Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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No pudo concluir esta frase trivial. La otra, que siendo cifra de todas las debilidades humanas, parecía más fuerte que la gran doctora [377] y santa, se permitió sonreír oyéndola. "¿Y qué saco de reflexionar? Mientras más reflexiono peor". - Veo que usted no tiene atadero… Con esas ideas, pronto volveríamos al estado salvaje. Con sonrisa sarcástica y un expresivo alzar de hombros, dio a entender <strong>Fortunata</strong> que por ella no había inconveniente en que la sociedad volviera al estado salvaje… "Usted no tiene sentido moral; usted no puede tener nunca principios, porque es anterior a la civilización; usted es una salvaje y pertenece de lleno a los pueblos primitivos". Esto o cosa parecida le habría dicho Guillermina si su espíritu hubiera estado en otra disposición. Únicamente expresó algo que se relacionaba vagamente con aquellas ideas: "Tiene usted las pasiones del pueblo, brutales y como un canto sin labrar".
Así era la verdad, porque el pueblo, en nuestras sociedades, conserva las ideas y los sentimientos elementales en su tosca plenitud, como la cantera contiene el mármol, materia de la forma. El pueblo posee las verdades grandes y en bloque, y a él acude la civilización conforme se le van gastando las menudas, de que vive. De repente <strong>Fortunata</strong> vaciló en su ánimo. Parecía una fuerza nerviosa que caía en brusca sedación. La otra, en cambio, se creció de repente por una sacudida de su conciencia. "Ya [378] no más, no más mentira. No puedo, no puedo…". Alzó los ojos al techo, cruzó las manos, su cara se puso muy encendida y sus ojos iluminados. Quedose atónita la anarquista oyéndole decir estas palabras con un acento que parecía ser de otro mundo: "Salva, Jesús mío, esta alma que se quiere perder, y apártame a mí de la mentira". Después se llegó a ella y le cogió una mano, diciéndole con profunda lástima: "¡Pobre mu-
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Fortunata y Jacinta Dos historias d
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alta, envueltos en sus capas y más
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partido progresista; mas no era soc
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estudios experimentales, [9] ni el
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por probar que en las civilizacione
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elogiarle delante de sus amigas, so
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que buscarlo quizá en ternuras dom
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amar. La lectura es vida artificial
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el flanco débil del enemigo. Pero
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Manifiesto la Divina Majestad todo
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como yo, no sabía ninguna suerte d
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conozca el mundo, que adquiera solt
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más hombre en fin, y con una ampli
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que introdujo los famosos Sedanes p
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vende era verdad como un templo en
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ecibir y expedir viajantes, mimar a
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nes no fabrican más que adefesios
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cos de fábrica para sostener el en
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dro. La industria moderna no invent
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adornarse el pelo. Creía que se po
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iglesia cuando comulgan. Muchas noc
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glaterra, donde todo es de hierro,
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éxito del perfume. La ferretera, a
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mes, repicando en [39] una bandeja
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ealmente era una contrariedad comer
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estilo de Ayún, dándole más ampl
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cosa… "ya se ve, era tan natural
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maldita cosa al chico de Santa Cruz
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de amor explícitamente, era por pu
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cional rúbrica de la casa una ampl
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latín o castellano, referente a es
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quince y raya a muchas fantasmonas
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gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarit
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práctica de la idea madre de aquel
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mete la lana en un cojín. Ved por
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ecibió tan tremenda bofetada de la
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el grande [58] ingenio de Salamanca
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Europa, y ese maldito Norte nos imp
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mientos del comercio inglés, debid
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inundaba de género a precio más b
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en lo que representan, en lo que va
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después otras. Este Madrid, que en
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tradicional, es decir, dejando ocul
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ve. Los dos primeros volaron a poco
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do sus compromisos comerciales, y s
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eran ya mujeres, hasta la última,
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dizaje en la tienda de blondas de S
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viuda de Aparisi. Llamábase Pepe S
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ando tuvo por antecesor a un arcón
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paseo o de compras: "¡Qué hermoso
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visto a O'Donnell y Espartero abraz
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eran impotentes todas las demás en
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der y de cuanto ocurriera en la fam
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el Diario de Avisos. Poco a poco ib
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sus grandes dotes? Dándose a pensa
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esca y aquel esmero de detalles que
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apreciar las cosas; conocía bien,
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entusiasmaban por igual en el bárb
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llándose y descubriéndose, según
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que va de Julio a Septiembre. Tení
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gloria. ¡Qué sería de los pobrec
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Escorial, que subir por viles pelda
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testaron, señalando una mampara, q
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habitaciones del entresuelo, Juanit
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- No sé cómo puede usted comer es
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pues la mujer que le servía, una t
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Dábale palmadas en la rodilla, y l
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consonante; y se le habían pegado
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an el tiempo?, ¿en qué?, en adqui
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- Ayer y anteayer entró el niño e
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notó los síntomas del lento y fel
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idad del talento superior que en un
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sé qué instinto tenemos las madre
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eso Juanito no sólo lo decía, sin
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"Envidiosa". "Acusón"… Ya tenía
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azul, ya verdoso, terso un día, ot
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ado como un ser bajado del cielo. G
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embriagó de felicidad sólo con el
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pectación que la hacían estremece
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Todo era para ellos motivo de felic
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que le mortificara la curiosidad, p
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ciencia. La vía que lo traspasaba,
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- Que no me río, que estoy más se
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- No, mujer, a la sobrina. La tía
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expresó su disgusto dándole al p
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No, si no me enojaba; me reía, cr
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su marido, y notando en él una com
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que sí". -"Que te mato…". Y corr
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- ¿Qué nos ha conocido? - Que est
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vida he visto; un hombre que lo ha
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- Ni yo lo sé tampoco. Creo que me
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Arrimados marido y mujer a la venta
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al ver una oveja no pensamos que en
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delicada de hacer la pregunta…! R
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nea que se desarrolló ante sus ojo
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la ventanilla; ya se alejaban hacia
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gritó Jacinta a punto que Juan baj
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- ¿Quién? -preguntó Santa Cruz a
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jos, los árboles de hoja perenne y
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ces. No te entusiasmes, hijo, y tó
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seguidora, la penita disfrazada de
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Al pronto Jacinta se entristeció.
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de los donaires y chuscadas de la g
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tados, como si quisiera mordiscar l
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Hizo el ademán del box, y ya enton
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"¡Jesús, qué fino está el tiemp
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la paloma madre de los tiernos pich
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solo, por Dios… ¿A dónde vas?
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darle una puntera… Pero, quia…
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verse a preguntarle nada ni a pedir
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muy pesadito… ¡Qué malo estaba!
