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Joaquin Peinado. Neocubista y lírico
15. Bodegón, 1927, óleo
sobre tabla, 24 x 35 cm., colección
particular, Madrid.
res. Entre éstos, serán éstas últimas fundamentales a la hora de entender los medios
personales con los que Peinado logró su acceso al lirismo figurativo, pues no están
elaboradas –como sí que lo están los motivos figurativos de muchas obras afines de
pintores como Bores, Viñes o Cossío– a partir de signos gráficos, de trazos de pincel,
sino desde la materia pictórica y el color; materia y color que no dejan de poseer
la espontaneidad, gestualidad y azarosidad propias del signo de la figuración lírica,
pero que tornan la sugerencia formal de éstos en presencia plástica, y que lo
hacen a través de la síntesis entre lo visual y lo táctil. De ese modo, Peinado –al igual
que pintores afines como Cossío– incorporó a “su” figuración lírica algo propio del
retorno al orden de raíz italiana; la recuperación de texturas.
Para acabar el recorrido por la pintura que Peinado realizó entre 1925 y 1929,
y hacerlo en su más genuino lirismo, tenemos que referirnos a dos paisajes realizados
en 1929: Paisaje nocturno (Óleo sobre lienzo, 29,9 x 36,8 cm., Galería Luis
Carvajal, Madrid) y Paysage avec château (Óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm., Museo
Peinado, Ronda). En ellos el lirismo de la plástica pura, las formas y el gesto, se une
al sugerido por el entorno físico que plantean las obras; algo ya sugerido, por ejemplo,
en el horizonte que sirve de telón de fondo al Bodegón de 1928 que guarda el
Museo Peinado, y que conduce a la pintura de Peinado hacia el surrealismo de los
espacios oníricos e inquietantes.
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