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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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- Eso no está mal pensado. Pero a quien<br />

hay que darlos es a Guillermina que es la<br />

que sabe agradecer. ¡Ah! Se me olvidaba<br />

decirte otra cosa. Me invitó a ir a visitar su<br />

asilo, mejor dicho, nos invitó a las dos. Iremos.<br />

Ese día estrenaré mi abrigo nuevo y tú<br />

la falda que te piensas hacer. Habrá que<br />

echarle algo en el cepillo; pero no importa.<br />

Otros petitorios me enfadan a mí; que a los<br />

cepillos no les temo.<br />

Papitos entró, y su ama le dijo que hiciera<br />

[336] una taza de té, porque tenía el estómago<br />

revuelto. La señora no se había quitado<br />

el manto ni los guantes; pero cuando se<br />

aligeraba, charlando, de la carga que en su<br />

espíritu tenía, pensó en mudarse de ropa. En<br />

la mano traía un lío. Eran varias cosillas que<br />

de paso compró para engolosinar a Maxi.<br />

Ballester había recomendado que se le diera<br />

carne cruda; pero como él se negaba a comerla,<br />

doña Lupe discurrió el darle menudillos,<br />

corazones de aves, y suprimir para él el

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