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fin noble a una cuestión puramente sexual y práctica derivada de la necesidad de disponer
de compañía femenina y de modelos asequibles.
La principal razón que le lleva a tomar la decisión de vivir con Sien queda claro en
una carta que escribe a Theo en diciembre de 1881, inmediatamente después de conocerla
durante una breve estancia en La Haya. Precisamente en la misma carta en la que le
cuenta su reciente, desesperada y ultima tentativa de conseguir a Kee:
“Quisiera tener una mujer a mi lado, no puedo vivir sin amor, sin mujer. No dará dos
centavos por la vida si no hubiera en esta algo de infinito, profundo, real. Pero repliqué
para mis adentros: Tu dices “ella y ninguna otra”, y ahora irías con otra mujer,
no sería razonable, eso peca contra la lógica. Ésta es mi respuesta a esa objeción
¿quién manda, la lógica o yo... No soy sino un hombre, y encima un hombre lleno
de pasiones; necesito una mujer, de no ser así me congelaré, me petrificaré y me
dejaré confundir. Tuve que entablar una lucha interior encarnizada, en cuyo transcurso
se impusieron ciertas consideraciones relativas a nuestro físico y a la higiene,
que la amarga experiencia más o menos me ha enseñado. Uno no podría estar
ni demasiado tiempo ni impunemente sin una mujer. No creo que aquello que algunos
llaman Dios, otros Ser Supremo, otros Naturaleza, sea irrazonable y despiadado.
En pocas palabras, llegué a esta conclusión: voy a ver si no hay alguna manera
de encontrar una mujer.
Dios, no tuve que ir a buscarla muy lejos. Encontré una que estaba lejos de ser
joven, lejos de ser linda, que no tenía ningún encanto particular....
(...) El estimulante, la chispa que necesitamos, es el amor, y no precisamente el
amor místico....” (carta 164).
Además de proporcionarle compañía y unas relaciones hogareñas, Sien y su familia
le suponen, como decíamos, disponer de modelos baratos y adecuados al talante que
quiere imprimir en su obra de acuerdo con el modelo inglés.
En varias ocasiones alude a ello. Así en una carta escrita a Theo el 3 de marzo de
1882 dice:
“Tengo un modelo nuevo, del que ya había tenido ocasión de hacer un estudio para
un croquis superficial. O más bien, tengo varios, tres personas de esta familia
posan para mi: una mujer de cerca de cuarenta y cinco años, exactamente una figura
de Ed. Frére; su hija que tiene treinta años; y una niña, mas joven, de diez a doce
años
(...) ahora vislumbro un poco la luz. Es agradable dibujar un ser humano, una cosa
que vive; es endemoniadamente difícil, pero exquisito” (Carta 178).
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Covadonga López de Prado Mistral