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antiguas. El amor propio no le perm
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ni lo he sabido después. Y ahora t
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vir inesperadamente lo que ambos qu
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que ver con que lo mereciera o no,
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era el mismo que noches antes, bajo
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dad de caracteres como la que exist
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De este modo consolaba a su nuera,
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presenta una dichosa confusión de
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en, bajan y se pierden en los hueco
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duque de Trastamara, de donde vino
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te entre el follaje de los Gravelin
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casó con la hija de la viuda de Ap
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nocidos, no eran en gran número, a
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de el salón a la cocina. Ni trocar
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muebles eran de raso o de felpa y s
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siempre de señalarse y de que los
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en nada de la casa, como no fuese e
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Las de Santa Cruz no llamaban la at
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tas que envuelven su cabeza en una
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insignificante que en la calle o en
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detuvo en ninguna parte. Al llegar
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"Pues… esto… ¡Ah!, son unos ga
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al chocar con las paredes de aquel
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chiflaba a la una tanto como a la o
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ger puesto en una función de gran
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La culpa la tienes tú… Ahí tien
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golpes de oro. Eso es lo que se est
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siempre bien provisto, salía el im
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de un carromatero ya conocido. Ello
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en los liberalescos años de 71 y 7
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da y agraciada, la cabellera con ba
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pariente cuando se muera, y entreta
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pisaba y adelante, con los pies ens
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viejos, medicinas a los enfermos, a
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lla y me eché a la calle. Ya estab
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mense… la más desvergonzada, la
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viviendo. Un día andamos mal y al
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- A nada… La piedra es de usted.
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dias, mis folletos sobre la Unión
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lo en confeccionar ropas de niño y
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de mí! Ya sé de qué se trata. La
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sus ojos-, si contigo no valen buen
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- ¡El Banco a 175…! -exclamó D.
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poner puntos sobre las haches. Hab
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provenía de cierta contracción de
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vemente de las dos señoras, atrave
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ioridad lamentable. Solía decir qu
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huyeron pronto de la mente de Jacin
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que [241] su mujer no llegase a car
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existencia sin gusanillo, un parás
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memoria principia a perderle y la c
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gocios que traen muchas incertidumb
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se vuelve habladurías y no hacer n
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apoyaban al príncipe y le defendí
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"porque todo se puede ir conllevand
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zalbetes del paraíso y de palcos p
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quería reírse; pero no podía por
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ificado más fino y dulce que se pu
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llas le habían hecho derramar-. Ya
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[257] una vez para siempre y derrot
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"Guillermina me ha dado un recado p
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Y no tardó en volver, trayendo un
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A eso de las tres, marido y mujer e
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Cruz me dijo el otro día en casa d
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- A ver, Sr. de Ido -indicó la dam
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Miró estas cosas Ido con estupor f
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- ¡Tengo unas ganas de conocer a e
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os brazos como suelen hacer los baj
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misteriosas citas con un duque, con
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"dale un par de duros". Dejose cond
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pacífico. Jacinta fue allí, y ant
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Esto le pareció a la Delfina tan d
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¿No sería esto una nueva extravag
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nes. En aquel mismo instante subía
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uena, que al fin hacía un esfuerzo
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ciertas, sobre todo siendo cosas ma
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hijos que no le nacen en mí le nac
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"Mamá, ¿ha venido La Corresponden
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da. No me la [284] entren aquí. No
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hasta las once de la mañana, no te
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- Pues como de aquí a la Cibeles
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Guillermina con quien tenía pendie
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vasijas, ante los pies del gentío
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camente se fijó en unos hombres am
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puesta a secar, y oyó un zumbido c
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aparecían por las enrejadas ventan
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en el patio quedaba. Allá en el fo
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cogido una muñeca, y poniéndoselo
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al de esos haraganes franceses que
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aquella región venía, arrastrado
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otro anteojos, aquél bigotes, ceja
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vieron lágrimas resbalando sobre e
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que en el centro de la estancia hab
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iendo a traer una de la vecindad. R
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- Y las suscriciones de entregas -p
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"Es peinadora… Está aprendiendo
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apañado estás!…". Las vecinas s
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"¿Pero ese Sr. Izquierdo, no está
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do donde colgaban los cueros puesto
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- Y si me hace bien el recado, cuen
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Durante la cena estuvieron todos mu
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espíritu se espació, como pájaro
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to negativo?… ¡Y que no tenga qu
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panderetas, también vecino, y ambo
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tocayo. O las miradas no expresaban
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"¡Re-hostia con la Repóblica!…
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D. Pascual me dijo que pusiera un p
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mequetrefe. ¿Y Salmerón?, otro me
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motejaban aquellos mequetrefes? Pue
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espotricarás en las Cortes, y el s
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tragaderas. Para completar su retra
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Tanto mequetrefe colocao, y a nosot
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que no pueda ser eminencia en algo,
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De repente, y saltando cual si fuer
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Le miraba con más lástima que eno
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cos, y empujándole por la espalda
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- Cuando come carne… Sí señora.
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Díjole la Delfina que deseaba habl
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como de un perrillo al que le está
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cuezo sin dejarnos chistar". Algo s
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ojos. Jacinta había visto ojos lin
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nudo aquel, síntoma infalible de l
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mano en la cara, con muchísimo res
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protegeré a usted, ¿qué quiere?,
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- Pero, hombre de Dios, ¿todavía
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- Vaya, hijo, no digas exprisiones
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oca; pero en cuanto le enseñaron e
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peras, de lo que daba fe el promont
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- Lo he estrenado hoy… no lo ensu
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ordenada, o si se quiere, más pudi
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tapia; y ahora la estamos buscando
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Jacinta admiró la cómoda, bruñid
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señoras que Don Pepe no estaba, pe
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santa y su carita de Pascua, se le
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Jacinta daba diente con diente. Raf
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- ¿Y qué hago yo con un triste es
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me los niños crudos. Mucho hablar
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ahí que le van a hacer archipámpa
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inventar lindas novelas. ¡Ah!, la
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talante-, pae natural del hijo de m
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tarle el caso al marido de mi amiga
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ma es en ti noble y hermoso; llevas
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pero se estuvo durmiendo toda la ma
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más grande todavía, del tamaño d
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la iba leyendo mientras comía, hac
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ya no halló ningún interesado, da
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- Pero tonto… cómo tendrás esa
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ver, ¿qué demonios tienes tú que
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"¿Pero tú qué has creído de mí
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interés dramático de este lance s
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- En cuanto sepa el motivo, se plan
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para agasajarle, prestándole su pr
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el espacio de dos o tres narices. "
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- ¿Ves que seria me pongo?… Es q
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"¡Vaya con mi señora, lo que me t
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- Si me engañas te cojo y… así,
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- Y yo también, corazón. Se durmi
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[399] abajo. Llevaban plata menuda
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taba tanto la envidia entre las ami
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- Mela pa ti… -replicó el Pituso
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Mascota y la sinfonía de Semírami
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cos. Por eso vio Jacinta de puertas
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- ¡Gande, gande! A ratos se tranqu
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observar atentamente la cara sucia
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querida hermana, habría dicho del
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- ¡Patata! -gritó con ardor famé
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hasta cierto punto, porque a Jacint
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más. "Lo que la señora debía hab
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La confusión y curiosidad del anci
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- Pues si lo reclama, no se lo dar
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perfecto muestrario de todas las cl
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alegraran, porque uno y otro tenía
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Dios! Empezó por arrancarles la ca
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Entró Benigna, que venía de misa,
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- No hay medio de hacerle comer má
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Le dio muchos besos, recomendándol
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acentuada. Contempló Barbarita sin
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no sé qué… mi resabio de compra
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unos trajecitos de punto que son un
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cuarto del Delfín. Jacinta no pudo
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que está a 13… y extiende el pag
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¡Ah, las mujeres!, todas ellas tie
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encontrar". A ver, ¿fue esto lo qu
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educarle como hijo, que le lastimab
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ajo hay tienda de ataúdes. ¿Y qu
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te hubiera contado esto, ¿no habr
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todo. No tuve más remedio que deci
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poquillo borroso y desvaneciéndose
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oír. ¡Qué cuadro más triste y q
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"Ustedes dirán lo que quieran… p
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nos? Chica, chica, estás en pleno
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alguna barbaridad de Juanín! Así
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do la risa-. Te has puesto bonito
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a tanto asombro y descorazonamiento
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"¡Si supiera usted lo que hizo est
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Replicó la otra que le parecía mu
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haga chaquetas. Verás que guapines
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una novela, flin flan, me dio la id
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un tanto desdeñoso. Jacinta se tra
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una situación como se vuelca un pu
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tenía que ir al comedor a cumplir
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usted allá. ¿Habrá votación?'.
