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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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Supremo; amoscose la otra, y doña Malvina<br />

sacó el libro de la Constitución, a lo que replicó<br />

Guillermina que ella no entendía de<br />

constituciones ni de libros de caballerías. Por<br />

fin, acudió la católica al Gobernador, y el<br />

Gobernador mandó que saliese Mauricia del<br />

poder de Poncio Pilatos, o sea de D. Horacio.<br />

- ¿Ves, qué cosas? -observó doña Lupe-.<br />

Ahí tienes los belenes que se arman por la<br />

religión. Bien decía mi Jáuregui que él era<br />

muy liberal, pero que no le petaba por la<br />

libertad de cultos.<br />

- Pues aguárdense ustedes, que falta lo<br />

mejor. D. Horacio, como inglés que sabe<br />

respetar las leyes, obedeció la orden del Gobernador,<br />

reservándose el sostener su derecho<br />

ante los tribunales. Pero cuando le dijo a<br />

Mauricia que se marchara, esta no quiso, y<br />

empezó a poner de [239] oro y azul a doña<br />

Guillermina, hallándose esta presente, y a<br />

todas las señoras de las Juntas católicas,<br />

diciendo que eran unas tales y unas cuales.

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