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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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mata por envenenamiento de la sangre. Pero<br />

lo bueno está aquí, míralo; el verdadero ojo<br />

de boticario, la bendición de Dios. Esto sí que<br />

mata, y pronto. ¿Ves este polvo gris? Es la<br />

gelsemina, la maravilla de la toxicación. La<br />

bestia se estremece sólo de verla; porque<br />

sabe que con esto no hay bromas. Muerte<br />

instantánea".<br />

- Basta, basta -dijo <strong>Fortunata</strong>, que ya no<br />

podía resistir más-. Si no guardas todo eso,<br />

me levanto y me voy.<br />

Él la miró con semblante en que se pintaban<br />

un desconsuelo siniestro y un asombro<br />

compasivo. Esta mirada le aumentó a ella el<br />

miedo, y comprendiendo que era forzoso<br />

disimularlo, acariciándole la manía para evitar<br />

cualquier barbaridad, le dijo:<br />

"Todo está muy bien… yo comprendo… Claro,<br />

la bestia hay que matarla. Pero si quieres<br />

que yo te quiera, ha de ser con condición de<br />

que no me traigas acá venenos…". [87]<br />

- ¡Ah!, corriente… Si prefieres las armas de<br />

fuego… Pero en este caso hay que ejercitar-

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