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senta. Cuántas veces lo dijimos: "
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¡Ay Dios mío!, entró Jacinta, y
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votación… A los pies de usted, B
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habrá nada…". "Me parece -dijo c
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Entró Jacinta sin anunciarse ni co
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- ¿Pero miedo a qué?… Si yo est
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En los siguientes días, la observa
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limpia y seductora, para que los de
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- Eso te tocaba a ti… También é
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a ninguna puerta tras de la cual pu
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dad no satisfecha. "Cosas de los ne
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FIN DE LA PRIMERA PARTE Madrid.-Ene
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materias como otras muchas, según
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Maximiliano, de diecinueve (11). Ni
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tal modo las tiendas de tiradores d
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la infancia, camarada suyo en San I
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de exteriorizarse. "¡Oh, si mi pad
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de la situación dominante. A los q
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practicante con la mira de que, and
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diar las lecciones, animábale en s
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vacía de aspiraciones altas el alm
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puede ver un paisaje al través de
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de moda, que cuidaba como a las ni
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las ventanas de los cafés. En esta
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da! ¡Que me quiera una honrada!".
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Maximiliano hacía por retenerlo, v
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destrozaba la guitarra y hacía tod
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as, y luego ya viene el hombre con
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una pantalla de figurines vestidos
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porque ella se hubiese dignado mira
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ien parecía indiferente que indign
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po tan mal la indulgencia de Rubín
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an maliciosas. "Tardecillo vino ust
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ted de un modo que no dejase lugar
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puesto a un cierto orgullo que toma
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orgullosa que estaba doña Lupe de
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más estrafalario y grotesco que se
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El motivo de haber dicho esto la ch
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Doña Lupe fue a la cocina y le arm
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y muy bien ordenados por doña Lupe
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Volvió a su cuarto, llevando la ma
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Después metió el cobre de las dos
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ápidamente en un pañuelo los dest
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a a chocar disparado con el frasco
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creía que las monedas se movían,
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días siguientes Olmedo confirmó e
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con atributos más ideales ni con r
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clase superior. Maximiliano se reí
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había erigido en maestro, con rigo
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unos pelos muy tenues, los martiriz
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jada hasta los doce años; pero de
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llevó de pueblo en pueblo como los
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esperaba volverla a pasar… Con el
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taba mil tormentos armándole tramp
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ciones para el director del Tesoro,
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ces, más sincera y reflexiva, resp
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los pisos estaban divididos en vivi
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En medio de estos dulcísimos ensue
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La única visita que recibían era
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cansaba también y la aburría sobe
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casa tendiendo ropa en el balcón,
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ciones literarias, que se embebecí
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de en la estrechez de la discreció
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apretones de manos con otros no tan
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etiró [82] Maximiliano a su casa,
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ó. La opresión del epigastrio se
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- Hombre, no tanto. Tu hermano est
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y dando brincos en cuanto la señor
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Maximiliano, gozoso de ver que su t
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Papitos le dijo que la señora no h
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Pero tenía buena índole, y cuando
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- ¡Casarse él, vusté!… memo, m
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mitad, si no la totalidad de mi vid
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quieto ni callado. Levantose y fue
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cuya vehemencia sofocada las hacía
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menor fuerza que la mujer no es, no
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ven"… Y por fin, componiéndose l
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Más adelante tomarían alguna cria
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mí; pero como te estimo no quiero
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perdido el crédito de una manera a
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nos de circunspección y formalidad
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Era sublimes; pero lo mismo daba; y
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para otro. De improviso, como si se
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tud, tan superior moralmente a ella
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"¿Sabes? -le dijo Rubín, apenas e
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lime con la punta de los dedos. Ver
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que fuéramos chiquillas, para ir c
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"¿Ha venido el señorito?" pregunt
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Estás bonita… sí… Pero qué,
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para calentarle las orejas a su sob
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das las situaciones apuradas, lo mi
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toda la parte metálica estaba pint
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en los grandes estupores del alma,
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sentimientos honrados, tienes buen
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ía ceder. Flaqueaba su máquina ne
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las vueltas aceitosas y los ribetes
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lo que llaman atónito. Como que no
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son… ¿Pues creerá usted que enc
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letería, ¿se acuerda usted? Un d
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"Y con esta fecha y con esta facha
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"Ya sabes lo que te he dicho. Hoy n
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no. A cucharetazos es como se cura
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a la noche nos veremos las caras. P
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vidriera. En el balcón tenía dos
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Jáuregui había sido el mejor de l
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viveza de la juventud; pero tenía
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mentarle al diablo la cruz. Fíese
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lo que el chico había hecho aquell
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espiro dejándose caer sofocada en
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me trababa la lengua cuando quería
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Creyó el pobre muchacho que había
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lástima, porque espero que todaví
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Lupe no se atrevió a retenerle, pu
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mismo que en el público, se inicia
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deberá nunca, porque estoy yo para
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daba para el gasto de la casa. Desp
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estos cada año desde dos por cient
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la trataba como al propio don Franc
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alhajas, vestidos de señora, encaj
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hablarían de la herencia; pero no
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tienda por algo, lo había de catar
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luego que después de las doce hora
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casi siempre en los cafés o en cas
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zafiote, un déspota en toda la ext
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tas, y se reconocía más árbitro
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[171] siguiente el cura sostenía q
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Estos se conformaron con lo que su
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delicadeza pesaba más en el ánimo
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general no la hacían feliz; segund
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se entendía mejor con el más anti
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Lupe (no lo podía remediar) le dab
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La mano tiesa volvió a ponerse del
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cogido y para poco. ¿Por qué no s
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"Ya está roncando ese… -dijo do
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pañado del presagio [184] del mal.
