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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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- El carbonero echó diez reales; Juana,<br />

nuestra insigne cocinera, veinte, el carnicero<br />

quince… A ver, a ver: Pepa la pincha cinco<br />

reales, y su hermana otros cinco. A estas les<br />

tocan seiscientos cincuenta reales. [381]<br />

- ¡Qué miseria!<br />

- Hija, no lo digo yo, lo dice la aritmética.<br />

Los partícipes iban llegando a la casa atraídos<br />

por el olor de la noticia, que se extendió<br />

rápidamente; y la cocinera, las pinchas y<br />

otras personas de la servidumbre se atrevían<br />

a quebrantar la etiqueta, llegándose a la<br />

puerta del comedor y asomando sus caras<br />

regocijadas para oír cantar al señor la cifra<br />

de aquellos dineros que les caían. La señorita<br />

<strong>Jacinta</strong> fue quien primero llevó los parabienes<br />

a la cocina, y la pincha perdió el conocimiento<br />

por figurarse que con los tristes cinco<br />

reales le habían caído lo menos tres millones.<br />

Estupiñá, en cuanto supo lo que pasaba, salió<br />

como un rayo por esas calles en busca de<br />

los agraciados para darles la noticia. Él fue<br />

quien dio las albricias a Samaniego, y cuando

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