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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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más sagaces; <strong>Fortunata</strong> no daba que hablar<br />

a nadie, y la familia de su marido creía que<br />

había desaparecido de Madrid. Con este sistema<br />

de cautela y recato, les iba tan bien<br />

que D. Evaristo no cesaba de congratularse.<br />

"¿Ves, chulita, cómo de este modo estamos<br />

en el Paraíso? Así se consiguen dos cosas, la<br />

tranquilidad dentro, el decoro fuera. ¿Qué<br />

necesidad tengo yo de que me llamen viejo<br />

verde? Y tú, ¿por qué has de andar en lenguas<br />

de la gente? Aquí tienes lo que yo te<br />

quería enseñar, ser persona práctica. Al<br />

mundo hay que tratarlo siempre con muchísimo<br />

respeto. Yo bien sé que lo mejor es que<br />

uno sea un santo; pero como esto es dificilillo,<br />

hay que tener formalidad y no dar nunca<br />

malos ejemplos. Fíjate bien en esto; la dignidad<br />

siempre por delante, compañera".<br />

Hablando de esto, se animaba llegando<br />

hasta [140] la elocuencia. "Porque mira tú,<br />

chulita, no predico yo la hipocresía. En cierta<br />

clase de faltas, la dignidad consiste en no<br />

cometerlas. No transijo, pues, con nada que

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