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El aviso, puntualmente transmitido
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arbas mal rapadas y la abundancia d
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estar enamorada ni mucho menos, res
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- Sí, señor, entiendo… no tengo
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del cavador que se las escupe antes
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Fortunata tuvo miedo y Nicolás apr
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- Déjese usted de que pueda o no p
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al guisado. Jactábase de su inapet
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La prójima adivinaba más que ente
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alborote a usted, no se dé por ent
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catecismo era harto elemental y se
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maldito lo que significan, sino por
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siempre que venga a Madrid, he de i
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infundiéndole el orgullo de ser ot
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- Si quiere usted, traeré… No te
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sociedad limpia de polvo y paja, y
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purificación como se ve un milagro
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mucho saber y virtud debían de con
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Hízole otras mil preguntas para ap
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- Pues la llevaremos atada de manos
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lla sabrosa fruta, y entraba en su
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he ido yo, para hacerse cargo de la
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- ¿Tú qué sabes lo que es el mun
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más característica manifestación
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ceder que no [220] fuera… Se dan
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Así fue en efecto. Pocas veces en
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cibido una educación esmerada no t
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aprender que Fortunata manifestaba
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el mejor día, no hay duda de que s
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acudir con el siguiente ardid estra
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arle verdadero interés por ningún
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mar. Después le señaló hacia el
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esta idea, y recordando que la noch
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minos, es el sitio preferido de las
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ios coronadas de cipreses, esbeltas
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grandes: la una conducía a la sacr
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se entran en aquella casa. Todo el
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parecía hecho por la misma mano qu
Page 973 and 974:
todo lo que contiene el mundo en el
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El redentor sintió frío en el cor
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me un codo, trae a su compinche par
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violentísimas contorsiones [245] c
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teca; y al fin la chiquilla se apre
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desconsolado muchacho era un motor
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sean por allí sin quitar la vista
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como además no se apartaban de la
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sus amigos, pero que al verle entra
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das de música. En este ejercicio y
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Mucho rigor y vigilancia desplegaba
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mandó, como digo, dar cera y broch
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hombros, y entonces la semejanza co
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tan, si no me coges tú a mí por l
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hajas que pelos tengo en la cabeza.
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"Yo no fui más que dos veces a cas
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hará la rueda cuando venga y se en
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Iniciábasele aquel trastorno a Mau
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con sus botaratadas. Aquí no tenem
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ojos expresivos y afables como los
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- Echa, echa más veneno -murmuraba
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Ya cerca de la noche, como he dicho
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La monja pasaba… trun, trun… hi
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cio'. Porque yo sé lo que es la de
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En efecto, Mauricia empezó a senti
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an que se iba cansando; ya no habí
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líneas ligeramente onduladas, en c
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aguas. Este bullicio y el de la muc
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Un día sorprendió a Mauricia en l
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Fortunata y ella, una vez que se co
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- Como usted lo oye. ¡Lo que usted
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de serle simpática, y lo que más
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pertaban curiosidad en los grupos d
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Aquel resentimiento que se inició
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hacían cortas las horas que en su
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facultad educatriz, y todo lo que s
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pecados no debían de ser muchos, p
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Ambas confesaban a menudo y hacían
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veas, pregúntale por Mauricia la D
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tás en grande, chica, y te ha veni
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trás, y lo más particular es que
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tardaba mucho en llenarse, porque e
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las monjas apenas ejercitaban su fa
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Despidiéronse muy gozosos, y Fortu
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dado el único bien que puedes espe
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se hacen cargo estas desgraciadas.
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mo que allí existió no participab
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daba el sol, el ambiente seco, quie
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encendidos y aquella grandísima hu
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una. Llora, hija, desahógate, y no
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profanaciones artísticas, la igles
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- IX - Llegada la noche, y recogida
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en son de burla; pero no pudo obten
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paicía que se lo habían quitado.
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la marisabidilla de la casa, muy le
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Sor Facunda, seguida de su escolta,
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y a eso de las doce, cuando en el d
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empezó a rasguñar en el hierro. L
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puerta al altar… Y mientras más
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ser?… Pues pudo ser, ¡qué peine
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manojo de llaves se fue hacia el gu
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más perversas se había valido Dio
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La recogida enseñó a las madres s
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Y se retiró a su celda. Casi casi
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La cojita se presentó otra vez en
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- No… veréis… Si yo me basto y
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a mandarles piedras. Nada, que tuvi
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Pero Pintado tenía manos de hierro
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has puesto!… ¿No conoces ya que
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dos, como el toro cuando sale al re
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muebles. Doña Lupe, que se pintaba
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lista. No bastándole el caudal de
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la penitente no podía llegar con s
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que les habían dado menos que hace
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del trípode ni cesaba en sus corre
Page 1123 and 1124:
concediendo su benevolencia a la pe
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instante en su alma con mayor fuerz
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el convento? ¡Vaya un escándalo!
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"Buen agüero, mira -dijo mostránd
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las pupilas de Mauricia con ferocid
Page 1133 and 1134:
te con el único objeto de curiosea
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las Micaelas, se desquiciaron de re
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- Verdad que él no se acobardará,
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llas-. Hija de mi vida, ¿a quién
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verdad que me han ofrecido treinta
Page 1143 and 1144:
quedasen solos ni un momento. Habí
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Iglesia. "Pero no, no iré, porque
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tenía. Nicolás Rubín presentose
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con Patricia, y parecía que a la v
Page 1151 and 1152:
a los ojos-; pero quería olvidarla
Page 1153 and 1154:
los farmacéuticos, que eran atrozm
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miento de su alma, motivados por la
Page 1157 and 1158:
Maxi no acababa de tranquilizarse,
Page 1159 and 1160:
"Patricia -le dijo su ama, afectand
Page 1161 and 1162:
"¿Pero qué está usted diciendo?
Page 1163 and 1164:
Observó entonces que el cerrojo no
Page 1165 and 1166:
de su cerebro, como salen del hormi
Page 1167 and 1168:
la puerta del cuarto vecino. Fortun
Page 1169 and 1170:
tumulto de cerrojos que se descorr
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- ¡Pues me gusta!… Entonces me l
Page 1173 and 1174:
miliano, que desde media tarde hab
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donde no le llaman. Pero me ha dich
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Púsose la viuda en movimiento con
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Santa Engracia! El principal goce d
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"Todo va al revés para mí… Dios
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- El señorito no viene hasta la no
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marido, las Micaelas, todo esto se
Page 1187 and 1188:
que antes de las nueve te mato". Es
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"Esto de alquilar la casa próxima
Page 1191 and 1192:
y que puedo pedirte perdón por tod
Page 1193 and 1194:
Mientras comieron, Fortunata contem
Page 1195 and 1196:
de la misma doña Lupe eran letra m
Page 1197 and 1198:
Un día hablaban de Maximiliano. "
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- Pero vamos a ver, nena: ¿No me g
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escurría gallardamente, dejando a
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proponer un trato a tu mujer. ¿Dir
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espirar. Cuando comían, le examina
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Y ella le respondía que sí; ¡per
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de una vez a su sobrino: "¡Qué tr
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Campo, estropeándose ligeramente u
Page 1213 and 1214:
pero en espíritu Fortunata se hab
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- IX - Fortunata movió la lengua y
Page 1217 and 1218:
manera [418] alarmante como si le s
Page 1219 and 1220:
- ¡Toma!… ¿Y tú no me dijiste
Page 1221 and 1222:
- Sí, para matarte y matarme… -d
Page 1223 and 1224:
marse de que la señorita no estaba
Page 1225 and 1226:
allí, reduciendo el espacio de su
Page 1227 and 1228:
del que estaba debajo era clavar su
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¿qué es eso?… ¡Pobre chico! Si
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- Vamos; ya eso se acabó… ¿En d
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árnica, reconocerle bien las contu
Page 1235 and 1236:
lejos, Fortunata, sin hacer maldito
Page 1237 and 1238:
Maxi, al despertar hace un rato, me
Page 1239 and 1240:
callarse, creeré que la causante d
Page 1241 and 1242:
Volviendo a la sala, apoderose de l
Page 1243 and 1244:
su más vivo deseo era coger la pue
Page 1245 and 1246:
de estas apreciaciones es que Nicol
Page 1247 and 1248:
¿Me querrá usted explicar a mí e
Page 1249 and 1250:
- Pero usted me dijo que esperaba t
Page 1251 and 1252:
- ¡Con uno sólo!… ¿De veras?
