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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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fe que están sabrosos. Me ha gustado este<br />

almuerzo.<br />

- Y a mí. Ahora veamos estos pasteles. El<br />

ácido fórmico es bueno para la digestión.<br />

- ¿El ácido qué…?<br />

- Las hormigas, chica. No repares, y adentro.<br />

Mételes el diente. Están riquísimos.<br />

Restauradas las fuerzas, la alegría se desbordaba<br />

de aquellas almas. "Ya no me marean<br />

los algarrobos -decía <strong>Jacinta</strong>-; bailad,<br />

bailad. ¡Mira qué casas, qué emparrados! Y<br />

aquello, ¿qué es?, naranjos. ¡Cómo huelen!".<br />

Iban solos. ¡Qué dicha, siempre solitos!<br />

Juan [149] se sentó junto a la ventana y<br />

<strong>Jacinta</strong> sobre sus rodillas. Él le rodeaba la<br />

cintura con el brazo. A ratos charlaban,<br />

haciendo ella observaciones cándidas sobre<br />

todo lo que veía. Pero después transcurrían<br />

algunos ratos sin que ninguno dijera una<br />

palabra. De repente volviose <strong>Jacinta</strong> hacia su<br />

marido, y echándole un brazo alrededor del<br />

cuello, le soltó esta:<br />

"No me has dicho cómo se llamaba".

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