Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

"¡Si supiera usted lo que hizo esta mañana!"
dijo; y contó el lance del arroz con leche.
- ¡Ay, Dios mío, qué gracioso!… Es para
comérselo… Yo, te digo la verdad, le traería a
casa si no fuera porque a Baldomero y a
Juan no les (10) gustan estos tapujos… ¡Ay!,
de veras te lo digo. No puede una vivir sin
tener algún ser pequeñito a quien adorar.
¡Hija de mi alma!, es una gran desgracia
para todos que tú no nos des algo.
A Jacinta se le clavó esta frase en el corazón,
y estuvo temblando un rato en él y
agrandando la herida, como sucede con las
flechas que no se han clavado bien.
"Pues sí, esta casa es muy… muy sosona.
Le falta una criatura que chille y alborote,
que haga diabluras, que nos traiga a todos
mareados. Cuando le hablo de esto a Baldomero,
se ríe de mí; pero bien se le conoce
que es hombre dispuesto a andar por esos
suelos a cuatro pies, con los chicos a la pela".