Page 1253 and 1254:
agradable que las ropas negras y mu
Page 1255 and 1256:
siempre aferradas a la ilusioncita
Page 1257 and 1258:
go allá con sofismas y con zalamer
Page 1259 and 1260:
según los casos. Como sus amigos n
Page 1261 and 1262:
la variedad; otras la emigración e
Page 1263 and 1264:
paraba los servicios, poniendo pila
Page 1265 and 1266:
Feijoo, a don Basilio Andrés de la
Page 1267 and 1268:
los hechos de fuerza como la cosa m
Page 1269 and 1270:
En las tertulias de los cafés hay
Page 1271 and 1272:
sacarle toda la paja que hay dentro
Page 1273 and 1274:
deliciosa buena [16] fe: "no lo sab
Page 1275 and 1276:
quejarse, comparando la exigüidad
Page 1277 and 1278:
- III - De ocho a diez estaba el ca
Page 1279 and 1280:
niosos, discretos y oportunos. Porq
Page 1281 and 1282:
guían dos de escritores, periodist
Page 1283 and 1284:
en el machito. Los de acá y los de
Page 1285 and 1286:
Don Basilio estuvo vacilando entre
Page 1287 and 1288:
yo sostengo es que antes de un mes
Page 1289 and 1290:
confusión en que su contrincante l
Page 1291 and 1292:
ta; pero conservaba las ideas autor
Page 1293 and 1294:
Salió de la cárcel con la cabeza
Page 1295 and 1296:
haciéndoles parecer peores de lo q
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con su clerofobia y su pegadizo sab
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salir con las manos en la cabeza. H
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azuzaba a los dos por ver si la cos
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on. A la segunda noche fue Leopoldo
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tempsícosis, según la entendían
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Iba también a aquel corrillo Apari
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"¿Pero a usted quién le recomiend
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a su primo Pepe; pero con intenció
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sus costumbres volviéndose aplicad
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pleado del Tribunal de Cuentas, un
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mo de hastío, Feijoo no era puntua
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cae la baba y vive bajo la férula
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ditorio, y doña Nieves, tomando el
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se referían a aquellas partes que
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Rubín estaba furioso, y sostenía
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- Usted hará lo que yo le mande, y
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pesar de aquella procesión que por
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y conviene que tú también lo sepa
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de matar pulgas. Pues qué, ¿quer
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toy muy incomodada; ¿pero no ves q
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cidad del hecho, irritábase más:
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niños, a quien por obra de magia s
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porque quiero, no porque tú me lo
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- Si vuelvo, si voy allá en seguid
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seda del cuello, ¿qué crees?, pue
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de rodillas. ¡Pero es una tan déb
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se parecían a lo que hace todo el
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coge, este la suelta, la casan con
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en sostener una filosofía cursi. Y
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mente para diablo, ¿me entiendes?
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El esposo se hizo repetir la pregun
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un sujeto, fundándonos en hablilla
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ga tú como te parezca bien lo que
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diendo adoptar al Pituso y tomarlo
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ca, con tantos animales como metió
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entraba Moreno-Isla, y Jacinta que
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abiertos, fue Moreno a dejarse estr
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Los gustos extranjeros de aquel hom
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ideas de cultura general-. Yo he he
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Sobre esto se habló mucho, y el fo
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- Moreno ayudará -díjole su amigu
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afán, así que se marcharon Moreno
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el mundo. Hay otra razón, y es que
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- Yo creí que le conocías. D. Eva
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ción del gusto que se ha verificad
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- ¡Ay qué gracia!… pues hoy no
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Mientras ella empezaba a lloriquear
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tiempo, porque a lo mejor viene el
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imposible; pero volverás. Si es lo
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En el resto de aquel aciago día, d
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cheros de gas. Ver esto y pararse e
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"¡Si habrán salido…! No, estar
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quien lo crea; usted caerá… tien
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en [113] el brocal de la fuente y e
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Feijoo miró a su amiga. Francament
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- Rompimiento… Le ha dado otra ve
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"Si está usted como un reloj, hija
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en las comedias malas. Nada, yo me
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- Sí, ya se conoce que es usted m
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- ¿Y seré feliz? -dijo Fortunata
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nan el sentido en cuanto uno se ace
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estoy bufando en mi butaca y mirand
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- Esta mujer me vuelve loco -pensab
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para allí. ¡Magnífico!… Sí, s
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- No, hija, yo no me voy de aquí.
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- Antes que volver con Maximiliano
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- ¿Sin volver con su marido? - Sin
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Bien lo comprenderá cuando le pase
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por ti y por mí. Pondré singular
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el sentimiento de su inculpabilidad
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to sabía! ¡Qué [138] experiencia
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más sagaces; Fortunata no daba que
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debido a la sociedad, hago que me e
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estación. Pero ella no necesitaba
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de Gilimón, inundada de sol a toda
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¡Si a esta la cojo yo antes…! As
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papal a los amoríos del narrador.
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intactas ciertas prendas, como la s
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- Pero si no he acabado… déjame
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si le metieran por la choquezuela u
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habrás enterado. Hace días era el
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dora, ni pastilla, ni glóbulo, ten
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vieron aquí y me dijeron si les qu
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- Bien contestado… ¡Qué ganas d
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para arriba. ¡Cuando digo que tien
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y voy más para abajo todavía…?
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de particular -le dijo, haciéndola
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- Si tú no te has de morir -dijo F
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tontaina, si todo en este mundo dep
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comodidad y el aseo. Gobernábala u
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cia de usted. No se meta usted en l
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descomponiéndose nunca, se puede h
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celente hombre?… ¡Cuidado que sa
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ejercicio sus facultades, que se de
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quién. Lo que no podía era compag
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y en la categoría que le cuadraba,
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zaba así: "Amigo mío, me he enter
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das de marras… Desde entonces su
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- Me parecía a mí que el asunto,
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había tomado el grado y estaba ya
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da, ni sabía en rigor lo que era l
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yo que hará lo que deseamos. ¡Oh!
