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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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completamente seca, sólo sostenida por fibra<br />

imperceptible. El árbol no sintió nada en sus<br />

inmensas ramas. Por aquí y por allí caían en<br />

el mismo instante hojas y más hojas inútiles;<br />

pero la mañana próxima había de alumbrar<br />

innumerables pimpollos, frescos y nuevos.<br />

Ya de día, Guillermina se acercó a la puerta<br />

y aplicó su oído. No sentía ningún rumor. No<br />

había luz. "Duerme como un bendito… Buen<br />

disparate haría si le despertara". Y se alejó<br />

de puntillas. - III - Disolución - I -<br />

A mediados de Noviembre, <strong>Fortunata</strong> estaba<br />

algo desmejorada. Observándola, Ballester<br />

se decía: "¡Cuando yo digo que me debía<br />

querer a mí en vez de consumir su vida por<br />

ese botarate! ¡Qué mujeres estas! Son como<br />

los burros, que cuando se empeñan en andar<br />

por el borde del precipicio, primero lo matan<br />

a palos que tomar otro camino".<br />

Desde la rebotica, donde estaba trabajando<br />

la vio pasar por la calle: "Allá va la nave.<br />

Siempre tan puntual a la citita. Doña Lupe<br />

furiosa, el pobre Rubín ido, y esta paloma

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