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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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le vi… Me seguía, distante. Apresuré el paso<br />

y me metí en mi casa…<br />

- Muy bien hecho, muy bien hecho…<br />

- Pero aguárdese usted -dijo <strong>Fortunata</strong> que<br />

ya no estaba exaltada, sino en un grado de<br />

humildad lastimosa, y su tono era el de los<br />

penitentes muy afligidos, que no pueden con<br />

el peso de sus culpas-. Aún falta lo mejor.<br />

Después que le vi, se me ha clavado de tal<br />

manera en el pensamiento la idea de… Es<br />

una idea mía, idea mala, señora… pero usted<br />

es una santa, y me la quitará de la cabeza…<br />

Por eso no tengo sosiego hasta no decírsela…<br />

- Basta, basta; no quiero, no quiero.<br />

- Que sí quiere -insistió la joven reteniéndola<br />

por ambas manos, pues la confesora<br />

hizo ademán de apartarse de ella. [376]<br />

- Una idea infame… la idea de pecar otra<br />

vez… -dijo Guillermina, balbuciente-. ¿Es<br />

eso?…<br />

- Eso es… pero verá la señora. Yo quiero<br />

echarla de mí; pero a veces se me ocurre<br />

que no debo echarla, que no peco…

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