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iano Rodríguez, el médico Moreno
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invitado por su amigo, dobló su es
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caigo, otro me levanto… ¡Cinco m
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llevarse a ellos la cucharilla con
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A la derecha veíanse dos cursis ac
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Al cual dijo en la puerta: "¿Hacia
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ha [193] hecho a mí volver los ojo
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Feijoo, en vista de estas buenas di
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lo que ha hecho después que se sep
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dirá que quién me mete a mí a le
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Viéndole que se conmovía, la chul
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transigir con las leyes sociales ti
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chiquillos, ya llevas más de la mi
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Detúvose asustado, a la manera del
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pelo, con la cual no se puede jugar
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dinero, adiós decoro… Y lo últi
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otra muy sustanciosa con Nicolás R
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de cumplir toda obligación consagr
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que declaraba su gran delicadeza y
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- Sí, pero mi presbítero es un cu
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me miraba el infeliz!… Creo que n
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mo era ver la señora los garbanzos
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una fecha que debe caer allá por M
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vanidad, muy bien fundada por ciert
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ción… Se la encontró en casa de
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aquí, egoistón, tragaldabas… Pu
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odio ni venganza'. Dice que la perd
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echas bastante sal, y después la c
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ticular era que doña Lupe, por imp
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- No podía decir nada, porque no p
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tomaba cuando quería jugar con la
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con la penita muy acentuada en la b
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. Lo único que he dispuesto es tra
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mesa. Al segundo día, Fortunata di
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Y si algo hubo fue de puertas afuer
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- Porque todos los pisotones de men
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imaginó diferentes [237] pretextos
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Supremo; amoscose la otra, y doña
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intervenir como teniente alcalde qu
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un conocimiento verdadero de la rea
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tamente correcta. Doña Lupe y él
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tenían sobre esto altercados muy v
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Fortunata, quitándose el manto-. H
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se le mojaría, porque el día esta
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la Numancia en mar de musgo, los re
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nata, oyéndola después de mirarla
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- ¿Pero de veras le dais… esa pe
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vez en la función del Asilo; pero
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miento la distancia que había entr
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Pues, amiga, no sea usted tan buena
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feas, siendo esto para ella un gran
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Fortunata no decía nada. La enferm
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los ojos vagando por el techo o por
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- Sí señora… El vecino del 6, q
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que hacía fondos de junco y tenía
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portamonedas-. [265] Tenga, y a la
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escalera cuando pase el Santísimo
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vecinos y vecinas de la casa. Cuand
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Cristiano para recibir culto en el
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an que sin ellos no podía tener lu
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puerta; vibraba más fuerte en el p
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También mandó Guillermina despeja
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Poco después se retiró Guillermin
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nata no sabía qué hacer. No tuvo
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gracia que Adoración acababa de de
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nada que criticar. El abrigo era pe
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día feliz. Recibes a Dios, y ves a
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dos por la situación del momento;
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que las acompañaría y que iría a
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tenían los padres que tal sacrileg
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me tiorra pastelera, o de una mordi
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Señor cuando me meta en el Cielo,
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el marido de la señorita se quiere
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- No lo digas mucho -balbució Fort
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su domicilio, hablando de alcoholis
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Doña Lupe empezó a tomar el choco
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plido. Claro que esto no es ninguna
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Cuando Fortunata, después de un ra
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vida más almuerzos de obreros que
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sala. Como había tan mal olor all
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niendo la risa-, desde que se enter
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sensación del aire que hace el obj
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sosegada conversación que ambas so
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dedos en los brazos, y Jacinta la m
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jilla, muy pensativa, y Jacinta no
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de caridad podía salir de casa, pu
Page 1673 and 1674:
gan padres, que de eso y de mucho m
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Dios es testigo, y si no, pregúnta
Page 1677 and 1678:
friado en aquella maldita casa de c
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silbante y con diversos flauteados,
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dijo para sí Fortunata, recogiénd
Page 1683 and 1684:
haciendo aspavientos de júbilo, el
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- Para, hijo, para -dijo doña Lupe
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hacerse rico. Por los Trujillos, te
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Fortunata simpatizaba mucho con Aur
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sostener más tiempo el papel, ni s
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Lo peor del caso fue que aún no ha
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cabeza un pedazo de granito. No sal
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sino por el amor. Es lo único efec
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dad, sino que estaba inquieto, ági
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poniendo a doña Lupe de un humor a
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vuelven y enredan, y dan enormes di
Page 1705 and 1706:
empezó a dar manotazos y a echar p
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mundo; se había quedado de un colo
Page 1709 and 1710:
- Eso no está mal pensado. Pero a
Page 1711 and 1712:
evelaban que había llorado, y tamb
Page 1713 and 1714:
- Sí, con usted -y al decir esto l
Page 1715 and 1716: ñora de Jáuregui; pero luego cre
Page 1717 and 1718: - ¿De veras? -preguntó la santa,
Page 1719 and 1720: con su marido, al menos así lo par
Page 1721 and 1722: Silencio completo. Guillermina no t
Page 1723 and 1724: - Me casaron -agregó Fortunata, vo
Page 1725 and 1726: Guillermina dio un gran suspiro. En
Page 1727 and 1728: envidio la ocasión, que me falta,
Page 1729 and 1730: azón por penas atrasadas y que sin
Page 1731 and 1732: "Tenemos mucho que hablar -le dijo
Page 1733 and 1734: chorra. No me extraña que esté us
Page 1735 and 1736: ladas. Y por la noche, cuando Maxi
Page 1737 and 1738: Estoy loca con este asilo pastelero
Page 1739 and 1740: Todo lo llevo con paciencia; pero e
Page 1741 and 1742: - Escribe, tontito. Si todo eso que
Page 1743 and 1744: - Vamos, usted se me ha pasado al e
Page 1745 and 1746: metida a santa fundadora! ¡Qué co
Page 1747 and 1748: - No hay más que hablar. - Eso sí
Page 1749 and 1750: - Podrá ser… Pero si usted hubie
Page 1751 and 1752: no conformándose con el escondite,
Page 1753 and 1754: día. Crea que esto me ha dado qué
Page 1755 and 1756: vamos al caso, me decía una cosa m
Page 1757 and 1758: - ¿Qué mosca? -dijo Fortunata con
Page 1759 and 1760: siera parecerme a ella en algunas c
Page 1761 and 1762: pero tiene que dispensarme por hoy
Page 1763 and 1764: trás junto a estos pelitos que ten
Page 1765: - ¡Jesús! - Que así debe ser, qu
Page 1769 and 1770: Quizás todo habría concluido de u
Page 1771 and 1772: Moreno, que era un inglesote como u
Page 1773 and 1774: Más allá del Banco volvió a reí
Page 1775 and 1776: Después de revolcarse como las fie
Page 1777 and 1778: Sale, se dirige a la calle de la Ma
Page 1779 and 1780: tirar más. El vehículo, cargado d
Page 1781 and 1782: pianito sigue blasfemando y los car
Page 1783 and 1784: se después, quedándose apoyada en
Page 1785 and 1786: chiquilla y ya sabes lo que haces.
