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Benito Perez Galdos - Fortunata y Jacinta - v1.0

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<strong>Fortunata</strong>, quitándose el manto-. He sabido<br />

esta tarde que Mauricia se está muriendo.<br />

¡Pobre mujer! Tenemos que ir a verla. No es<br />

lejos: calle de Mira el Río". Diole esta noticia<br />

su amiga Casta Moreno, que la supo por<br />

Cándido Samaniego. Doña Guillermina había<br />

sacado del Hospital a Mauricia, trasladándola<br />

a casa de la hermana de esta, y la asistía el<br />

médico de la Beneficencia Domiciliaria y de la<br />

Junta de señoras. La infeliz tarasca viciosa,<br />

[246] con estos cuidados y las ternezas de<br />

doña Guillermina, y más aún, con la proximidad<br />

de la muerte, estaba que parecía otra,<br />

curada de sus maldades y arrepentida en<br />

toda la extensión de la palabra, diciendo que<br />

se quería morir lo más católicamente posible,<br />

y pidiendo perdón a todos con unos ayes y<br />

una religiosidad tan fervientes que partían el<br />

corazón. "Te digo que si esto es verdad,<br />

habrá que alquilar balcones para verla morir.<br />

Mañana nos vamos allá".<br />

Doña Lupe no iba a ver a Mauricia por pura<br />

caridad. Tiempo hacía que Guillermina la

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