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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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Al siguiente día, Feijoo le dijo al entrar:<br />

"Hoy es la primera vez que he tenido que<br />

tomar un coche desde la Plaza Mayor aquí.<br />

Hasta ahora las piernas se han defendido;<br />

estas piernas que han hecho marchas de seis<br />

leguas en una noche… Tengo el simón a la<br />

puerta. Vente conmigo y vamos a dar una<br />

vuelta por las rondas del Sur". <strong>Fortunata</strong> no<br />

pensaba más que en complacerle, y accedió<br />

con algún recelo, pues siempre que paseaban<br />

juntos, aunque fuera por sitios apartados,<br />

temía encontrarse a Maximiliano o a<br />

doña Lupe a la vuelta de una esquina. Esta<br />

idea le hacía temblar. [161]<br />

Pasearon un buen ratito, sin que tuvieran<br />

ningún encuentro desagradable. Dos días<br />

después, don Evaristo no fue a verla, y en su<br />

lugar llegó el criado con una breve esquelita,<br />

llamándola. El señor había pasado muy mala<br />

noche, y el médico le había ordenado que se<br />

quedase en la cama. Corrió allá <strong>Fortunata</strong><br />

muy afligida, y le vio incorporado en el lecho,<br />

afectando tranquilidad y alegría. "No es nada

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