Page 1787 and 1788: iba con uno de los chicos, el gran
Page 1789 and 1790: Colegiata para tomar la dirección
Page 1791 and 1792: - ¡Ah!, sí… la tienda de tubos;
Page 1793 and 1794: - ¿Nos veremos mañana? No me enga
Page 1795 and 1796: go… te llevaré yo, arrastrándot
Page 1797 and 1798: lo entenderías… ¿Pero qué te c
Page 1799 and 1800: nariz-. O esto es valeriana o no s
Page 1801 and 1802: variaba ni disminuía era la atenci
Page 1803 and 1804: qué? La consecuencia es que estar
Page 1805 and 1806: hay tres o cuatro que bien combinad
Page 1807 and 1808: sión objetiva era casi nula, resul
Page 1809 and 1810: sostener plática tan soporífera y
Page 1811 and 1812: mo un viejo. Mientras su mujer le d
Page 1813 and 1814: ella, y viendo a su mujer acostada,
Page 1815 and 1816: entrada las suelas de unas botas de
Page 1817 and 1818:
En la tierra no hay ni puede haber
Page 1819 and 1820:
dos, yo tengo ojos, y ante la evide
Page 1821 and 1822:
Doña Lupe, en tanto, trajo la coci
Page 1823 and 1824:
- La Correspondencia no ha traído
Page 1825 and 1826:
tas, salió Ballester a la puerta d
Page 1827 and 1828:
garás ahora… Puede que mi tía l
Page 1829 and 1830:
- ¿Sabes lo que vamos a hacer? -in
Page 1831 and 1832:
to?… ¡Hombre, qué bonito! [29]
Page 1833 and 1834:
se queja… Nada, yo le voy a curar
Page 1835 and 1836:
inar, combinar. Llámanse notas all
Page 1837 and 1838:
nar nunca. Pieza por la mañana, pi
Page 1839 and 1840:
efecto fácil, la pianista decía "
Page 1841 and 1842:
los brazos. La cabeza era bonita, d
Page 1843 and 1844:
comercio de ropa blanca con arreglo
Page 1845 and 1846:
siasmo mercantil de su mamá, segu
Page 1847 and 1848:
Aurora vestía un traje de percal,
Page 1849 and 1850:
cintura y ambas salieron al balcón
Page 1851 and 1852:
Aurora volvió a decir: "Pues sí,
Page 1853 and 1854:
- ¿Bajáis o no? -dijo Maxi; y su
Page 1855 and 1856:
"Muy triste está usted desde ayer
Page 1857 and 1858:
- ¿Qué? - Que si se decide a quer
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- VI - Iban pasando los cansados d
Page 1861 and 1862:
viera bueno, él te arreglada como
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cúbrete de vergüenza y date a los
Page 1865 and 1866:
pero tengo caridad y me hago cargo
Page 1867 and 1868:
entrever a Fortunata. [55] Guardáb
Page 1869 and 1870:
escondrijo. Dinero hay, o no hay di
Page 1871 and 1872:
media pierna. Allí venía bien dec
Page 1873 and 1874:
que estaba pensando, que sólo me f
Page 1875 and 1876:
tañetazos con los dedos-, era el d
Page 1877 and 1878:
nos hemos de morir… Tengamos la c
Page 1879 and 1880:
estos tiempos, educado para el mani
Page 1881 and 1882:
decía. Ella lo comprendió. "Tiene
Page 1883 and 1884:
esultado con este argumento: "No s
Page 1885 and 1886:
los sesos por cosas que no le impor
Page 1887 and 1888:
devanar madejas, y él se prestaba
Page 1889 and 1890:
Los domingos pasaban juntas las dos
Page 1891 and 1892:
"¡Porque es muy rara esa persecuci
Page 1893 and 1894:
- ¿Qué está usted ahí hablando
Page 1895 and 1896:
suaves y hasta empalagosas; se afli
Page 1897 and 1898:
Amigo Segismundo, ¡qué hermosa es
Page 1899 and 1900:
que elogió aquella obra tan mala,
Page 1901 and 1902:
sabor con regaliz, y forrada de az
Page 1903 and 1904:
del aniquilamiento, o apetito de mu
Page 1905 and 1906:
- Como quieras. Pero más vale que
Page 1907 and 1908:
cídete pronto. ¿Estás dispuesta
Page 1909 and 1910:
había escrito con clarísima letra
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se. Preciso es que mueras primero t
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tanza de la bestia carcelera. "A ca
Page 1915 and 1916:
mientras no llega el momento -dijo
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usted le da, no le hacen ningún ef
Page 1919 and 1920:
le quiero dar esta broma inocente.
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Pues a usted le conviene un corazó
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que hizo fue mandar un recadito a s
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de alcaldía o Casa de Socorro, por
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- ¿Pero tú…? - Espera, te conta
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Estuve a dos dedos del abismo, casi
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guiente, y como si tal cosa. ¿Cree
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des a cuarto; [103] véase la clase
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darle la vuelta a la Serpentine me
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con alguna casta del Norte, trayend
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todos su viajes. Decía el antipatr
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El doctor abrió la camisa y aplic
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los excitantes imaginativos e ideal
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- Mira, inocente, no te cuides de a
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que se olvida, Creánmelo ustedes.
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taban en el despacho apartados de l
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- ¿No nos contaba ayer que dejó t
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mire más por su salud. Esta tarde
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modarse a su gusto y satisfacción.
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- ¡Ay, qué pillo!… Si es todo l
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vencido aquella turbación inexplic
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ser atrevido y no puedo. Le voy a d
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valor para decirle esto… ¿Pero c
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pordiosero, renegando. "¡Ni esto e
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naiz, una papelera, juego de té de
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a esperar que se convenza. No puede
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modo al buen caballero en aquel mom
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qué sacará de eso!… Pero en fin
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desde la madrugada se me ha metido
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- ¿Te vas?, ¿de veras? -con vivo
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impacientes por cumplir y santifica
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el espíritu absolutamente sereno y
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Me gusta verlas tan hermosas, con s
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nueva planta un buen edificio, un a
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das, abanicos y algunos cuadritos f
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ega. Muy desconsolado entró el ing
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so en eso de acuñar tanta plata, p
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- Pero qué, ¿se cansa usted mucho
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mentarme? Se acabó. Pongámosle en
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de nunca. Esas cosas se dicen sin c
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tú? ¡Ni aunque me lo jures [151]
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- Vaya por Dios… Otras cosas hay
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- Ya está aquí. Retírate, que t
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oyendo. La popular música revivió
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sí, el año que viene vuelvo… en
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completamente seca, sólo sostenida
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de, horrible, de esas que no pueden
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- ¿Yo?… Lo mío no va con píldo
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al acaso, los comentarios que se le
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por encima de todas las calumnias.
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oyendo esto y cómo me requemo ahor
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Reproducción: "¿Te vas ya?". -"¿
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la pobre Aurora no podía desenvolv
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tonces, con un terror que no puedo
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ción. [172] ¿Quién demonios sabe
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ya lo mismo da blanco que negro. Cr
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"¿Que qué te doy? Lo que tú quie
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de tener. Pues estamos bien… Que
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te está todo lo que te pasa, muy b
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sale todo lo que yo digo. El pecado
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ahora que te ahogas, vienes a mí
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el principio [182] de solidaridad d
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que parecían un trabajo de gimnasi
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- ¡No padecer…! -murmuró la pr
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llenaba su alma al ver que Maxi dec
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lo teme, o me lo ha conocido no sé
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- ¿Pero qué volteretas son esas q
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- Sí, vámonos al Retiro. Fortunat
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Creo que fue el día de la Concepci
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Aquel hecho era quizás síntoma de
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er con cuál de ellas quedarse. El
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habrá pagado bien el alijo". La id
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Doña Lupe abrió tanta boca, que p
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que no sintió verla salir de su ca
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noche antes se había celebrado en
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sillón muy cómodo, Feijoo arrojab
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vó al ánimo de don Evaristo el co
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lo quite de la cabeza. Y todo porqu
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cuanto la hizo, la nube invadió ot
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cuando la oigo, me aporrean los oí
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En cuanto vio venir a su sobrina, c
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no quiera, D. Plácido, buenos día
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tirano, que no da una paletada de y
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primogénito dijo [214] que intenta
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Juan Pablo no supo qué contestarle
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- ¡Qué atrasado de noticias está
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són y constancia más que fraterna
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Pues que mi mujer me faltaba y esta
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(regalo que le trajeron de Sevilla
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- ¿Pero se ha vuelto usted cohete?
