mismo
portal y el mismo edificio donde tuvo principio
la historia de sus desdichas, una vecina
le dijo que Segunda estaba en el puesto de
la plazuela, comiendo con unas amigas. Fuese
allá, y vio a su tía con otras dos tarascas
junto a una mesilla, comiendo un guiso de
cordero en platos de Talavera. Jarro de vino
y botijo de agua completaban el servicio. Las
tres damas estaban con los moños al aire,
hablando a un tiempo en alta voz, con ese
desparpajo y esa independencia de modales
que caracterizan a los vendedores ambulantes
que viven siempre al aire libre, y tienen
la voz hecha a la gritería de los pregones.
Segunda Izquierdo era una mujer corpulenta
y con la cara arrebatada, el pelo entrecano.