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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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- Dices bien; ni falta. Gracias que te oigo<br />

una expresión filosófica. Ese hombre tiene<br />

ahora otros entretenimientos.<br />

<strong>Fortunata</strong> sintió que toda la sangre se le<br />

subía al rostro, y se puso muy sofocada. Rubín<br />

estiró el codo sobre el lecho, apoyándose<br />

en él con actitud perezosa, semejante a la<br />

que tomaba en la botica cuando leía.<br />

"Es preciso que lo sepas pronto. Todo lo<br />

que tardes en saberlo, tardas en regenerarte".<br />

La Pitusa tenía mucho calor, y cogiendo un<br />

[317] abanico que junto a la almohada tenía,<br />

empezó a abanicarse.<br />

- Es preciso que lo sepas -volvió a decir<br />

Maxi con cierta frialdad implacable, propia<br />

del hombre acostumbrado al asesinato-. Tu<br />

verdugo no se acuerda ya de ti para nada, y<br />

ahora tiene amores con otra mujer.<br />

- ¡Con otra mujer! -dijo ella, repitiendo la<br />

frase como una muletilla, a la cual no se saca<br />

sentido. Sus miradas vagaban por los dibujos<br />

de la colcha.

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