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- ¡Qué ha de ser amiga de usted
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vueltas da el mundo! En aquellos d
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cosa -exclamaba invocando al Cielo-
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Todo queda reducido a unos cuantos
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de agua le cortó el paso. Instinti
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dose, como si se balanceara en la a
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te estarás lo menos, lo menos, tre
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Tomando una actitud galante, añadi
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cuidaré de venir algún domingo o
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era el pintor, poniendo en él sus
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a paseo Juan Pablo, sacábale su mi
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le sobrevino [241] el furor de la l
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descuido la vista, distinguí este
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modesta que frecuentaba aquel estab
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paseo con Fortunata por las Rondas,
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quierdo, y estuvieron poniendo come
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Al siguiente día por la tarde, Max
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saludaba, pasó y se detuvo el cobr
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como que aprobaba la idea, sonriend
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amabilidad. Después observó que B
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dad, y antes de que la verdad apare
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cara descompuesta-, ¿ve usted cóm
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- Sí, el quinto es -dijo Maxi, que
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con marrasquino. Algunos se empeña
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y sosteniendo con este y el otro vo
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nes por puro entretenimiento. Cuand
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Hacía muchísimo tiempo que doña
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Doña Lupe no se atrevió a negar;
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lo que acababa de oír se lo hubier
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Lupe sentía, rencor satánico que
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que llenaba su alma? Porque estaba
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casa. "¡Qué tarde va hoy!" pensó
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tiro por la espalda y le partía el
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Al llegar a la calle del Ave María
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hija, que hoy nos has dado un buen
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patio para decirme que le mande a u
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a era [277] inevitable, si bien no
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hacer esa infeliz? No, esto no pued
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principio de que su sobrino descono
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Doña Lupe se inquietó un poco oye
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despacho. Rubín se dirigió allá
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Luego echaron un cigarro, y hablaro
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e las columnas de ella el buen D. B
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materialismo, es preciso alentar la
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faltar D. Basilio del Ministerio de
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vería en el caso de cogerte… ya
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- Muy bien. Se llamará Juan, despu
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- Pues eso sí que no lo logra uste
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aquel que a mí me sacaba de quicio
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ca, es un alma de Dios, muy agradec
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alguna parte, aunque no recordaba d
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lo niegue? Yo no tengo la culpa de
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ponía a cantar en voz baja, arrull
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o falsa, ello es que no se marchaba
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es, D. Baldomero y doña Bárbara
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que debía de ser un alambique. Mie
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nilla y D. José fue a abrir. Fortu
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do; lo he sabido por mi propia raz
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- Pero este hombre -se decía Fortu
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por ocurrírseme que yo debía mata
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ti porque se la [313] hayas dado? F
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Fortunata, al fin, sospechando que
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geramente-. Es una desgracia para
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- Sí, con otra mujer a quien tú c
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- Estoy tan seguro de lo que afirmo
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No sé qué pensar… Maxi, Maxi, s
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- Tú no eres hombre… Tú no eres
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de yeso o mármol, pues parecía no
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dío balcón, ¡hostia!, va solutam
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echarse a la calle, en son de pronu
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ojos para mirar a Fortunata, se exp
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criar, no se apure, le pondremos un
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Después era Aurora sola la que com
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No afectaron a Fortunata estas brom
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nadie… Mejor será otra cosa; yo
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esquina a la calle de Vicario Viejo
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- Y tú, ¿cómo estás?… siempre
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derecha, le descargase a la otra un
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jerzuela, ahora mismo va usted a la
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correspondiente… ¿Pero no se cal
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el pobrecito tiene una madre descas
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habrían de cuidar mejor que ella.
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- La del campo -indicó Ballester c
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- Ahora está usted como quiere, Sr
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mismo coche atravesar la plaza de S
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"¿Quiere la señora que vaya a bus
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mío, aquí está tu esclava… Ven
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a dar de mamar a mi hijo, no sé lo
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examinando con alarma el brillo de
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tarles lo que había hecho, y en ta
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pasmará de la serenidad que nota e
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cual la redimía, porque yo he [358
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yo he tenido rencores ardientes; si
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injurias. No sabiendo ya qué decir
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echando los brazos a su hijo-. ¡Ah
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en El Imparcial. Yo lo sé todo; na
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cuando todos me decían que te hab
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secos a los dos. Pero tú no tienes
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"Di si quieres… -repetía la diab
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abajo y se habían puesto arriba. L
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"Buenas tragaderas tiene el amigo -
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- Santo, no… ¡qué simplezas dic
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Segunda la miró asombrada. "¡Tu m
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a (aludiendo a Guillermina), quiere
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do que significaba: "¡Qué raro ve
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- Quite allá… es repugnante… D
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- Oye… mira -dijo Guillermina lla
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tremada amabilidad, demostrando un
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como él me quiso a mí, y crea ust
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- Otra barbaridad. Hoy estamos de v
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echazada en la primera). ¿No se al
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Se levantó, y Fortunata le tiró d
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falta amas? Su mamá, su mamá le d
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desconsoladísima, con intento de v
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var recados de los señores, y serv
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porque se nos va a hacer santa… A
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de la horita de tertulia que solía
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podré tener santidad. Como no haga
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desmentiría. Yo no he faltado, yo
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pos posibles, había un biberón mu
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tán los Santa Cruz con tu hijo com
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pudo apreciar bien aquel fenómeno,
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hacia la mano derecha. El piar de p
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En el tiempo que estuvo fuera Encar
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tunata se había incorporado en su
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mire como hijo y que le tenga por n
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no muy fuertes, azorado como ladró
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tano. Abre los ojos y le busca con
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- ¡Atiza!… Pero mujer de Barrab
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Cuando la fundadora entró, la enfe
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instante sofocar sus pasiones, amar
Page 2361 and 2362:
ción poética o religioso éxtasis
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espíritu benigno. La voluntad y la
Page 2365 and 2366:
en aquel momento llegaba Segismundo
Page 2367 and 2368:
amos sido felices, sí, felices, cr
Page 2369 and 2370:
y negras de lo que eran en vida. Do
Page 2371 and 2372:
el hecho de pasar, ya merece algo d
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adquisición preciosa. Guillermina
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dose por fin este reducido a tan m
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sufridos al echarle al mundo. Y tra
Page 2379 and 2380:
drama o novela, aunque a su parecer
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sabe Dios a dónde… ¡calcule ust
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- Ballester -dijo Maxi mirándole f
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- ¿Qué parte? - La que ponía el
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Por fin, se hizo lo que Ballester d
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un nombre y la fecha del fallecimie
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guien me lo dice en mi cara, ¡vive
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mes en el tálamo incorruptible de
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tempranito, él mismo le llevó en
show all

Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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